Políticas

24/3/2004|843

Otro intento de punto final

Cuando la compañera María Isabel, de Hijos, reclamó en su discurso en la Esma la cadena perpetua y el alojamiento en cárceles comunes para los torturadores, asesinos, secuestradores y apropiadores de bebés de la dictadura militar, quedó desbaratado otro intento, de los numerosos que se ensayaron desde la auto-amnistía de Bignone, en 1983, para dar por clausurada la lucha por el esclarecimiento, el juicio y el castigo de los crímenes de la dictadura.


Una clausura que hoy se propone invocando un “pedido de perdón por haber callado durante veinte años de democracia tantas atrocidades”.


Pero ese “perdón” que Kirchner pidió como representante máximo del Estado es un juicio lapidario para la ‘democracia’ burguesa que sigue defendiendo con pasión.


Kirchner mismo y todos sus ministros y gobernadores fueron protagonistas de ese encubrimiento durante las dos décadas pasadas.


Kirchner es, en tanto que Presidente, el representante por excelencia de este régimen, el protector de los intereses sociales que dominan bajo este régimen e incluso ha sido electo por medio de las trenzas, maniobras, pactos y alianzas de este régimen.


La auto-inculpación por haber “callado tantas atrocidades durante veinte años” habría debido producir, para ser auténtica, la destitución de todos los responsables ‘democráticos’ de ese ocultamiento, es decir “que se vayan todos”.


Debería producir también el castigo penal a los criminales de la dictadura y el castigo político a los encubridores de la ‘democracia’, en especial a los que participaron de la Constituyente de 1994, que ratificó el régimen de ocultamiento y de auto-amnistía impuesto hasta el momento.


Kirchner, una vez más, se agota en las palabras. El Museo de la Memoria es un nuevo intento de ocultamiento, es un nuevo intento de clausurar la lucha por el juicio y castigo a todos los culpables.


El Presidente mostró la completa falta de contenido del planteo oficial cuando en la mañana del 24 le dijo a los oficiales reunidos en el Colegio Militar, que “nunca más tiene que subvertirse el orden institucional en la Argentina”.


El mensaje lo hubiera debido dirigir al Pentágono, al Tesoro norteamericano, al Citibank, a la Asociación de Bancos, a la Unión Industrial, a la Rural –a los Techint, Mercedes Benz, Ford, Macri, Fortabat, Perez Companc; a la Iglesia y al Vaticano, aunque el conflicto con el gran capital no se resuelve con un discurso.


Kirchner apostrofa a los militares pero hace migas todos los días con la “burguesía nacional” que recurrió al establecimiento de una dictadura militar asesina como el recurso criminal que necesitaba para defender su dominación social y sus negocios.


Y que lo volverá a intentar cada vez que lo crea necesario.


Nada delata más la hipocresía oficial que el envío de tropas para socorrer a la ocupación militar franco-norteamericana de Haiti –donde se ‘subvierte el orden institucional’ y la soberanía nacional en una alianza con los mismos que apadrinaron y financiaron el golpe del ‘76.


En la noche del 24, decenas de miles de compañeras y compañeros marcharon a Plaza de Mayo para reivindicar la vigencia de los reclamos que no podrán clausurarse con los regímenes que gobiernan con el programa del FMI.


Decenas de miles que dijeron no a la ocupación de Haiti, no a la inmunidad para las tropas norteamericanas que se apresta a votar el Congreso nacional.


Las decenas de miles que fuimos a la Plaza volvimos a decir como María Isabel Prigione Greco, nacida en el cautiverio de la Esma: Perpetua para los secuestradores, asesinos, apropiadores y torturadores.


El intento de punto final de Kirchner está condenado al fracaso.