Políticas

15/12/2016|1441

Pacto antiobrero en el Congreso


Antes de que los gobernadores y senadores del FpV resolvieran tirar el proyecto de Ganancias votado por Diputados al tacho de basura, el gran capital había dado señales inequívocas de que le bajaba el pulgar. El salto en la suba del riesgo país a comienzos de semana fue un golpe de mercado, acotado pero certero, para hundir el proyecto.


 


En una línea similar actuó la Asociación Empresaria Argentina (AEA), que reúne a los principales grupos económicos del país. Su presidente advirtió que si el proyecto de Diputados era aprobado podría haber miles de nuevos despidos. A estos pronunciamientos deben sumarse, claro, los de los monopolios mineros y los capitalistas del juego.


 


Los “mecenas” de las campañas electorales de los partidos del sistema les recordaron a los senadores y gobernadores quiénes son sus financistas.


 


Gato encerrado


 


La preocupación central de los grupos capitalistas no era el “desfinanciamiento de las provincias”, sino la creación de los nuevos impuestos que habían sido incorporados tramposamente por los diputados en el proyecto del massismo, el PJ y el kirchnerismo para inviabilizar su aprobación. De ese modo, los supuestos opositores capitulaban ante el macrismo respecto de su planteo de fondo: la eliminación, e incluso la reducción del impuesto al salario, debía estar supeditada a que no tenga un “costo fiscal”. Así se aceptó que a los trabajadores se le aplique una lógica distinta que a los capitalistas. Es que nadie invocó el “costo fiscal” cuando el gobierno resolvió eliminar las retenciones al agro o cuando se decidió pagar por el negociado del dólar futuro más de 60.000 millones de pesos. ¡Ni tampoco para la montaña de intereses que el Banco Central le pagará este año a los bancos por especular con las Lebac! La capitulación ante este planteo de fondo incluyó una perversión del lenguaje, del que no se percataron ni los intelectuales de Carta Abierta: según la versión interesada de los funcionarios del Ejecutivo y los legisladores, el gobierno “cede recursos” cuando reduce el cobro de Ganancias sobre el salario, cuando, en realidad, lo único que hace es reducir el robo a la única propiedad que tienen los trabajadores en tanto clase.


 


El carácter maniobrero del proyecto de Diputados saltaba a la vista por los impuestos que se proponían crear y que tenían un clara intención chicanera con el oficialismo. El impuesto sobre los plazos fijos, por ejemplo, conducía a una suba de la tasa de interés cuando es la propia oposición la que reclama su reducción. Otro tanto ocurría con las Lebac, ya que en el esquema económico actual un impuesto sobre esas letras debía llevar a una suba de la tasa que paga el Banco Central o una mayor devaluación -porque el desarme de las posiciones en pesos promueven una fuga hacia el dólar. El sentido farsesco de la maniobra opositora se delataba en un hecho elemental: sólo unos días antes, los mismos diputados habían levantado la mano para aprobar el Presupuesto 2017 del gobierno, en el que está pautado lo que el Estado recaudará por Ganancias sobre los salarios.


 


Los gordos


 


Antes de arreglar con los senadores, el gobierno se aseguró el apoyo de la burocracia sindical. Mientras para la tribuna la cúpula de la CGT pedía en el Senado la aprobación sin modificaciones del proyecto, en el sindicato de Obras Sanitarias los burócratas se reunían con funcionarios del gobierno para darles reaseguros de que no harían ningún paro si el proyecto se modificaba e incluso si Macri lo vetaba. Según la información periodística, el promotor de la reunión fue el burócrata José Luis Lingieri (Obras Sanitarias), el encargado de negociar los fondos de las obras sociales con el gobierno. La burocracia que, de palabra, había reclamado la eliminación del impuesto al salario, aceptó el proyecto de Massa-Kicillof que lo mantenía para un millón de trabajadores, para arreglar luego con el gobierno que se exceptúe del pago a las horas extras. Veremos si en los próximos días no se bajan también de este reclamo.


 


La entregada de la burocracia sindical había estado precedida por su apoyo al proyecto de modificación de la ley de ART solicitado por las patronales para bajar el “costo laboral” y dificultar el acceso de los trabajadores a la Justicia en caso de accidentes laborales. Igual que la Emergencia Social el proyecto de ART incluye a Massa y al Frente para la Victoria.


 


Massa-Kicillof


 


La deriva que tomó el proyecto en el Senado terminó en una derrota para Massa y Kicillof. Si querían valerse de una reivindicación obrera para forzar a Macri a un veto, terminaron aislados y a la defensiva. Para los gobernadores del PJ el acuerdo con Macri no sólo les permitió cumplir con sus mandantes, los monopolios mineros, del juego y los banqueros. Además, aprovecharon la volteada para infligirle un golpe político a Massa, a quien no quieren coronar futuro líder del PJ. El ex intendente de Tigre se la veía venir y en la previa publicó una carta llamando a Macri al “diálogo”, lo que equivalía a plantear que se rechazara su propio proyecto.


 


Kicillof aportó también su granito de arena para hundir su propio proyecto. En una carta aclaratoria afirmó que el “costo fiscal” que generaría la modificación de Ganancias sería mayor al previsto. Así, le dio letra a los gobernadores para justificar su rechazo. El kirchnerismo ha quedado atrapado en su propia lógica. Se entusiasmó con la votación conjunta en Diputados, entreviendo que podría ser aceptado en una poco probable unificación peronista de cara a las elecciones del año que viene. Sin que nadie le pida tanto, Máximo Kirchner defendió públicamente a Massa, de quien CFK dijo que es “uno de los nuestros que se fue y debe volver”. El final de la película es que el kirchnerismo terminará convalidando el acuerdo macrista-pejotista que se selle en el Senado para mantener el impuesto al salario.


 


Contra los que señalaban muchos, se demostró que el PJ carece de bases para una unificación. La “coalición a la carta” que aseguró la aprobación de las leyes del oficialismo durante este año cruje pero no se rompe. La clase capitalista no tiene interés en mandar al bombo a su gobierno.


 


20 de diciembre


 


El pacto antiobrero alcanzado por el macrismo y el pejotismo en el Senado, con la anuencia activa de la burocracia sindical, aporta el valor inmenso de la clarificación política. De manera nítida frente a los trabajadores se presenta un bloque ajustador, integrado por el oficialismo y las distintas camarillas de la oposición, para negar la satisfacción de una reivindicación obrera fundamental.


 


Es necesario sacar todas las conclusiones de este hecho. La movilización del próximo 20 de diciembre, en el 15° aniversario del Argentinazo, convocada por el sindicalismo combativo a instancias del Sutna, apoyada por el Frente de Izquierda, con el movimiento piquetero contrario a la estatización de los movimientos sociales que encabeza el Polo Obrero, es una oportunidad para repudiar en la calle este pacto podrido y la tregua de la burocracia sindical, y oponerle un reagrupamiento de fuerzas en favor de un programa y una salida de los trabajadores.