Panorama económico: La “calma” que precede la tormenta
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Asistimos a un salto en las tendencias deflacionarias y recesivas
El mercado vivió su día de euforia. Las cotizaciones de los principales bonos de la deuda argentina pegaron un salto, lo que permitió una baja del riesgo país de 85 puntos por debajo de su cierre previo. La nominación del senador Miguel Pichetto (PJ) como compañero de fórmula de Macri habría despertado, según los comentaristas, “optimismo “en el mercado.
Sin embargo, esto no nos puede hacer perder de vista el gigantesco derrumbe económico y las contradicciones insalvables de la política oficial. La calma cambiaria se sostiene sobre la base del crecimiento explosivo de las Leliqs, que han llegado a un nuevo récord. El stock de estos instrumentos creados por el Banco Central asciende a un billón ciento treinta mil millones de pesos, superando la base monetaria. Estamos frente a una réplica agravada de lo que ocurrió con las Lebacs. Recordemos que el acuerdo inicial con el Fondo incluyó el desarme de las Lebacs, consideradas una “bomba de tiempo”. El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, se jacta de que se vienen cumpliendo las metas de déficit fiscal y que se ha dejado de emitir, pero el remedio al que se ha apelado es peor que la enfermedad, pues las Leliqs hay que renovarlas permanentemente a tasas siderales.
Las Leliqs, otra bomba de tiempo
Este mecanismo se sostiene sobre la base de tasas del 70%, lo cual hace que aumente la hipoteca del Estado. Y, lo que es más grave, ha hecho desparecer el crédito, que apenas representa el 11% del PBI, otro récord en la materia, por lo bajo, lo cual echa más leña al fuego de la recesión. La capacidad ociosa asciende al 42% a nivel general y llega al extremo del 65% en la industria automotriz. Asistimos a una paralización de la producción y, obviamente, en estas condiciones, está excluida cualquier perspectiva de inversión.
La tenencia de las Leliqs está concentrada en los bancos. Esto es visto con agrado por el ministro de Hacienda pues, según su punto de vista, eso permitiría una mayor capacidad de controlar el mercado, obligando a las instituciones bancarias a una renovación compulsiva. Pero lo que se encubre es que un cortocircuito con las Leliqs, significaría que los bancos no estén en condiciones de devolver el dinero depositado a sus ahorristas. La crisis cambiaria podría derivar en una corrida bancaria.
Pero aún este mecanismo gravoso no ha alcanzado para detener la fuga de capitales. En los últimos cuarenta días, ha salido del país un monto similar al último reembolso del FMI de más de 10 mil millones dólares. Quienes han liderado esta fuga son los grandes fondos de inversión y grandes operadores financieros internacionales. De persistir esta tendencia, latente en un escenario extremadamente volátil como el que atravesamos, no hay reservas que aguanten, si tenemos en cuenta que las reservas de libre disponibilidad apenas superan los 18.000 millones de dólares.Ya el economista Miguel Angel Broda abrió el paraguas de que el dólar a 45 está barato, dejando las puertas abiertas a nuevas devaluaciones.
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Este panorama es lo que está en la base de sus declaraciones lapidarias, al afirmar sin pelos en la lengua que “no tenemos plata para pagar la deuda de 2020” y que “aún en el caso de que el presidente Mauricio Macri gane las elecciones de octubre hay peligro de default” (El Cronista, 6/6). Esto pone de relieve que lejos de circunscribirse el problema al “riesgo K“, de una posible vuelta al gobierno, estamos frente una crisis de fondo, que tiene como fundamento la bancarrota capitalista y que arrastra al régimen político y social de conjunto. Broda ha señalado algo muy interesante y revelador, y es que la causa de la crisis hay que buscarla ya antes de que se produjera el estrangulamiento del crédito y el salvataje del FMI. Entre diciembre de 2015 y abril de 2018 entraron al país 115.000 millones de dólares, pero 75.000 millones fueron para financiar la deuda pública, 35.000 millones para bicicleta financiera y apenas 5.000 millones de inversión extranjera directa. La ausencia de inversiones productivas responde a la declinación de la tasa de beneficio, asociada al impasse capitalista, en momentos que asistimos a un agravamiento de la crisis mundial, una intensificación de la guerra comercial y un salto en las tendencias deflacionarias y recesivas.
El economista ultraliberal plantea que en el próximo año será necesario colocar deuda y que para que se puedan hacer frente a los compromisos, habría que lograr la renovación de la misma, una hipótesis por cierto bastante fantasiosa. Pero Broda advierte que el riesgo ya está presente en el curso del año 2019. “La meta de diciembre va a ser difícil de cumplir”. El desembolso del FMI para ese mes ya es “pequeño”. En este diagnóstico, incluye las Leliqs y Letes, advirtiendo que será difícil renovar el 100%.
La “calma” actual se asienta en un tembladeral y está agarrada con alambres y puede no pasar de una existencia efímera, como ha ocurrido ya repetidas veces en el último período. Lo mismo puede decirse, con más razón, de la euforia bursátil. La contienda electoral que entra en su tramo fundamental, muy probablemente, esté recorrida por nuevos cimbronazos, que condicionarán fuertemente el proceso político.
Broda plantea la necesidad de reprogramar la deuda, lo cual es una forma encubierta de default. Esto plantea, según el economista, la necesidad de ir a fondo con un ajuste en regla y reformas estructurales. Un reciente informe de Ecolatina, que como se sabe es la consultora de Roberto Lavagna, es muy explícito en ese sentido. Un nuevo cronograma de pagos podrá darse “en la medida que el interlocutor sea un gobierno dispuesto a hacer concesiones: cambio en el sistema previsional y en el mercado de trabajo y capacidad de negociar con buena parte del Congreso” (ídem, 2/6). Esta agenda es patrimonio común de toda la clase capitalista, con independencia de dónde están inclinadas sus preferencias en lo que respecta a los candidatos. Broda mismo, aunque apuesta sus fichas resueltamente en favor de Macri, no se ha privado de exhortar a Alberto Fernández a vehiculizar esa hoja de ruta, y rodearse de economistas que tengan credibilidad en el exterior. El ingreso de un hombre como Sergio Massa a la coalición Fernández-Fernández es una señal más de moderación ante los mercados. Alberto F., pero también Axel Kicillof, ya vienen dando guiños claros al FMI de su voluntad de pago de la deuda. Lo que está claro es que una reprogramación de la deuda no podrá sustraerse de un ataque de proporciones contra los trabajadores. El Pacto Social -contrato social, en palabras de Cristina- está al servicio de hacer pasar esta política antiobrera.
Marcelo Longobardi, uno de los locutores estrella de la corpo Clarín, en forma muy entusiasta, acaba de señalar que el escenario electoral termina configurándose mejor de lo que podría esperarse.
Las salidas patronales en danza, basadas en una falsa polarización, son variantes ajustadoras y tributarias del FMI. Es necesario oponerle una alternativa y una salida política de la izquierda y los trabajadores, dirigida a satisfacer las necesidades apremiantes de las masas y a una transformación integral del país sobre nuevas bases sociales. Este es el desafío que tenemos por delante.