Políticas

4/8/2005|911

Panorama Político

Garzón


No sabemos si el juez español Garzón se costeó de su propio bolsillo el viaje a Argentina, pero es claro que vino a respaldar la campaña electoral del kirchnerismo. Se podría decir que vino a pagar una suerte de peaje por el progreso que está registrando la renegociación de los contratos con los pulpos españoles y, por sobre todo, por la vista gorda que está haciendo el gobierno argentino a la continua caída de la producción de gas y de petróleo de Repsol, que se está llevando el dinero para invertirlo en Perú o el Golfo Pérsico.


Garzón parece haber olvidado el rechazo de Kirchner a sus pedidos de extradición de militares de la dictadura, que fue la verdadera razón para que saliera la derogación de las leyes de punto final y de obediencia debida. Los tribunales argentinos se las arreglarán con mayor empeño en evitar que esos militares pasen el resto de sus vidas en una cárcel para delincuentes comunes.


Tanta cháchara sobre la honestidad, pero la presencia de Garzón es un acto de corruptela política.


Carlotto y los huevos


A Estela de Carlotto no le llovieron los huevos por su condición de Abuela de Plaza de Mayo sino por su desprecio por la vigencia de los derechos políticos y humanos en la actualidad. Forma parte del elenco oficioso de los gobiernos de Kirchner e Ibarra (su hijo es funcionario de Solá), que reprime y encarcela en Santa Cruz, en la Legislatura porteña y que encubre a los responsables de los asesinatos de Kosteki y Santillán. Además, respalda a Ibarra, responsable de la masacre de Cromañón. Le han tirado huevos por traficar los principios.


Lo mejor que se podría decir de Carlotto es que defiende el estado de derecho y que, por lo tanto, apoya la represión que se efectúa en su nombre. La cárcel que ordena un juez republicano contra un trabajador que lucha, no sería un atropello ni menos una represión sino la aplicación de las reglas de la Constitución.


Carlotto ignora a qué intereses sociales defiende el estado de derecho.


Los negociados de Kirchner con las privatizadas


Cuando el pulpo francés que maneja Aguas Argentinas pidió un ‘préstamo blando’ del Banco Nación para pagar su deuda con los bancos del exterior por 700 millones de dólares, Kirchner le respondió que el reclamo era políticamente inviable. Lo cual no explica por qué los 6.000 millones de pesos en subsidios y exenciones a la cadena automotriz, poblada de pulpos extranjeros, salió con tanta facilidad.


De todos modos, la controversia con Aguas ilustra lo que el gobierno tiene en la cabeza —que los pulpos nacionales se asocien a los extranjeros para hacer viable el socorro del Estado. Es lo que está por ocurrir con Edenor ahora que el grupo argentino Dolphin le compró el 75% de las acciones a Electricité de France; El Cronista (2/8) informa que Dolphin asumirá la parte proporcional del pasivo de la eléctrica, que es de 524 millones de dólares. Como Dolphin no tiene ese dinero ni en sueños, el Estado se hará cargo de saldar las cuentas con los acreedores de Electricité de France, o sea con los banqueros franceses. Mientras tanto, EdF va por más en el Ciadi, donde pide un resarcimiento millonario por la pesificación de tarifas en 2002.


En esto consiste la posición ‘soberana’ del gobierno que tiene por objetivo ‘reconstruir la burguesía nacional’ —y la extranjera también.


Kirchner- Duhalde, entre el corte de cara y la reconciliación


Los diarios y las consultoras de opinión reflejan razonablemente bien las alternativas del conflicto con el peronismo. Verbitsky, en Página/12, y la consultora Equis, por ejemplo, hacen fuerza para que la ruptura sea definitiva y por eso inflan las diferencias entre las mujeres de los antagonistas en la provincia de Buenos Aires. El mismo sector quiere romper los puentes en el Congreso, para alinear detrás del matrimonio presidencial a toda la tropa del resto del país. Clarín, en cambio, y un poco menos La Nación, así como varias consultoras, expresan el temor a la ‘ingobernabilidad’ que provocaría un cisma definitivo. Dados los diversos privilegios que goza el grupo Clarín, es razonable que no vea demasiado bien un desenlace de la disputa peronista por nocaut.


Kirchner tiene como carta ganadora la continuación de la recuperación económica y, por sobre todo, el superávit fiscal —la llave maestra para respaldar el canje de la deuda. Esto se vio claro en la pelea con la Rural, cuando los oligarcas tuvieron que admitir que ganan más que nunca. En Palermo no se escuchó ninguna voz a favor de revaluar el peso; lo que más temen los ruralistas es que el gobierno pueda aumentar las retenciones a la exportación de carne, que es el nuevo negocio del campo.


Obviamente, Kirchner cuenta con que prosiga la colaboración de la burocracia sindical, porque de lo contrario la miseria social podría desnivelar las ventajas electorales de la recuperación capitalista. Moyano no debe agitar las aguas del salario mínimo ni de las jubilaciones; sus socios de UPCN y Sutecba se han apresurado a firmar un acuerdo en el Garrahan para debilitar a la Junta Interna. Lo mismo ocurre con la CTA en dos puntos clave: aeronáuticos y docentes —donde está re-madura la necesidad de una huelga nacional de todos los gremios. Los burócratas de Suteba ya están afilando armas para pactar otra vez con el represor Solá e incluso en Salta se ha formado un frente desde la CTA hasta el partido comunista para enfrentar la reanudación de la huelga y la autoconvocatoria docente. En esta provincia los centroizquierdistas no vacilan en cuidarle las espaldas a Romero, el cual para eso hizo un pacto electoral con Kirchner.


Las perspectivas electorales van a oscilar de acuerdo con el desenvolvimiento contradictorio de la realidad social, que consiste al mismo tiempo en una recuperación capitalista que se apoya en una mayor superexplotación y miseria sociales. Otras contradicciones de este proceso, como la tendencia internacional a la devaluación del dólar, que puede perjudicar el comercio exterior del resto del mundo, y que ha desencadenado una revaluación de todas las otras monedas, podrían ser contenidas en el lapso de tiempo que falta para los comicios. Es lo que podría ocurrir, por ejemplo, con las tendencias inflacionarias que están agitando a la población.


Como el gobierno se esfuerza por dejar para después de las elecciones la adopción de medidas que hagan frente a estas contradicciones, y en especial proceder a un ajuste de tarifas, los resultados de las elecciones podrían ofrecer una imagen deformada de las perspectivas políticas subsiguientes. Incluso si colmara sus anhelos electorales, una victoria del gobierno podría ser como la de Pirro.