Políticas

4/8/2008|892

Parmalat: Taselli busca desorientar

No bajamos los brazos


El objetivo inicial del plan de guerra de Taselli era vaciar la planta de Carapachay e imponer retiros voluntarios y un fuerte recorte salarial. Dividir a los trabajadores, mantener el conflicto “alejado” de Pilar con la colaboración de Atilra y reactivar las líneas gradualmente, destinando a la producción una mínima porción de materia prima para “hacer caja”, cosa que requiere poca mano de obra.


 


Esta tentativa se fue al tacho por una combinación de factores. Fundamentalmente, la resistencia obrera. No sólo chocó Taselli con un “obstáculo” mayor que lo previsto en Carapachay, sino que nunca logró “dominar” Pilar, pese a la ausencia de una dirección decidida y la dispersión del activismo (lo que quedó demostrado en el paro de mediados de febrero por el atraso en los pagos).


 


Ahora, sin embargo, la patronal asegura que pretende “poner en funcionamiento la plena ocupación de la planta de Carapachay con el personal actual”, además de reconocer como interlocutor para “encontrar las soluciones a cada uno de los reclamos gremiales actuales” al cuerpo de delegados, según reza el acta que le entregó al Ministerio de Trabajo. Taselli vuelve al viejo esquema de organización de la empresa, pero el costo de este ensayo malogrado, en tiempo, dinero y energía, fue muy grande.


 


Reconstruir toda la estructura de la logística y recuperar el mercado perdido no es algo sencillo. La flota de distribución de Parmalat no era propia y la mayoría de los camioneros quedaron enganchados en el concurso. Como todas las promesas que Taselli hizo apenas asumió la dirección de la empresa se hicieron humo, ahora no hay la menor confianza y nadie quiere comprometerse con un contrato de incierto cumplimiento.


 


Por otro lado, la diáspora de jefes y supervisores (algunos fueron trasladados a Pilar y otros se acogieron al plan de retiros) dejó a Carapachay sin capacidad operativa. Taselli había intentado rearmar el organigrama de supervisión promoviendo a los activistas a cargos de responsabilidad, lo que fue rechazado de plano por una asamblea obrera. Los trabajadores resolvieron deslindarse de toda incumbencia en la dirección de la planta, diferenciando muy correctamente una experiencia de autogestión o incluso de cogestión con una maniobra que no les otorgaba ningún poder de decisión, pero sí provocaba un quiebre en la unidad.


 


Más allá de la audacia de este intento de cooptación, es muy visible que Taselli sigue improvisando. Dos semanas después, el programa productivo sigue sin aparecer y las plantas continúan, las tres, paradas o semiparadas.


 


Por supuesto que, siendo la actividad láctea uno de los negocios de mayor proyección en los próximos años, es previsible que Taselli dará pelea.


 


La Comisión Interna ha presentado a la dirección un acta de reclamos que establece una garantía respecto de los salarios y la continuidad del convenio colectivo, así como también la preservación de las instalaciones de Carapachay (maquinaria, inmuebles, etc.). Aunque según la empresa “no habrá problemas”, al mismo tiempo insiste con el convenio de crisis y anunció la intención de despedir a la mitad del plantel de preventistas. El acta elaborada por los trabajadores es un programa de lucha centrado en la unidad con Pilar y la defensa de las conquistas obreras.


 


Frente al desastre de la gestión capitalista, es fundamental imponer en esta nueva etapa el control obrero de las cuentas y de la producción.