Políticas

10/11/1993|407

Periodista asesinado y agresiones en la Utpba

El lunes 15 de noviembre apareció flotando en aguas del Riachuelo el cuerpo sin vida de Mario Bonino. Empleado de la Secretaría de Prensa de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (Utpba), se había desempeñado como periodista en “Diario Popular” y “La Razón”, entre otros medios. Su desaparición había sido reportada al sindicato tres días antes —el viernes 12 a la mañana— por su mujer (su marido no había regresado a su domicilio luego de un seminario de la Utpba, al que debía concurrir el jueves por la noche pero al que no llegó a asistir).


El domingo 14 de noviembre, a eso de las dos de la mañana, se produjo el ingreso al edificio de la Utpba de tres individuos, quienes con un caño de metal golpearon ferozmente al sereno del sindicato, provocándole heridas cortantes en la cabeza. La sangre que se veía al día siguiente en la sede del gremio, delataba el salvajismo con que el compañero había sido agredido. Lo salvó de la muerte otro compañero, sereno de la colindante obra social. Seis horas después de la agresión, una voz femenina advirtió que este ataque podría volver a repetirse.


Hasta el más desprevenido de los trabajadores de prensa relacionó instantáneamente la muerte de Bonino y la agresión a la Utpba, pese a que desde el propio gobierno se buscaba dar aire a la hipótesis del suicidio. Los trabajadores de prensa vienen siendo agredidos persistentemente con la mayor impunidad (casos López Echagüe y Marcelo Bonelli, entre decenas de otros) y las “batateadas” —al calor de la complicidad oficial— han crecido en impunidad. De los centenares de casos denunciados de agresiones contra periodistas, el gobierno no ha aclarado absolutamente ninguno.


La creciente indignación de los trabajadores de prensa ante tamaña impunidad se manifestó en el acto de Plaza de Mayo el 16 de setiembre pasado, convocado por la Utpba y por una multisectorial reunida a propósito de este tema, que movilizó a 8.000 personas.


La hipótesis del suicidio de Bonino se fue desvaneciendo rápidamente, y ya existiría —según declaraciones del secretario general del gremio, Juan Carlos Camaño— la certeza de que estamos frente a un asesinato cuyos motivos aún no se han desentrañado, pero que en el marco de la actual situación conduce a pensar que tiene raíces políticas.


Ante la falta de reacción más clara por parte de la Utpba, la lista Naranja solicitó por nota, el mércoles 17, una entrevista con Camaño, en la que afirmó que a “nuestro criterio, esto requiere de una respuesta decidida de todo el gremio y del conjunto de la ciudadanía. Por esa razón entendemos que es necesario realizar de inmediato una gran convocatoria a delegados y activistas de todo el gremio para prepararla”. Más adelante, señaló: “Al mismo tiempo creemos que debe convocarse ya —como se hizo cuando fuera agredido el compañero López Echagüe— a una reunión de organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles, populares y partidos políticos para organizar una respuesta de conjunto. Vastos sectores de la población están sumamente sensibilizados por las agresiones porque comprenden claramente que este ataque no sólo afecta a los trabajadores de prensa, sino al conjunto de los sectores populares”.


El viernes 19/11, finalmente, la Utpba convocó a un paro de dos horas por turno. Está citada una reunión de activistas y delegados en el transcurso de esta semana, para resolver el curso de acción a seguir. El paro se cumplió ampliamente en el gremio y de las asambleas surgieron distintas iniciativas. Así, la de “Página 12” mandató a sus delegados para que lleven la posición de paro con movilización, a fin de exigir que se investigue el caso Bonino y la agresión al sereno de la Utpba, y se castigue a los culpables. Los trabajadores de prensa, que históricamente se movilizaron en defensa de las libertades democráticas (son casi 100 los compañeros desaparecidos durante la última dictadura militar, pese a ser un gremio chico), han comenzado a moverse. Es necesario potenciar el plenario de delegados con la concurrencia de activistas, para producir un reagrupamiento harto necesario frente al ataque de los batatas y del gobierno.