Políticas

23/11/2000|689

Perón le dió vía libre a Pinochet

En una reciente sesión de la Legislatura con motivo de cumplirse el aniversario del golpe de Pinochet, Jorge Altamira denunció que el gobierno de Perón no “desplegó ninguna acción” contra el golpe, porque ese mismo gobierno ya estaba en un curso golpista propio, como se manifestó luego en la asonada policial que derrumbó al gobierno provincial de Córdoba. De este modo, el diputado del PO aprovechó la ocasión para señalar el carácter contrarrevolucionario internacional del nacionalismo o populismo burgueses, que la mayoría de la izquierda caracteriza como incondicionalmente progresivos.


Una información de Clarín del domingo pasado confirma la razón de Altamira. Unos 16.000 documentos con más de 50.000 páginas desclasificados por el gobierno norteamericano han permitido esclarecer que “dos coroneles activos del ejército chileno” informaron a Perón de los planes de un golpe contra Allende y, “de acuerdo al texto, ‘Perón informó a los coroneles que el derrocamiento de Allende era un asunto interno por lo que él no aprobaría, ni condenaría dicha acción’. Perón había retornado a la Argentina el 20 junio de 1973, con el tiempo suficiente para adoptar la misma neutralidad ante el golpe en Uruguay, una semana más tarde, que desató una huelga general con ocupaciones de fábrica sin precedentes en la vecina orilla. A Perón le preocupaban más las tendencias combativas de las masas que el problema de quedar rodeado geográficamente por gobiernos militares.


“Otra información (que) puede sorprender al mundo político de la izquierda chilena”, dice el cable de Clarín, es que Pinochet revistaba en el campo golpista desde 1971, lo que no impidió que Allende lo nombrara ministro de Defensa a mediados del ’73. También Allende estaba más preocupado por las masas chilenas que por los milicos, o quizás pretendía neutralizarlos ofreciéndoles las riendas del poder. Esto también fue señalado por Altamira en la sesión de homenaje por el aniversario del golpe. Las diferencias políticas entre Allende y Perón, o sea entre la izquierda democratizante y el nacionalismo burgués, son sólo de grado, no de sustancia, pues ambos son enemigos de la revolución dirigida por la clase obrera.


Entre la documentación también aparece una carta de Fidel Castro a Allende, de fines de 1971, en la que el cubano le recomienda al chileno dejar la “vía pacífica” para consolidar al gobierno de la Unidad Popular. Pero no fue ésta la posición que expuso Fidel Castro cuando visitó Chile al año siguiente, oportunidad en que valoró positivamente las “peculiaridades” de “la transición chilena al socialismo”.


Los socialistas revolucionarios no tuvimos necesidad en su momento de una información especial para señalar el carácter en última instancia contrarrevolucionario de los gobiernos de Perón y de Allende, que facilitaron enormemente, cuando no contribuyeron directamente, a las victorias de los Pinochets y Videlas.