Políticas
1/12/2016
Pescarmona: el inexistente encanto de la burguesía
Declaró que chicas jóvenes se embarazan por un subsidio. Retrato de una clase social decadente.
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Los conciliábulos empresariales, reuniones en las que los miembros de la burguesía se juntan para conspirar contra la clase trabajadora y los sectores populares, son la ocasión propicia para que sus participantes hablen sin tapujos, expresando el sino que los define. Así pasó la jornada del miércoles 30 cuando el empresario metalúrgico Enrique Pescarmona, dueño de la multinacional IMPSA, se despachó con unas definiciones que dan cuenta acerca de su opinión insultante sobre la mujer trabajadora y los trabajadores en general.
Ante el auditorio de la Asociación Empresarial Argentina (AEA) declaró, sin empachos, al referirse a los subsidios estatales: “Las chicas de 14 años se preñan y tienen un bebé para que les den unos mangos con la Asignación Universal Por Hijo”. La brutal afirmación que equipara a las mujeres jóvenes con meros recipientes de niños a cambio de una cantidad de dinero miserable no resiste ningún análisis. Se trata de una opinión de clase. Ocurre que Pescarmona se queja de la asistencia social que reciben las embarazadas porque, aun tratándose de montos de indigencia, colocan un piso a la explotación de los trabajadores. Pescarmona no quiere ni siquiera ese piso.
Pescarmona también afirmó que sus empleados llegaban a trabajar “como si fueran normales después de un año de capacitación". Y agregó: "Van a faltar entre 12 a 14 años para que los trabajadores argentinos sean normales”. De este modo, plantea el concepto denigratorio de la ausencia de normalidad, de la anormalidad de los trabajadores argentinos –en el caso de que el concepto de “normalidad” responda a una idea de virtud y no al de la “regimentación” y “uniformación”, necesarias para imponer la flexibilidad y explotación capitalistas. El desprecio de clase de Pescarmona es descomunal.
Tal vez debería haber mirado a su alrededor. El encuentro de AEA tenía como objetivo determinar las políticas energéticas que la burguesía le dictará a sus empleados gubernamentales del gobierno de Macri, tal como se las dictaban a sus antecesores kirchneristas. A la vez que Pescarmona criticaba a los subsidios a los sectores más vulnerables de la clase trabajadora, el encuentro señalaba la necesidad de la asistencia financiera del Estado para que pudieran llevar adelante la actividad. Pescarmona compartía los paneles junto a Marcelo Mindlin, uno de los empresarios que más embaucó al Estado, tanto bajo los gobiernos de los Kirchner –cuando sus empresas Edenor y Pampa Energía recibieron subsidios multimillonarios en dólares– como con Macri –cuando el Estado le condonó a Edenor y a Edesur una deuda de 19 mil millones de pesos. Una estafa en toda la letra. El desprecio de clase que expresó Pescarmona debe tener su justo opuesto en el desprecio de clase de los trabajadores a la burguesía, una clase parásita que vive del trabajo ajeno y de las estafas al propio Estado que controla. Y se debe extender a la lucha histórica por apartarlos del poder e instaurar un tiempo nuevo de la mano de las transformaciones revolucionarias de un gobierno de la clase obrera.