Petrobras y Techint voltearon a Prat Gay
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El reino de la estupidez se volvió a abatir sobre la prensa argentina cuando pretendió interpretar la renuncia del presidente del Banco Central como una expresión de la ‘firmeza’ de Kirchner para negociar con los acreedores internacionales, o como una “invasión” a la ‘autonomía’ del Central.
Un gobierno que cancela la deuda con el organismo encargado de rescatar con préstamos a los países que ingresan en la cesación de pagos, posee cualquier cosa menos ‘firmeza’.
La cesantía de Prat Gay obedece a una lucha de intereses; éstos son los principios del capitalismo. Prat Gay se había opuesto, precisamente, a otorgar la garantía del Banco Central para un préstamo brasileño destinado a financiar el tendido del gasoducto del Sur, que va a ser construido por Techint para que pase el fluido que extrae Petrobras. Como la ‘reconstrucción de la burguesía nacional’ es la contraseña de los subsidios y ventajas para Techint, Prat Gay quedó afuera y fue reemplazado por un agente del pulpo siderúrgico -Martín Redrado.
La historia tiene otros ingredientes igualmente sabrosos. En principio, porque Petrobras se negó a financiar su propio gasoducto, esto a pesar de lo jugoso del negocio y de la proclamada fraternidad argentino- brasileña. Como lo haría una Enarsa cualquiera, Petrobrás objetó que un crédito a la Argentina en defol afectaría la cotización de sus acciones en la Bolsa de Sao Paulo. En lugar de la petrolera se decidió que el préstamo estuviera a cargo del Banco de Desarrollo de Brasil, el cual tampoco comprometería a Petrobras sino a un Fondo, el cual recibiría el crédito y aportes de las AFJP. Los caños no los va a poner Siderca sino Confab, la empresa de Techint en Brasil, porque los estatutos del banco brasileño lo obligan a defender “el empleo nacional”. El Banco Central argentino debería avalar el crédito brasileño para el caso de incumplimiento del Fondo que financiaría el gasoducto. Es decir que el préstamo brasileño en beneficio de Techint goza de un seguro de cambio.
La operación no solamente demuestra quién manda en Argentina. También demuestra que la reconstrucción de la burguesía nacional pasa por el endeudamiento internacional y por el entreguismo de la soberanía energética. Mientras Lavagna y Kirchner defendían otro negocio más de Techint, Prat Gay defendía las reservas del Central, o sea de la moneda de pago a los bancos internacionales. Algo similar ocurrió, en estos mismos días, cuando Lavagna exigió al Central que le adelantara dólares para pagar al FMI, en lugar de hacerlo con los que tiene el Tesoro nacional. Pero este último caso ilustra que Lavagna está preparando otro pago adicional a los acreedores internacionales a costa de un mayor endeudamiento público.
La crisis política en el Banco Central demuestra que los ‘arreglos’ financieros internacionales de Lavagna terminarán con una nueva crisis financiera, cuya oportunidad dependerá de los precios de la exportación argentina, del nivel que alcance la tasa de interés internacional y de la amplitud de la devaluación del dólar.