Políticas

23/9/2004|869

Petrobras y Techint voltearon a Prat Gay

El reino de la estupidez se volvió a abatir sobre la prensa argentina cuando pretendió interpretar la renuncia del presidente del Banco Central como una expresión de la ‘firmeza’ de Kirchner para negociar con los acreedores internacionales, o como una “invasión” a la ‘autonomía’ del Central.


Un gobierno que cancela la deu­da con el organismo encargado de rescatar con préstamos a los países que ingresan en la cesación de pagos, posee cualquier cosa menos ‘firmeza’.


La cesantía de Prat Gay obede­ce a una lucha de intereses; éstos son los principios del capitalismo. Prat Gay se había opuesto, precisa­mente, a otorgar la garantía del Banco Central para un préstamo brasileño destinado a financiar el tendido del gasoducto del Sur, que va a ser construido por Techint pa­ra que pase el fluido que extrae Petrobras. Como la ‘reconstrucción de la burguesía nacional’ es la contra­seña de los subsidios y ventajas pa­ra Techint, Prat Gay quedó afuera y fue reemplazado por un agente del pulpo siderúrgico -Martín Redrado.


La historia tiene otros ingredien­tes igualmente sabrosos. En princi­pio, porque Petrobras se negó a fi­nanciar su propio gasoducto, esto a pesar de lo jugoso del negocio y de la proclamada fraternidad argentino- brasileña. Como lo haría una Enarsa cualquiera, Petrobrás objetó que un crédito a la Argentina en defol afec­taría la cotización de sus acciones en la Bolsa de Sao Paulo. En lugar de la petrolera se decidió que el préstamo estuviera a cargo del Banco de Desa­rrollo de Brasil, el cual tampoco com­prometería a Petrobras sino a un Fondo, el cual recibiría el crédito y aportes de las AFJP. Los caños no los va a poner Siderca sino Confab, la empresa de Techint en Brasil, porque los estatutos del banco brasileño lo obligan a defender “el empleo nacio­nal”. El Banco Central argentino de­bería avalar el crédito brasileño para el caso de incumplimiento del Fondo que financiaría el gasoducto. Es de­cir que el préstamo brasileño en be­neficio de Techint goza de un seguro de cambio.


La operación no solamente de­muestra quién manda en Argenti­na. También demuestra que la re­construcción de la burguesía na­cional pasa por el endeudamiento internacional y por el entreguismo de la soberanía energética. Mien­tras Lavagna y Kirchner defendí­an otro negocio más de Techint, Prat Gay defendía las reservas del Central, o sea de la moneda de pa­go a los bancos internacionales. Al­go similar ocurrió, en estos mismos días, cuando Lavagna exigió al Central que le adelantara dólares para pagar al FMI, en lugar de ha­cerlo con los que tiene el Tesoro na­cional. Pero este último caso ilus­tra que Lavagna está preparando otro pago adicional a los acreedo­res internacionales a costa de un mayor endeudamiento público.


La crisis política en el Banco Central demuestra que los ‘arre­glos’ financieros internacionales de Lavagna terminarán con una nue­va crisis financiera, cuya oportuni­dad dependerá de los precios de la exportación argentina, del nivel que alcance la tasa de interés in­ternacional y de la amplitud de la devaluación del dólar.