PI: en los brazos de los privatizadores pro-imperialistas
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Finalmente se conoció el documento de Oscar Alende esperado por los intransigentes como una luz que alumbraría el rumbo político del PI para 1987. A las contradicciones que recorren sus filas, se agregan ahora las distintas interpretaciones que sus seguidores dan a las palabras del líder, lo que muestra cuán poca originalidad reina en el Pl.
Hasta hace poco en el PI se decía que con Manzano en Mendoza y Massei en Neuquén podría haber algún frente, pero con Cafiero jamás, porque era una pata del “bipartidismo”, como si los primeros fueran políticamente distintos del segundo. Ahora, lo que nadie puede disimular es que Alende le dio luz verde al frente con el entreguista Cafiero y la clerical democracia cristiana, en nombre, claro está, de la “liberación”. Los acuerdos previos con Manzano y Massei sirvieron para pavimentar el camino hacia los brazos de Cafiero.
Cuando el año pasado dijimos que Alende negociaba un frente derechista, precisamente con la DC y el Peronismo Renovador, muchos intransigentes ironizaron nuestro análisis, e incluso algunos se rieron por la radio cuando se los consultó expresamente sobre lo señalado por Prensa Obrera. ¿Habrán sabido de qué se reían?
No hay en la propuesta de Alende y tampoco en los partidarios de mantener la “individualidad” del PI la defensa de algún principio político o programático. En verdad, ante el acelerado desmoronamiento y contradicciones internas que recorren a todo el PI, Alende se ha inclinado por buscar una tabla de salvación en la renovación peronista, mientras que los opositores al frente con Cafiero consideran que por ese camino se acelera lo que se quiere evitar o aminorar.
El documento de Alende tiene intencionalmente un carácter general y esto se debe no a su “trascendencia”, como afirman sus acólitos, sino a algo mucho más sencillo: a que finalmente el cafierismo decida “patearlos” y los Intransigentes deban conservar, a pesar de todo, su “individualidad”. No se le escapa a Cafiero que el PI está en retroceso, sus contradicciones salpican para los cuatro costados, y que la renovación por sí sola, como sucedió hace poco en Córdoba, puede restarle una parte importante de sus electores.
En el PI no hay ningún debate ideológico, sino una disputa para disimular su crisis. Es que el PI no llegó siquiera a florecer en el período de ilusiones abierto en 1983 y se ha ido pinchando al compás de la postración del régimen político actual, que intransigentemente defiende.
El primer acto frentista de Alende después de su “trascendental” documento fue suscribir junto a los renovadores, la DC, el MID y la burocracia sindical, un acuerdo contra las paritarias, admitiendo la “emergencia económica”, las bandas salariales, la prohibición de huelgas, etc. Esto de “liberación”- no tiene nada; su cometido es ganar la confianza del capital y del imperialismo.