Pitrola denuncia a la patota del Smata en el Congreso
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“Detrás de los agresores, hay una orientación de fondo”
En la sesión de la Cámara de Diputados en la que el gobierno puso a votación dos proyectos de ley antinacionales (ratificación de la permanencia de tropas argentinas en Haití y ley de “pago soberano” a los bonistas de la deuda externa), el oficialismo llenó de barras y patoteros las gradas del Congreso. Entre ellas, estaba la patota de la Verde del Smata, que ya en otras oportunidades vino a jugar un papel provocador.
La patota del Smata se concentró en hostigar a los diputados del Frente de Izquierda. Cuando Nicolás Del Caño quiso plantear una cuestión de privilegio por las agresiones sufridas durante la represión a trabajadores mecánicos en lucha, a la patota se le soltó la cadena con una catarata de gritos e insultos. Néstor Pitrola tomó entonces la palabra para repudiar a los patoteros y desenmascarar a los mandamases políticos de la patota. Apuntó al secretario de Seguridad, Sergio Berni, que había condenado la participación de los diputados obreros en las luchas sindicales y los conflictos en los lugares de trabajo. “¡O sea que los representantes del pueblo -dijo Pitrola- no pueden estar junto a su pueblo o junto a la clase obrera que lucha en las calles por sus demandas!”.
Denunció, además, como antecedente de la provocación que estaba haciendo la patota del burócrata Pignanelli, los proyectos contra las manifestaciones populares que están en tratamiento en las comisiones de la misma Cámara de Diputados y las sanciones a diputados provinciales como Claudio del Plá, transformado en vocero de la huelga docente en la provincia de Salta, o Cintia Frencia, en tratamiento en la Legislatura de Córdoba, por apoyar la lucha ambiental del pueblo de Malvinas Argentinas contra la instalación de la planta contaminadora de Monsanto.
“¿Puede ser casual -se preguntó Néstor- que después de los insultos proferidos por Ricardo Pignanelli contra mi persona, un diputado elegido por 500 mil electores de la provincia de Buenos Aires, hayamos tenido hoy la presencia del Smata?”.
En su intervención recordó que en ese mismo recinto habían sido expulsados, en otros momentos, trabajadores de Shell, de Calsa y de otras empresas que vinieron a presenciar las sesiones especiales por despidos y suspensiones que los afectaban.
Finalmente, la presencia de la patota del Smata fue el coro ideal para apoyar las leyes de la infamia que se estaban tratando en esa misma sesión: la continuidad de la tropas argentinas en Haití, cuya función es reprimir a ese pueblo hermano, o la convalidación de la ley de ‘pago soberano’ que convalida todo el edificio de una deuda externa ilegítima y usuraria que está en la base de la bancarrota económica y de la crisis de la industria automotriz.
La burocracia del Smata se desenmascaró a sí misma como nave insignia del capital financiero internacional y del Pentágono norteamericano. Pocas veces ha quedado más clara la ligazón real y profunda de la burocracia sindical con los explotadores de la clase obrera.