Políticas

16/8/2016

Plan Primera infancia o el primer paso hacia la precarización


La política para la primera infancia es la nave insignia de la reforma educativa del gobierno de Macri – Bullrich, quienes vienen anunciando la creación de 1000 jardines de infantes en todo el país durante el próximo año para crear una red de primera infancia y cumplir con la obligatoriedad de las salas de 3, 4 y 5 años. Pero el anuncio es por lo menos engañoso ya que el proyecto para primera infancia se encuentra por fuera del sistema educativo y es la misma red de contención precaria que desde hace años se viene ampliando en la Capital Federal.


 


La creación de una red de contención de la primera infancia no responde a sentimientos altruistas aunque el propio Bullrich lo haga en nombre de la infancia pobre: el planteo del ministro forma parte de los planes que imponen la OCDE, el BID (que prácticamente monopoliza la construcción de escuelas y otros centros) en función de generar mano de obra barata y ofrecer grandes negocios a las multinacionales que, bajo el rótulo de Responsabilidad Social Empresarial o como ONGs, reciben grandes subsidios y exenciones impositivas a cambio de la gestión tercerizada de la miseria.


 


El propio Facundo Manes, gurú del nuevo conductismo forjado en las escuelas de economía de Chicago refiriéndose a la provincia de Buenos Aires dice: "La provincia cuenta con el 40% de los recursos humanos de la Argentina. Es fundamental desarrollar políticas de Estado para proteger los cerebros de nuestra población" (La Nación 18-07-16) con lo que deja claro que no se trata de brindar educación a los niños desde su ingreso temprano sino de preservar lo único que importa para convertir al sujeto en un recurso humano: su capacidad cognitiva, y eso se lograría mediante la ingesta de nutrientes y el desarrollo de una dispositivo de estímulos y respuestas que permita cuantificar los logros en términos de inversión. Por fuera de ésta lógica quedan las viviendas precarias, la falta de agua y cloacas y las trayectorias violentas, sólo algunos ejemplos de cómo el lugar que se ocupa en las relaciones sociales de producción modifican fuertemente no ya al cerebro sino la propia perspectiva del sujeto. Miente Manes cuando habla de educar el “capital Mental”, ya que se trata de formarlos como mera fuerza de trabajo. Lo que se muestra como una salida para la población más vulnerable, no es más que una única vía hacia la aceptación de la precarización de su propia vida publicitada como un mundo de incertidumbre.


 


Sin embargo, el camino no parece allanado. En un informe presentado por UNICEF, FLACSO y CIPPEC se señala que luego de 7 años de implementar los CPI en la ciudad de Buenos Aires, el proyecto hace agua por todos lados: en primer lugar, los abanderados de la eficiencia y la meritocracia no han podido controlar los sistemas de gestión asociada (el estado subsidia a una organización) que como cualquier otra tercerización ha demostrado ser un agujero negro de fondos estatales. El mismo informe explica que el otro gran problema es la falta de docentes idóneas y personal suplente en caso de licencias debido a la altísima precarización del trabajo y los bajos salarios, ya que las docentes son de contratación directa. Tampoco cumplen con los requisitos en cuanto a gabinetes interdisciplinarios por las mismas razones.


 


La oposición a la política de la primera infancia debe inscribirse en la lucha por la defensa de la escuela pública, el salario y las condiciones laborales docentes, pero también en el repudio a las teorías neurobiologicistas que pretenden orientar la educación de los niños en un instrumento para la aceptación acrítica de la realidad y un posterior futuro de precarización laboral e intelectual.