Políticas

23/10/1998|605

¡Pobre 17 de Octubre!

Eran pasadas las 6 de la tarde cuando Juan se arrimó a una reunión abierta del PO, el sábado pasado, en Burzaco. Venía de ‘la Plaza’, adonde había sido forzado a concurrir si no quería perder sus 150 pesos de un ‘plan Barrios’. “Estoy con ustedes. compañeros”, dijo al entrar, sin incomodarse en lo más mínimo por la gorra con la sigla de Duhalde que llevaba en la cabeza.


Al igual que este compañero, otros miles tuvieron que subir a los colectivos alquilados, mientras lamentaban la falta de un fuerte aguacero. El poco entusiasmo que registró la muchedumbre en el acto duhaldista no reflejó solamente la pobreza del discurso y la falta de carisma del orador. Fue, por sobre todo, la expresión de una multitud reunida contra su voluntad y del rechazo de miles de desocupados a la completa falta de soluciones de trabajo y de vida en el territorio bonaerense.


Es decir que hubo gente, pero no movilización popular. Fue en realidad una competencia entre los punteros que se disputan la posibilidad de suceder a Duhalde en la gobernación de la provincia. De acuerdo con la opinión de muchos comentaristas, este enfrentamiento de la‘segunda línea’ podría llegar a arruinarle a Duhalde la candidatura presidencial.


El recién llegado adversario del ‘modelo’ hizo, sin embargo, gala de una increíble cobardía política. Eligió nada menos que la Plaza de Mayo y la fecha del 17 de octubre para reivindicar la ‘reconstrucción económica’ que Menem habría logrado en los primeros años de gobierno. Fue precisamente en esos primeros años que Menem-Duhalde consumaron el virtual remate del país; para el próximo gobierno no han dejado nada, aunque nunca hay que subestimar la inventiva de los explotadores en materia de entrega, saqueo y mayor hambreamiento.


(La historia reivindicará a Duhalde como el verdadero padre del ‘modelo’, pues fue él, no Menem, quien enunció sus planteos en la reunión de IDEA, en Bariloche, en octubre de 1988, en compañía de los candidatos rivales, Angeloz y Alsogaray).


Duhalde, naturalmente, mintió cuando dijo que la oposición no había acompañado esa ‘reconstrucción’. Se olvidó, parece, que, entre julio y diciembre de 1989, un Congreso de mayoría radical votó las leyes de emergencia que permitieron el desguace de la nación por la vía del decreto y que se necesitó el voto del Chacho Alvarez para que el menemismo pudiera imponer su mayoría en la Corte Suprema.


Sería un error suponer que la cobardía discursiva de Duhalde ante varias decenas de miles de trabajadores, obedeció al propósito de congraciarse con Menem. Duhalde apuntó, en realidad, a un aliado con el que viene tramando desde marzo del año pasado: Domingo Cavallo. Varios miembros del que fuera el equipo económico colaboran con el duhaldismo en el Banco Provincia, como parte de un acuerdo político más general, con vistas a las elecciones del ‘99.


Se encuentra en marcha una tentativa de organizar una fórmula común, cavallo-duhaldista, para las próximas elecciones en Córdoba, el 20 de diciembre.


¿Es esto entonces lo que un abogado como Recalde, del MTA, o proclamados miembros de la ex izquierda peronista, discutieron con Duhalde en Calafate hace tres semanas, para poner en pie de nuevo la “tercera posición” y reconstruir “el movimiento nacional”? Si alguna cosa faltaba todavía para desnudar las limitaciones del duhaldismo como agente de los grandes explotadores nativos, ello ocurrió 24 horas después del acto, en pleno ‘San Perón’, cuando Duhalde invocó las normas del ‘estado de derecho’ para pedir por Pinochet.


El cuadro político para las organizaciones obreras, en especial las que militan en la oposición al gobierno, no podría ser más claro: Duhalde es un enemigo de los trabajadores. El justicialismo no ha podido producir otra cosa, por mucho que se lo rasque.


Para reconocer un nuevo momento histórico es necesario advertir lo que se encuentra definitivamente agotado. Eso ocurrió, por ejemplo, en el ‘45. Invocar las tradiciones del ‘45 para justificar el seguidismo a sus nietos corrompidos, no es hacer gala de consecuencia sino de una miopía criminal.


La salvación de los trabajadores está por fuera de Duhalde y de la Alianza. Está en una organización política independiente. En un partido obrero.