Políticas

7/9/2006|962

Polémica: Amia: “Un confuso informe de inteligencia”

De Laura Ginsberg (APEMIA)*

Hemos leído el artículo de Prensa Obrera Nº 958 titulado “Amia: el enkubrimiento de la masacre”, el cual, intentando hacer una contribución al discurso de Apemia del último 18 de julio (también publicado en PO), se parece más a un confuso informe de inteligencia sobre las condiciones en que se produjo el atentado que a un aporte a las ideas centrales de nuestro agrupamiento.


Esta nota nos sorprendió, precisamente, porque conocemos cuáles son las posiciones del Partido Obrero con relación al tema Amia. Creemos compartir la denuncia que la voladura de la Amia es un verdadero crimen de terrorismo de Estado, realizado y encubierto por el Estado argentino mismo y sus socios internacionales como EE.UU. e Israel.


Se trata, entonces, de un crimen político impune cuya relevancia está vinculada al papel que juega hoy la Argentina en el contexto de la lucha contra el llamado terrorismo internacional, contra el “eje del Mal”, y a favor de la invasión de Israel en Gaza y el Líbano. En el Consejo de Seguridad de la ONU, Kirchner votó a favor de la resolución que legaliza la invasión al Líbano y la otra que busca sanciones contra Irán. Facilitó la ocupación de la Triple Frontera por parte de los gendarmes del mundo, y acaba de integrarse a la Coordinación Regional de Inteligencia (un “Plan Cóndor” de la democracia) respondiendo al reclamo de sus socios locales de Daia, Amia y el Centro Wiesenthal. ¿Con qué objeto? Que el Estado argentino quede exculpado de la criminalidad y del encubrimiento del ataque a la Amia con el apoyo de los mismos Estados socios y cómplices que hasta hoy lo siguen acompañando, e incluso reconociéndolo como un Estado defensor de los derechos humanos, por lo cual hasta fue premiado con una oficina en Naciones Unidas.


Para llegar a esta situación se pusieron dos bombas en Buenos Aires y otra en Río Tercero: la Argentina fue un laboratorio de preparación de estas políticas de terror e invasión que viene aplicando EE.UU. durante la última década.


“Ahora, el alineamiento internacional con las estrategias de Estados Unidos e Israel le impide al Estado nacional cualquier posibilidad de avanzar en la investigación y esclarecimiento de la masacre de la Amia… Denunciamos que la política del gobierno argentino permite que la ‘solución final’ de la causa Amia quede en manos de estos genocidas… Es tan grave esta intentona de entrega de la causa Amia que no sólo será la excusa para acompañar las políticas de invasión en Medio Oriente, sino que además se convertirá en el instrumento para imponer las leyes antiterroristas que Kirchner y Taiana se comprometieron a sancionar ante los representantes del Congreso Judío Mundial. Sabemos para qué van a usar esas leyes… Las van a usar para perseguirnos a nosotros, a la sociedad toda, a todos aquellos que enfrentamos al Estado en esta lucha contra la impunidad” (discurso de Laura Ginsberg, 12º aniversario).


A esta conclusión general hemos arribado después de varios años y ricos debates internos, que nos permiten formular una propuesta dirigida a todas las organizaciones políticas, sociales, estudiantiles y de derechos humanos: “Nuestra tarea consiste en instalar una agenda de lucha contra la impunidad en nuestro país junto a los ex detenidos desaparecidos, a los familiares de las víctimas de la masacre del Puente Pueyrredón, al pueblo de Río Tercero, a las víctimas del gatillo fácil, y a los familiares y sobrevivientes de Cromañón. Para que abran los archivos secretos y se entreguen a una Comisión Independiente del Estado, para luchar contra la prescripción, por el juicio y castigo a todos los culpables” (idem).


Llegamos a estas conclusiones y propuestas, después de haber superado el camino que Alejandro Guerrero pretende recorrer. Es que la posibilidad de dar respuesta a las preguntas más elementales, tales como: ¿cómo y por qué el atentado? ¿Por qué no se investigó la zona liberada? ¿Cuáles son los vínculos con los traficantes de armas o drogas?, y a las muchas otras más que permanecen aún sin repuesta, tiene como condición previa la apertura de los archivos secretos que el Estado argentino oculta y su estudio por una Comisión Independiente del Estado.


El esfuerzo por enhebrar con especulaciones sin mayor fundamento o sencillamente falsas un armado caprichoso de hechos presentados como “verdaderos”, no es un aporte que dé respuesta a ninguno de esos legítimos interrogantes. Ni puede considerarse una contribución a nuestras posiciones, desde el momento en que no se refiere a ninguna de nuestras propuestas, ni tan siquiera las menciona. Por el contrario: es un retroceso respecto del esfuerzo por hacer una denuncia de conjunto sobre el papel de los Estados en este crimen y señalar un camino de lucha, una estrategia, que haga posible obtener y abrir los documentos que el Estado nacional y sus socios internacionales ocultan y que pueden dar las respuestas que buscamos.


Si no se refiere a nuestras propuestas… ¿Cuál es — entonces — la contribución que hace?


“De certezas y falsedades”


Bajo este subtítulo, el autor pretende vendernos la verdadera historia de este atentado, sin dar pista de quién se la reveló o en qué autor se inspiró. Por supuesto, tampoco está preocupado por probar sus dichos:


1) Se trató de una conspiración por un vuelto. Lejos de cualquier supuesto que involucraba al país en el conflicto de Medio Oriente, el autor afirma que Menem tenía “demasiadas cuentas a pagar… por ejemplo, los miles de millones de dólares ‘mejicaneados’ por la CIA y el Mossad a Pablo Escobar”… “Con esas maniobras estuvieron vinculados Menem, su socio y contrabandista de armas Monzer al-Kassar, banqueros sionistas de Panamá y hasta el Banco Mayo de Beraja”.


2) “La camioneta no fue otra cosa que una coartada de los asesinos, preparada por la Daia, la Amia, el Estado Argentino, la CIA y el Mossad”.


La tesis central con la que coquetea el autor es que la bomba la habrían puesto Daia/Amia o que los que lo hicieron contaban con su anuencia. Si la coartada de los asesinos fue preparada por Daia y Amia, entonces nuestra acusación de Terrorismo de Estado dirigida contra el Estado nacional sería una exageración, disminuyendo así la responsabilidad eventual de la CIA y el Mossad.


En sus delirios conspirativos, Guerrero transforma a las víctimas en victimarios. Y en vez de explicar las razones de Daia/Amia para sostener por años las “coartadas” que el mismo Estado difundió como propias y verdaderas minutos después del atentado, niega hasta la existencia de las pruebas mismas que conducen a responsabilizar al Estado.


En apenas 3 renglones, construye dos afirmaciones opuestas “Sólo pudo mostrar un pequeño pedazo de motor” y… “En definitiva, jamás hubo rastro alguno de la camioneta…”.


Su afirmación de “que cualquiera pudo haber llevado hasta allí (el motor) en un bolsito de mano”, demuestra que no sabe lo que dice, y aún así, tampoco desmiente la presencia de una camioneta.


3) “Surgen pruebas de la complicidad estatal de los pocos archivos de la Side que, a cuentagotas, Kirchner puso a disposición de los ‘investigadores’”.


Alejandro Guerrero comparte el discurso de Kirchner sobre sus “aportes” para la investigación del atentado. Pero lo cierto es que no hay tal apertura (ni siquiera a cuentagotas) de archivos por parte del gobierno.


Por una agenda contra la prescripción y contra la impunidad


Lo que esperamos como aporte del Partido Obrero y de todas las organizaciones políticas, es que nos ayuden a organizar una agenda de trabajo y el debate contra la prescripción y la impunidad de la causa Amia, en momentos en que el Estado argentino, Daia/Amia y Memoria Activa se preparan para dar una “solución final” al servicio de la guerra de Bush y Olmert, mientras demoran hasta el hartazgo las promesas más vulgares tales como hacerle un juicio a Galeano.


En el marco de estas actividades, podremos debatir, aclarar y superar posiciones como las que expresa Guerrero y que, a nuestro entender, nos alejan del objetivo de la lucha: el esclarecimiento de la masacre de la Amia y el juicio y castigo para todos los culpables.


La guerra en Líbano y la derrota del ejército de Israel reforzaron en el último mes el esfuerzo de la embajada de Israel y de las direcciones de Daia/Amia por usar la tribuna para acusar sin fundamentos a Hezbollah por el atentado a la Amia; en paralelo, gana terreno mediático la acusación inversa que, con la misma falta de pruebas, acusa a Israel por el mismo hecho.


Cuando el primer eslabón de la cadena de criminalidad en la Amia, Carlos Telleldín, asesora con “su experiencia” al padre Grassi sobre cómo embarrar la cancha para exculparlo, y da notas periodísticas sugiriendo que “Israel provocó el atentado”, hay que estar bien despiertos para no contaminarse con la catarata de suposiciones y conjeturas propias de los ‘services’ que inundan nuestras casillas de correo electrónico y se presentan como “investigadores independientes”. Hablamos de los Petrosino, Bini, Sanz, Paollela y Salinas que no hacen otra cosa que diseminar datos que les proporcionan los mismos servicios de inteligencia de Stiusso y cía, verdaderos perpetradores y encubridores de la criminalidad del Estado argentino.


No hay que confundirse ni confundir a la opinión pública: la materialidad del hecho criminal, la autoría criminal de la voladura de la Amia, los responsables del encubrimiento, y los negociados producto de estas actividades delictivas sólo podrán ser esclarecidos con la apertura de los archivos secretos y la intervención de una Comisión Investigadora Independiente del Estado.