Pongamos los votos al ascenso del Frente de Izquierda
La recta final
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El tramo final de la campaña electoral se caracteriza por una dispersión de las fuerzas en disputa -en especial, del kirchnerismo- y, por otro lado, por la continuidad del ascenso del Frente de Izquierda. El apartamiento de Cristina Kirchner, por razones de salud, ha acentuado la falta de liderazgo y de rumbo que distinguió a la campaña del oficialismo en todo su trayecto. La patoteada de Cabandié contra una agente de tránsito no es más que una evidencia del descarrilamiento de esa campaña, al cual se subió alegremente Insaurralde con la decisión de despedir a la funcionaria. Si se confirmara que la filmación del episodio fue una operación de sectores internos del gobierno, la salida de los rieles adquiriría connotaciones aún más críticas.
Es claro que, al menos, ha desestabilizado el cuadro electoral en la capital del país: ha sido la gota que cambia la opción de voto de una parte del electorado kirchnerista. El episodio Cabandié dejó expuesta una metodología de gobierno, que un sector de los medios pretende encapsular en la conducta individual de alguien que llegó muy arriba antes de recibirse para ello. Por otro lado, la fuerte impresión de ascenso del Frente de Izquierda que mostró la votación espectacular del Partido Obrero en las Paso de Salta, viene acompañada ahora por los sondeos que marcan un fuerte crecimiento del PO en Santa Cruz, por lo que algunas consultoras se atreven a ponerlo en una (improbable) disputa por el tercer diputado nacional de la provincia. El dato, de todos modos, lo deja peleando por un fuerte ingreso en la Legislatura provincial dentro de dos años. El acelerado desprestigio de las listas kirchneristas en la recta final provocará, con seguridad, una emigración de su electorado y, lo que es más importante, pondrá de manifiesto sus contradicciones: una parte votará a los ‘destituyentes’ y otra gran parte se desplazará a la izquierda. En la Capital, donde se presentan listas de la izquierda atomizada, nos esforzaremos para que lo haga hacia la izquierda compacta de alcance nacional, el Frente de Izquierda.
Entre el descarrilamiento del oficialismo y el ascenso de nuestro Frente, se desarrollan, sin embargo, varios sacudones políticos en el abanico de los rejuntes centroderechistas y centroizquierdistas. El atentado contra el domicilio del binnerista Bonfatti, el gobernador de Santa Fe, dejó al desnudo una infiltración sin paralelo en la policía local, que ha progresado a la sombra del gobierno del Frente Cívico y Social. Los binneristas (Unen y Frente Progresista bonaerense incluidos) atribuyen este avance al descuido de la ruta 14 por parte de la Gendarmería Nacional, pero dejan de lado, curiosamente, la privatización generalizada de los puertos del Paraná, por donde no solamente pasa -sin control- la mayor parte del comercio exterior, así como las pistas de aterrizaje en el medio rural. El ‘agroquímico’ De la Sota atraviesa una crisis diferente, pero similar. Todo esto suma al tendal de intendencias K y ‘massistas’, que lucran con el narcotráfico. En el Gran Buenos Aires, la llamada "policía de aproximación", que sería dirigida por pequeños déspotas comunales, es una propuesta que apunta a criminalizar a los barrios carenciados, para distraer mejor la atención acerca de las conexiones del delito organizado con el poder del Estado.
Duros somos más
La derrota electoral del oficialismo en las Paso, con una pérdida del 50% de los votos que obtuvieron en 2011, fue acogida por los K como un mensaje a favor de una mayor ‘mano dura’. Insaurralde propuso enseguida reducir la imputabilidad de los menores a los 14 años. En la misma onda, fue designado como ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires el intendente ‘gatillo rápido’ Alejandro Granados, a quien el oficialista Cels había acusado de formar escuadrones de la muerte contra la juventud. "En la vida hay que elegir": Cristina Kirchner se ‘calzó’ de inmediato para presidir un acto de apoyo al intendente del palo de Scioli.
No es el Banco del Sur, pero…
La decisión de indemnizar a los pulpos privatizados que litigaron en el Ciadi, por los perjuicios que les ocasionó la pesificación de 2002, demuestra que la entregada a Chevron no tenía nada que ver con la tecnología del gas no convencional, sino con un giro general de la política económica hacia el ajuste, la devaluación y un nuevo ciclo de endeudamiento con los mercados internacionales. La indemnización fue reclamada por Obama como condición para acceder, ante la Corte norteamericana, en favor de un arreglo menos oneroso para Argentina con los fondos buitres. Argentina pagará en bonos -o sea, deuda internacional- 500 millones de dólares, por la violación de los contratos leoninos firmados por Menem a cinco privatizadas que se retiraron del país. Esto ocurre cuando acaba de renovarse la ley de emergencia, que otorga al Estado la discrecionalidad frente a los contratos que afecten el Tesoro público. Se viola el derecho de los jubilados al 82%, mientras se lo conceden a los vaciadores de Argentina.
El Ciadi es un tribunal del Banco Mundial, que impone sentencias sin tener potestad o capacidad judicial. Un litigio en puertas, en este lugar, es el que enfrenta la Argentina con Repsol, la misma que vació YPF con el auspicio de los K. De acuerdo con el CEO de YPF, Galuccio -un hombre de Schlumberger, un pulpo de servicios petroleros que trabaja con Chevron-, el arreglo con Repsol estaría listo antes de fin de año. En todos los casos, estamos frente a acuerdos leoninos que violan la soberanía nacional y provocan un nuevo incremento de la deuda pública, la que ya supera la friolera de los 220.000 millones de dólares. Los K y los chavistas querían un Banco del Sur, pero los K, al menos, han recalado en el Banco del Norte.
Se ha comenzado a saber que las empresas que comenzaron las demandas son, en realidad, propiedad de los fondos buitres -que las compraron, oportunamente, a precios de remate. De modo que estos acuerdos deben entenderse como arreglos con los buitres. A fines de 2014, cuando venza la cláusula del acreedor más favorecido, que extiende a todos los acreedores cualquier mejora que se establezca a cualquiera de ellos, los K consumirán la última gota del cáliz de la capitulación financiera.
A cambio del acuerdo en el Ciadi, el Banco Mundial ofreció un préstamo por 3.000 millones de dólares para el desarrollo de servicios básicos. Estos servicios, sin embargo, no requieren dólares (no necesita importar nada), sino pesos. O sea que se ha contraído una nueva deuda externa para pagar las que van venciendo (en dólares) -muchas de ellas con el mismo Banco Mundial. La deuda externa sigue siendo una hipoteca impagable. El Presupuesto 2014 prevé el uso de 9.000 millones de dólares de las reservas del Banco Central para pagar deuda. Massa y De Narváez, en completo acuerdo. Carrió se abstuvo en el voto para reabrir el canje con los fondos buitres, mientras Prat Gay y Lousteau comentan la noticia mientras los pájaros vuelan. Argentina marcha hacia una mega-devaluación para pagar la deuda externa por medio de nuevas deudas, no por razones de necesidades del comercio exterior. Los ‘cedines’, la ‘baades’, los ‘contado con liqui’ son instrumentos financieros que cotizan a alrededor de nueve pesos el dólar.
Vaciamiento político
La campaña electoral no discute estos temas, ni la precariedad laboral y salarial. En una reunión de la CGT oficial, el gobierno y las entidades patronales, fue rechazada la propuesta de que los sindicatos (la burocracia) controlen las condiciones de trabajo en las empresas. Este vaciamiento político de la campaña electoral explica que los debates no pasen de las chicanas. Carrió se esconde de Aníbal Fernández abajo de un auto, pero no repudia el acuerdo con el Banco Mundial y el Ciadi. Lo mismo vale para Macri y para Massa. Massa bajó diez kilos de peso y algo parecido en las encuestas.
El conjunto de la oposición tradicional apoya el curso tomado por el gobierno "en la transición". "No somos golpistas", dicen para que los K agoten la cicuta hasta el final. Es un factor retardatario en el desarrollo de la crisis, porque desarma al pueblo frente al ajuste. Bajo la consigna: "que las internas decidan el candidato en 2015", el oficialismo y la oposición buscan superar la atomización que las aqueja y armar el dique político para contener el desplazamiento de las masas hacia la izquierda. Este armado político-económico se va a fagocitar a todas las izquierdas oficialistas, sean nacionales y populares o progres, las que simplemente no querrán perder cargos y carreras. El Frente de Izquierda y el Partido Obrero emergen, en estas condiciones, como el punto de reagrupamiento de la clase obrera para dar la pelea contra un nuevo intento para que la crisis la paguen los trabajadores.
El Frente de Izquierda
El Frente de Izquierda llega a esta última fase de la campaña electoral en pleno ascenso. Los resultados electorales podrían acelerar ese ascenso -sin por eso polarizar de inmediato la situación política o, eventualmente, ralentizarlo, pero sin llegar a revertir la tendencia general. Ahora, la pelea final es por seis o siete diputados -una expectativa de máxima. El resultado electoral de Salta ha tenido un gran impacto político nacional, que el gobernador Urtubey resumió, en la noche de los comicios, como la alternativa entre polos irreconciliables: PJ o PO (Frente de Izquierda). Es que Salta marca en qué dirección se encamina el país a partir de la desintegración de los partidos tradicionales. Salta no es una isla. En todas las provincias, el Frente de Izquierda obtendrá cifras crecientes y disputará el ingreso en el Congreso, las legislaturas y los concejos en numerosos distritos.
El núcleo de la labor política de la izquierda revolucionaria pasa por el desarrollo, en la clase obrera y la juventud, de la conciencia de la nueva situación que se va creando. Participamos de estas elecciones con una perspectiva histórica. El agotamiento de la capacidad del arbitraje oficial crea una transición política que convertirá al Congreso en una rueda fundamental del régimen político presente. Tenemos que estar ahí, para visibilizar la naturaleza real de las contradicciones en que se debate la sociedad y hacer de nuestras bancas una tribuna y un factor de organización. Debemos empeñarnos en explicar esto a todos los electores afectados por la crisis. El Congreso será un escenario para influir en la transición política en curso. Esta es una diferencia mayor con la transición de 2002/3 -en especial por la oposición a formar un frente de izquierda, apoyada, en aquella ocasión, en los trabajadores, las fábricas ocupadas y el movimiento piquetero.
Se trata de un nuevo comienzo, que arranca desde más arriba.
El Frente de Izquierda al Congreso.