Plan de lucha
¡Por la victoria, Villa!

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Esta movilización extrema de todo un pueblo contra la arbitrariedad del explotador capitalista, tiene un inconfundible carácter político, pues se refiere a la cuestión de quién decide el destino de la colectividad. López Aufranc lo señaló con claridad cuando dijo que lo que se decidía era quién mandaba en la fábrica. En consecuencia, esta lucha puede ser ganada por los trabajadores si es impulsada en forma consecuente. Luego de la victoria de los ferroviarios y de la victoria en Catamarca, Villa puede ser el escenario de la tercera victoria seguida de los trabajadores.
La dirección de la UOM invitó a ocupar la tribuna del acto a Mary Sánchez, de CTERA, y a Charadía, de la burocracia de Lorenzo Miguel. De las intervenciones de ambos no surgió para nada que su presencia en Villa y su invitación por parte de Piccinini, estuviera ligada a alguna política de solidaridad práctica o activa con esta lucha. Mary Sánchez declaró recientemente que no hay ninguna posibilidad de paro general, y en su propio gremio se esfuerza por convertir a esta mentira en ley y en política. Miguel, por su lado, no solamente no ha movilizado a los metalúrgicos sino que es responsable del avance de la ley de desempleo en el Congreso, la cual está respaldada por los diputados “sindicales”, y es responsable también de que Acindar haya impuesto su política en su taller de La Tablada. Los trabajadores necesitan de los dirigentes sindicales respaldos concretos, no saludos a la bandera o lágrimas de cocodrilo.
El cierre del acto estuvo naturalmente a cargo de Piccinini, quien tiene una gran autoridad en Villa y entre los trabajadores, precisamente por aquello que López Aufranc le critica y él mismo se reprocha— el papel combativo que jugó en la huelga de 1975, en el “villazo”. Los que entonces lucharon y los que entonces cayeron tienen el inmenso honor de haber sido los únicos que se opusieron al avance de la inminente dictadura militar y de sus verdugos y asesinos de la patronal de Acindar.
El concepto principal que formuló Piccinini fue cuando reclamó a la patronal que “se someta al Estado de derecho y a las leyes en vigencia”. Porque aunque es cierto, en un ciento por ciento, que la patronal ha violado el derecho y la ley vigentes, ello sólo es posible porque el Estado que respalda ese derecho y los legisladores y jueces encargados de la ley, están del lado de la patronal. De manera que confiarle al Estado de derecho y a la ley la solución favorable del conflicto para los trabajadores, es una política que llevará a la derrota. El Estado de derecho convalida la violación del derecho todos los días y hasta se vale de las triquiñuelas del derecho para darle validez jurídica a su ilegalidad. Si la Constitución dice que el Presidente no puede dictar leyes, los legisladores dictan una ley (de emergencia) que autoriza al Ejecutivo a hacer por decreto lo que sólo se puede hacer por ley.
En lugar de la perspectiva de un fallo favorable del Estado de derecho, es necesario un plan de lucha de la zona, del litoral, nacional que apunte a quebrar a la patronal, explotar la división que tiene con otras patronales y doblegar al Estado de derecho para imponer las reivindicaciones de los trabajadores. Mientras tanto Piccinini sigue insistiendo para quien quiera oírlo, que el sindicato ha propuesto la apertura de un registro voluntario de retiro, lo que significa que no cree en una lucha de largo aliento, y un registro que no tiene nada de voluntario porque el que se anota lo hace porque la política sindical le ha quebrado la moral.
Varios dirigentes de la UOM Villa han denunciado acertadamente que está en peligro “la existencia misma de la organización gremial”. Precisamente por esto es necesario un plan de lucha de conjunto, el reclamo de un paro regional y nacional, y la convocatoria a un congreso de delegados desde San Lorenzo a San Nicolás, para decidir quién manda: si el pueblo en lucha o el Fondo Monetario.
Acevedo-López Aufranc-Pellegrini
1975/1980: Acindar, centro de torturas
Las ganancias de la patronal de Acindar han engordado no sólo con la explotación de miles de trabajadores sino también con la sangre, la tortura y el asesinato de decenas de delegados y activistas durante la dictadura videliana, bajo la cual la planta se convirtió en un verdadero campo de concentración.
Así lo atestigua el informe del oficial inspector (RO) de la Policía Federal Roberto Peregrino Fernández, cuyo testimonio ante la Comisión Argentina de Derechos Humanos fue presentado ante las Naciones Unidas en 1983. “Las patronales de las industrias metalúrgicas instaladas allí, en forma destacada el presidente del directorio de Acindar, ingeniero Arturo Acevedo — explicó Fernández—establecieron una estrecha vinculación con las fuerzas policiales mediante pagos extraordinarios en dinero. Acindar se convirtió en una fortaleza militar, con cercos de alambres de púas. Los oficiales que custodiaban la fábrica se alojaban en las casas reservadas para los ejecutivos de la empresa... Acindar pagaba a todo el personal policial un plus extra en dinero, suplementario al propio país que percibían ya del Estado esos efectivos. El pago estaba a cargo del Jefe de Personal, Pedro R. Aznárez y del Jefe de Relaciones Laborales, Roberto Pellegrini”.
En su libro “Como los nazis, como Vietnam”, Alipio Paoletti revela que “Acindar, para facilitar la actividad represiva ilegal, ordenó a fines de 1975 que sus 5.000 operarios realizaran el trámite para la obtención de la cédula de identidad de la Policía Federal y un nuevo carnet de fábrica, para el cual se procedió a fotografiar a los trabajadores. Todo este material luego fue utilizado para realizar secuestros, detenciones y asesinatos de activistas fabriles. El helipuerto reservado para los viajes del por entonces presidente de Acindar —José Alfredo Martínez de Hoz— fue base para otras naves utilizadas en la represión. A Pellegrini y a Aznárez se los acusa de co-responsabilidad en numerosos asesinatos de obreros. Ambos siguen en los mismos puestos”.
Más de veinte funcionarios de Acindar —además de López Aufranc, Pellegrini, Aznárez y Acevedo— son denunciados por Ro y represores. Todos ellos continúan hoy en sus puestos en la empresa.
Deuda externa, promoción industrial
Los “curros” de Acindar
¿De quién es la empresa?
A pesar de sus conocidas limitaciones intelectuales, López Aufranc planteó una cuestión que merece respuesta: “¿Quiénes son los dueños de Acindar, los trabajadores o los accionistas”?
Para la teoría económica burguesa, el capital es el producto del esfuerzo personal de acumulación. En esta interpretación, deberían considerarse parte de la iniciativa individual las guerras internacionales y civiles, la represión, las dictaduras, la muerte y el exterminio, porque todos estos flagelos han tenido como función histórica la defensa de la propiedad capitalista, hacer factible la reproducción del capital, y la afirmación del derecho de explotación. Pero el capital no es en realidad más que el trabajo social acumulado, o sea la confiscación privada del trabajo colectivo de los obreros.
En el caso de Acindar la expropiación de los obreros como génesis de la acumulación del capital, es considerablemente más prosaica. Lo mismo ocurre con otros “capitanes de la industria". Los subsidios, "curros" y estafas que se encuentran “acumulados” en el capital de tos accionistas de Acindar superan considerablemente el valor de tos activos de la empresa.
En el primer lugar del ranking de los “curros" figura, incuestionablemente, la estatización de la deuda externa de Acindar, por un valor de 680 millones de dólares. En tos tiempos precisamente del primer Cavallo (1982) se tomaron las disposiciones que permitieron a los capitalistas transferir su deuda con los bancos del exterior al Estado, el cual a partir de ese momento la pagó con creces mediante la reducción de los salarios y el incremento de los impuestos al consumo. ¿De quién son, Lopecito, esos 680 millones de patos verdes: de los capitalistas que te dan las órdenes o de los contribuyentes-trabajadores de Argentina? En cualquier tribunal judicial honesto, Acindar sería inmediatamente nacionalizada o expropiada como forma de resarcir económicamente a los trabajadores.
El segundo gran "curro" ha sido la ‘‘promoción industrial". Este subsidio le permitió a Acindar dejar de pagar impuestos por montos considerables y valores desconocidos, gracias al simple expediente de facturar como fabricado en un galpón de San Luis una parte de la producción de Villa Constitución. Una idea de las cifras envueltas se puede obtener de la disputa que aún mantienen varias empresas por la compra del crédito fiscal de Kohner Salgado por cerca de 500 millones de dólares. Entre el “curro” de la estatización de la deuda externa y la “promoción industrial” se obtienen valores que superan por lejos el capital declarado por Acindar en la Inspección de Justicia o en la Bolsa. Acindar, como por otra parte el conjunto de tos “capitanes de la industria", procedió en el curso de su desenvolvimiento a una gigantesca confiscación económica de los trabajadores por vía de la política fiscal y cambiaria del Estado (... y hay izquierdistas que defienden la estatización capitalista). Sólo en las semanas de hiperinflación, cuando el poder adquisitivo del salario se reducía a una tercera parte o al diez por ciento, esta confiscación económica permitía una gigantesca acumulación de capital, que luego se derivaba a depósitos fuera del país. ¿El capital es un esfuerzo individual? Patrañas interesadas, Lopecito.
Por último, pero no menos importante, Acindar aumentó su producción mientras reducía personal, incrementando de esta manera el monto del sobrevalor producido por los trabajadores. A pesar de la mentira de moda, según la cual la productividad de los trabajadores no aumentaría, el Economista (22/3) nos informa que “en sólo siete años los planteles de la empresa fueron disminuidos desde 8.300 operarios a 5.950... (con lo) que obtuvo una mejora sustancial de las tasas de producción por obrero ocupado”. Estos incrementos no salieron de la musculatura fofa de los Lopecitos o Acevedos, menos de su mente pirata, y todavía menos son consecuencias del ahorro nacional de Acindar, que tiene miles de mitones de dólares en el exterior y que no invirtió nada en toda la década del'80.
La respuesta es: Acindar es de los trabajadores, no sólo de los de Villa, sino de todo el país. Cuando esto se efectivice dejará de ser una cárcel y no volverá a ser nunca centro de torturas, y así se transformará en el espacio de un trabajo creador.
¡Fuera los parásitos capitalistas de Villa!