Políticas

26/6/2008|1043

Por qué el oscurantismo copó la Amia

El final anunciado de los laicos y la impostura moral del rabino Bergman

Una alianza entre dos sectores religiosos enfrentados por cuestiones teológicas -el ortodoxo (37,7%) y el conservador (Sergio Bergman, 23,3%)- asumió la dirección de la mutual judía Amia, desplazando después de medio siglo a los laboristas de Avodá (33,3%). El rabino Bergman fue llamado de traidor incluso por integrantes de su lista -sus votos hubieran podido sostener a Avodá- y el novel presidente, el empresario Guillermo Borger, potenció el escándalo al recordar lo que nadie ignora: para los ortodoxos sólo son judíos "genuinos" los que se rigen por la Torá, nacidos de madre judía (ley del vientre). Los conversos y los hijos de matrimonios mixtos ni siquiera pueden ser enterrados en cementerios comunitarios. La victoria fundamentalista pone en cuestión que la Amia siga dando apoyo económico a las instituciones educativas o sociales no ortodoxas (Página/12, 22/5). En medio de un debate "sin precedentes", el progresismo se desagravió a sí mismo con un acto el día de la asunción de Borger, en el que todos culparon del viraje oscurantista a los judíos "no genuinos", por su poca participación en instituciones que los rechazan.

Hasta hace un par de años esta asistencia no hubiera sido siquiera mencionada, porque el fundamentalismo confesional era una minoría reducida de la colectividad judía. Desde hace un tiempo se ha convertido en una primera minoría masiva, convergiendo de este modo con procesos confesionales derechistas de otros países -desde el Medio Oriente a Estados Unidos pasando por el crecimiento de corrientes xenófobas en Europa en su conjunto. Que el rabino Bergman haya sido el aliado privilegiado que le dio el triunfo a los ayatollahs judíos demuestra el extremo de su impostura republicana o liberal, así como el de toda la jauría que integra la ‘sociedad bien' de Argentina. El debate sobre la definición del ‘judío genuina' es una maniobra diversionista de los sectores que se presentan como laicos para disimular su responsabilidad en la colonización de la masa judía de Argentina por parte del oscurantismo más reaccionario.   

La Amia concentra la red escolar judía, archivos de la inmigración, bibliotecas, la Federación de Comunidades Judías de todo el país, servicios sociales que llegan a 25.000 personas, comedores para indigentes, centros deportivos y culturales y la mayor bolsa de trabajo no estatal de América Latina. Los rabinos de la ultraderecha religiosa lograron apropiarse de la institución judía con tradición más laica del planeta porque hace tiempo que controlan la mayoría de las escuelas y de la asistencia social en un contexto en el que, según la Fundación Tzedaká, hay 50.000 judíos por debajo de la línea de la pobreza (1 cada 4). Otra gran vía de reclutamiento son las 70 escuelas -la abrumadora mayoría religiosas y sionistas- adonde acuden unos 22.000 chicos (datos del Congreso Judío Latinoamericano). Que sean educados con programas de estudios resueltos en Tel Aviv, que exaltan el odio a los árabes, legitiman la superioridad racial y masculina, celebran la política de ocupación y promueven desde el jardín de infantes la emigración hacia Israel, no ha sido un obstáculo para que el Estado argentino las subsidie.

De todos modos, la derecha confesional se solventa con fondos del imperialismo y de los grupos sionistas norteamericanos, que saben de la efectividad de la asistencia social como método de cooptación política. Es la misma receta que aplicaron cuando subsidiaban a Hamas y a Hezbollah para combatir a las corrientes laicas del nacionalismo árabe. Los conservadores y los seculares son impotentes para detener este avance -que reproduce sus pactos políticos dentro del Estado de Israel- porque un acuerdo estratégico los une a los ortodoxos: el intento de convertir en sinónimos judaísmo y sionismo, y de disciplinar a los judíos de la diáspora en una defensa cerrada de la política israelí.     

Como la inmensa mayoría de las mutuales comunitarias, la actual Amia fue fundada -con el nombre de Chevra Kedusha Ashkenazi- en febrero de 1894 por obreros anarquistas, socialistas e internacionalistas judíos, escapados de los pogroms zaristas y europeos y de la hambruna. Fueron protagónicos en la construcción de los primeros partidos, periódicos y sindicatos obreros y, por eso mismo, perseguidos con particular saña. El carácter laico e izquierdista de la mayoría de la comunidad judía fue castigado también por la dictadura: sobre 30.000 desaparecidos, más de un 10% eran de origen judío, diez veces más que la proporción general de la población. Mientras tanto, el Estado de Israel le vendía armas a Videla.

Guillermo Borger dijo el día que asumió que "Israel es el centro de la vida judía". ¿Cuál es la diferencia con las direcciones "laicas y progresistas" precedentes, que siguiendo la política sionista traicionaron el reclamo de justicia para las víctimas de la Amia y la Embajada y encubren la responsabilidad del Estado argentino por los atentados? "Cualquier lista que gane estas elecciones seguirá poniendo el tema Amia al servicio de las exigencias de la presidente Fernández de Kirchner y de las necesidades del Estado de Israel y del Departamento de Estado de poner el tema Amia al servicio de la guerra en Medio Oriente", señaló Apemia poco de las elecciones, y añadió: "Parecen discutir sobre la asimilación, los matrimonios mixtos, las escuelas, los entierros, etc., para no debatir los actuales problemas políticos que siguen poniendo en crisis a esta comunidad: todos están de acuerdo en mantener los estrechos vínculos con el Estado y con el gobierno del matrimonio Kirchner, buscando junto a ellos terminar con el lastre que les significa los atentados a la Embajada y a la Amia, aún sin resolver".

Todos los pronósticos fueron confirmados. La recuperación de las tradiciones libertarias del pueblo judío pasa por la lucha por verdad y justicia para las víctimas de la Amia y la Embajada y por una condena sin concesiones al pisoteo del derecho nacional palestino y a la masacre del pueblo palestino.   

Olga Cristobal