Políticas

21/6/2007|997

Por qué falta el gas

Un caos perfectamente planificado

Que una moderada ola de frío —en duración e intensidad— haya provocado más de 30 muertos en la última semana de mayo es un tremendo indicador de la miseria social sobre la que se basa la recuperación económica kirchnerista. Intoxicados, carbonizados, congelados: así murieron las familias trabajadoras que pagaron con sus vidas el saqueo de la nación. En prácticamente todos los casos, las muertes se debieron a la falta de gas natural. El 70% de los hogares pobres del país no tienen gas y para calentarse deben emplear garrafas (siete veces más caras que el gas natural), querosén, leña o carbón, estos últimos causantes de las muertes por inhalación de monóxido de carbono y por incendio. ¿Cuántas catástrofes más traerá la actual ola de frío?


En el Gran Buenos Aires, la distribución de gas natural abarca cada vez menos hogares porque no hay inversión en redes mientras la población crece. Lo mismo sucede en las grandes ciudades del interior. Pero aunque se hubiesen construido más redes de distribución domiciliaria, no habría gas para distribuir porque los grandes caños que lo traen desde los yacimientos no tienen más capacidad de transporte. Y así hubiera más capacidad de transporte, tampoco habría gas, porque las petroleras que lo extraen “le han puesto la tapa a los pozos” y están produciendo menos.


Los monopolios de la energía no invierten desde hace años. Por eso no hay gas. Reclaman aumentos en las tarifas y en los precios del gas en “boca de pozo” (al momento de extraerlo) para financiar las inversiones. Saben que esta decisión lleva al caos energético y no han hecho nada por evitarlo. Al contrario, lo han fomentado porque una “crisis energética” apurará la decisión del gobierno para darles lo que reclaman.


Esto ya lo entrevieron los especuladores y los fondos de capital. El Cronista (30/5) dice que “los analistas afirman que invertir en acciones energéticas, aún con una profunda crisis en puerta, resulta hoy una apuesta interesante. De hecho, se sostiene que la mayoría de estos papeles están hoy baratos, ya que se confía en que tarde o temprano el Gobierno termine autorizando una actualización de sus tarifas. Y la crisis, de hecho, es un factor que puede acelerar los tiempos”. Un analista de un banco de inversión agrega que “en algún punto, la crisis juega a su favor [de los monopolios energéticos] porque hace más urgente la necesidad de solucionar los temas que las afectan”.


Entonces, a los muertos no los mató el frío sino la extorsión de los monopolios energéticos sobre la población para imponerle el aumento de las tarifas. Son muertos a conciencia, una consecuencia buscada.


Algunos datos


• Gas: entre 2001 y 2006, “en gas natural, subió la demanda 26,2% y la oferta, apenas 0,7%” (La Nación , 3/6).


• Petróleo: “La producción cayó en 2006 por noveno año consecutivo” (El Cronista, 21/5).


• Gasoductos: la capacidad máxima de transporte sigue en 128 millones de metros cúbicos, prácticamente lo mismo que en 2001 (Clarín, 3/6).


• Transporte de electricidad: la longitud en kilómetros de la red de alta tensión creció entre 2001 y 2006 un 3,7%. Por eso el sistema de transporte de alta tensión se encuentra operando al borde del colapso. El incendio de la estación transformadora de Ezeiza se debió a “años sin inversiones” y a que “los equipos operan al ciento por ciento de su capacidad” (Infobae, 7/6).


• Productos refinados del petróleo: las refinerías producen 12 millones de m 3 de gasoil/año desde 1998. La demanda es de 13 millones (Clarín, 8/6). Según el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (IAPG, un lobbista del sector), entre 2000 y 2006 aumentó sólo un 8% el volumen de los productos refinados del petróleo (nafta y gasoil, especialmente), pero sólo el consumo de gasoil crece entre el 6% y el 8% anual (Clarín, 13/6).


La defensa de la privatización de los ’90 les ha permitido a los monopolios provocar una crisis energética descomunal. La superación de esta situación requiere de un nuevo orden social que determine un sistema energético cuyo eje sea la satisfacción de las necesidades de la población y no el lucro de los monopolios.