Políticas

6/3/2003|791

Por qué fracasó el frente de izquierda

¿Es posible resumir en dos palabras las razones del fracaso de la tentativa de formar un frente electoral entre Izquierda Unida y el Partido Obrero?


Sí, es posible.


Mientras para el Partido Obrero el frente de izquierda debía servir para luchar contra el intento de la burguesía de restaurar su autoridad política, jaqueada por la rebelión popular, por medio de las elecciones, para los dirigentes de IU el frente de izquierda debía servir para luchar contra el Partido Obrero.


La manifestación más grosera de este propósito faccionalista fue el veto a que Jorge Altamira integrara la fórmula presidencial en la candidatura a vicepresidente asignada al Partido Obrero. El argumento esgrimido por esos dirigentes fue que la fórmula presidencial no debía incluir a “los principales referentes” de los partidos. Es decir que los dirigentes de IU, mediante un pase mágico, querían de repente convertir a “la unidad de la izquierda” en un frente “extrapartido”, aun sabiendo que el Partido Obrero simplemente no tiene esos candidatos extrapartidarios por la sencilla razón de que luchamos para construir un partido. Sin embargo, cuando los representantes del Partido Obrero sustituyeron el nombre del “referente” por Marcelo Ramal, los dirigentes de IU volvieron a poner su veto alegando que significaba promover una figura del Partido Obrero en la Ciudad de Buenos Aires!!!


En los anales del faccionalismo no hay registro de semejante atropello. La única preocupación de nuestros “aliados” es bloquear el desarrollo político del Partido Obrero.


Está claro que para los dirigentes de IU el frente debía ser, antes que nada, un instrumento contra el PO y sólo después de esto quizás convertirlo en un frente contra los candidatos del imperialismo.


Los dirigentes de IU también querían que el Partido Obrero no tuviera ninguna posibilidad de conseguir representación en las legislaturas nacionales o en los municipios, y sólo aleatoriamente, en un caso, en el Congreso Nacional. Alegaban para ello los resultados de las elecciones de octubre del 2001. Pero para repetir por anticipado las elecciones de esa fecha el Partido Obrero no necesita de ningún frente. Como dato político es mucho más significativo el desarrollo del Partido Obrero desde diciembre del 2001, porque se trata de un desarrollo militante en el movimiento piquetero, en las fábricas ocupadas y en las asambleas populares. El papel jugado por el Polo Obrero en las marchas federales y en la concentración de la Plaza de Mayo, el 20 de diciembre pasado, no tiene rival en ninguna otra organización popular.


En Tucumán, el mes pasado, Vilma Ripoll reunió en un acto de IU a 50 personas; en setiembre, Blanco y Altamira habían reunido mil.


El pasado 1° de Mayo, en Córdoba, IU junto con la burocracia de la Cta reunieron menos gente que el Polo Obrero en el acto independiente del movimiento piquetero.


El reciente 1° de marzo, IU juntó en la Plaza de Mayo alrededor de 3.500 personas, el Partido Obrero reunió, en cambio, más de cuatro mil, el 3 de agosto pasado, en el miniestadio de Ferro. El Polo Obrero por sí solo juntó más gente que el acto de IU, en el acto con el Mijd en el estadio de Atlanta en enero pasado.


La sustitución de los registros de organización y de lucha por los electorales, delata el contenido de la política de estos dirigentes de IU, que confiesan de este modo su carácter electoralista.


Sin embargo, cuando tanto los registros militantes como electorales le daban al Partido Obrero una primacía en las candidaturas, como en Neuquén y en Catamarca, los dirigentes de IU rechazaron cualquier posibilidad de un frente, condicionándolo a una división paritaria del tiempo de los mandatos que se consiguieran. El Partido Obrero aceptó, con todo, esta condición, pero ello tampoco permitió allanar el camino para el frente.


Los dirigentes de IU vinieron a las discusiones con el Partido Obrero con la línea de impedir el frente de izquierda.


El faccionalismo de los dirigentes de IU, como línea estratégica, no es un rayo en cielo sereno. Dividieron el acto del 1° de Mayo, organizando una concentración electoral en el Obelisco contra el acto piquetero en Plaza de Mayo. El 20 de diciembre pasado los dirigentes del Mst ordenaron a sus militantes abandonar el acto en la Plaza cuando se anunció el cierre a cargo de Néstor Pitrola. En relación al Mst los ejemplos de este tipo superan la capacidad de enumerarlos en un solo artículo.


En violento contraste con este faccionalismo antirrevolucionario, el Partido Obrero y el Polo Obrero han sido factores decisivos en el desarrollo de la unidad organizativa y de lucha en el movimiento piquetero. Primero, con la promoción de las Asambleas Nacionales de junio y agosto del 2001, con la Ccc, la Ftv y el Mtl, y luego (a partir de la integración al Estado de la Ccc y de la Ftv) con la formación del Bloque Piquetero y más recientemente con el llamado Frente Piquetero, esto cuando incluye en las jornadas de lucha a Barrios de Pie y al Mijd.


Frente una coalición que ha hecho durante años demagogia con la unidad de la izquierda, lo que acaba de ocurrir sirve como clarificación. Pero a nadie se le escapa que ha constituido un golpe político y moral para sus militantes, en especial los del movimiento piquetero. Más temprano que tarde estos compañeros van a pasar la factura por la liquidación criminal de la posibilidad de un frente de izquierda en un momento histórico tan crucial.


Sería injusto (y por sobre todo un error) descubrir el faccionalismo de la dirección de IU contra el Partido Obrero sin señalar las relaciones faccionales y liquidacionistas que caracterizan el vínculo entre los propios dirigentes de IU. En las semanas previas a las discusiones con el Partido Obrero, los dirigentes del Mst y del Pc se libraron a toda clase de acusaciones por medio de la prensa diaria, responsabilizándose recíprocamente por la posibilidad de una ruptura de su coalición. Prácticamente, no actúan unificados en ningún lado. Pero un “frente” unido no por el amor sino por el espanto, es un peso muerto, no tiene vigencia ni futuro. El incontrolado apoyo que dieron a Lula, incluso cuando éste ya había hecho un acuerdo electoral con la derecha oscurantista y anunciado que firmaría con el FMI, es una prueba palmaria de su muerte anunciada.


Las divergencias políticas de fondo no siempre se presentan de un modo claramente programático; a veces asumen formas faccionales y hasta perversas. Para entenderlas hay que buscar el fondo de ellas, no simplemente indignarse por su aspecto exterior. Para el Partido Obrero el frente de izquierda debía servir para enfrentar el intento de reconstrucción política del Estado capitalista golpeado por la rebelión popular y para preparar, mediante la propaganda y la fisonomización de una dirección política, la próxima etapa de la rebelión popular. Para los dirigentes de IU, debía ser una maniobra faccional contra el Partido Obrero para instalarse progresivamente en las instituciones parlamentarias del Estado con exclusión de la izquierda revolucionaria. Se trata de una línea de integración al Estado, como la seguida por el PT de Brasil o el Frente Amplio de Uruguay.