Políticas

19/8/2022

Por qué Pablo Moyano ataca al PO

Conferencia CGT.

“El Partido Obrero es el único que no tiene obreros”. Esta declaración de Pablo Moyano fue dicha en un momento de gran incomodidad de la burocracia sindical durante la conferencia de prensa brindada por la CGT el 17 de agosto. Sucede que la pregunta periodística había puesto el dedo en la llaga: “¿Qué opina el triunvirato de lo que dijo Belliboni?”, es decir, del contraste entre la movilización a Plaza de Mayo con el “paseo” de la CGT, y, especialmente, del reclamo de un paro nacional y un plan de lucha.

Daer quiso salir del paso (“no somos exégetas de Belliboni”), mientras Moyano optó por un choque frontal. Es fácil observar que se trata de una chicana vieja y gastada. Más aún cuando fue dicha el mismo día que una gran movilización de decenas de miles de trabajadores y trabajadoras copaba la Plaza.

En el acto de esta marcha hicieron uso de la palabra destacados activistas, incluidos dirigentes del Partido Obrero que encabezan las principales luchas del momento (Belliboni y Crespo). El PO, entonces, no solo “tiene” obreros y obreras, sino que es parte activa y protagónica del movimiento real de nuestra clase trabajadora.

El partido de Moyano -el PJ- gobierna el país, nos entregó al Fondo Monetario Internacional, recortó con su política la participación obrera en la renta nacional y acaba de encumbrar un seudo “súperministro” que oficia de agente directo de la embajada norteamericana. Indudablemente, los obreros “del partido” de Moyano atraviesan una etapa de gran frustración política, porque el que iba a ser su gobierno de recuperación de las condiciones sociales atacadas por el macrismo concluye en lo contrario -un ajuste redoblado.

El ataque de Moyano, entonces, es más bien defensivo. Alerta ante la posibilidad de que más compañeros y compañeras quieran sindicatos como el Sutna, que pelean sin ataduras, mientras la burocracia sostiene al gobierno patronal. O que más trabajadores y trabajadoras en situación precaria o desocupada se sumen a las filas del movimiento piquetero independiente, y no solo luchen sino que también se proyecten políticamente, como ocurrió en las últimas elecciones de concejales en tantos distritos del conurbano bonaerense.

Es un miedo compartido por muchos dirigentes del PJ: de hecho, Cristina Fernández de Kirchner exigió que los intendentes y gobernadores recuperen “el territorio” con sus punteros frente a un movimiento de lucha que “se les va de las manos”.

La chicana de Moyano es una muestra de impotencia frente a una realidad que escapa a su control -una típica reacción de burócrata. Tampoco es nueva. Verbitsky, el alcahuete del poder y los servicios de inteligencia que regentea un portal periodístico, nos había atacado del mismo modo cuando la sangre de nuestro compañero Mariano Ferreyra aún estaba fresca.

Con el clásico recurso de transformar a las víctimas en victimarios, Verbitsky escribía “partido ‘Obrero’” entre comillas, confundiendo su vulgaridad con sofisticación -típico de los pequeño burgueses corrompidos por el Estado. Lo hacía, además, en diciembre de 2010, cuando el gobierno de CFK encarceló a los trabajadores ferroviarios del PO -supuestamente “sin obreros”- por seguir el reclamo de pase a planta, mientras los asesinos de Mariano, que habían salido de una patota organizada por la burocracia sindical oficialista, seguían libres.

Moyano, Verbitsky y compañía estuvieron con Pedraza, que había dejado de ser obrero hace rato, para convertirse en parte de una casta privilegiada -burócrata sindical- primero, y directamente en empresario, después.

Es el mismo recorrido de Moyano y su clan familiar: hace rato dejaron de ser parte de la clase obrera para pasar a tener vidas de burgueses, manejando empresas y recursos millonarios gracias a los aportes de sus afiliados. El sindicalismo empresarial -que es absolutamente generalizado en toda la cúpula de la CGT y la mayoría de los gremios burocratizados- es la negación de ser obrero. Ni hablar del patético final para el injustificado prestigio de Verbitsky, colándose en la fila de vacunación mientras miles morían, solo por tener línea directa con el poder.

El Partido Obrero, por el contrario, selló su destino al de la clase obrera desde su fundación. Incluso siendo un pequeño grupo, decidió colectivamente no solo reclutar obreros sino también la proletarización de quienes aún no lo fueran. Seis décadas después, es una realidad nacional. En lo inmediato, redoblaremos la lucha contra el ajuste que ejecuta el gobierno con complicidad de la burocracia sindical que Moyano integra. Y pelearemos por conquistar a la mayoría de nuestra clase a la pelea de fondo por un gobierno propio.