Políticas
17/7/2023
Por qué votar a Gabriel Solano
Para cambiar las cosas, defendamos el voto que le duele a los que hundieron a la Argentina.
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Foto: Juan Diez @ojoobrerofotografía
El desarrollo de la campaña electoral hacia las Paso, entre el jujeñazo y las declaraciones de guerra al pueblo, entre paros de transporte y negociaciones empantanadas con el Fondo Monetario, entre las presiones por devaluar antes o después de las elecciones, refuerza a cada paso la necesidad de los trabajadores de apostar por la lista Unidad de Luchadores y la Izquierda del FIT-U, que encabezan Gabriel Solano y Vilma Ripoll como fórmula presidencial.
En su spot de campaña, Patricia Bullrich enfatizó que el futuro de Argentina se dirime en calle, con la implementación “a todo o nada” del programa económico, es decir a la fuerza, para imponer al pueblo reformas reaccionarias en materia laboral y jubilatoria, tarifazos y ajuste.
Bullrich dispara contra el diferencial que busca explotar Massa, presentándose como el único presidenciable que contaría con los recursos políticos para cumplir con el FMI y los reclamos capitalistas, por tener de su lado al kirchnerismo y las direcciones de la CGT y las CTAs. Pero más aún, lo que pretende la exministra de Macri con este discurso de confrontación es diferenciarse de la estrategia postulada por Larreta, de avanzar con el mismo programa pero mediante pactos con la burocracia sindical y el aparato de contención peronista. Es también una disputa con el perfil de Milei y su “plan motosierra”, asegurando que este carecería de la “fuerza” para imponerlo.
A la fuerza
Sin embargo, todos los candidatos capitalistas pronostican un escenario convulsivo y atacan a los luchadores. Larreta lleva de vice al dictador Gerardo Morales, que trata de poner fin al proceso de movilización popular en Jujuy con la persecución masiva de quienes participaron de los cortes y marchas contra la reforma constitucional que prohíbe las manifestaciones. Lo mismo vale para los gobernadores peronistas, cuando el massista Gustavo Sáenz intentó amedrentar a la docencia con una ley antipiquetes, Alicia Kirchner avanza mediante la Justicia provincial para apresar a los huelguistas docentes de 2017, Arcioni hace lo propio en Chubut, y Kicillof gobierna con el mano dura Berni al frente de la Bonaerense, desalojador de las familias sin techo de Guernica.
Por eso, los peronistas que advierten que con Juntos por el Cambio habrá “sangre” y “muertes” tratan de esconder que su propio programa también implica mayores choques sociales, empezando por las exigencias del Fondo de devaluar como condición para cualquier nuevo acuerdo, algo que el gobierno intenta patear para después de las elecciones a sabiendas de que reuniría todas las condiciones para desatar una hiperinflación.
La “campaña del miedo” del peronismo intenta encubrir que su rumbo económico no difiere sustancialmente del de la derecha. La gran distinción es que apelan a la burocracia sindical y a los movimientos sociales cooptados para que los trabajadores no ganen la calle. Son aparatos de contención que incluso se pondrán al servicio de evitar confrontaciones callejeras aún en caso de que gane la derecha. Esto vale especialmente para Grabois, que no es más que una escala intermedia para que los peronistas desencantados terminen votando a Massa en octubre.
Vemos que lo que está en juego en esta elección presidencial es una contraposición de intereses de clase. Esto refuta incluso la campaña anticorrupción y proajuste de Milei, que acusa por la debacle argentina a “la casta política”, cuando esta no gobierna para sí misma si no como agente de los capitalistas que controlan la economía nacional. Sin ir más lejos, su mentor Eurnekian señala a la dirigencia política del país cuando lleva décadas facturando millones gracias a las concesiones del Estado, especialmente los aeropuertos y los pozos petroleros. A los que hay que ajustar entonces es a los verdaderos parásitos, a las privatizadas que se roban los subsidios, a la patria contratista que se enriquece con negociados y a los bancos que cobran todos los meses intereses usurarios. Pero no estamos ante un mero problema de cuentas públicas, sino de intereses antagónicos.
Qué izquierda
Para afrontar esta situación es imprescindible que la izquierda tenga un fuerte arraigo popular y un lugar ganado como organizadora e impulsora de los movimientos de lucha.
La lista Unidad de Luchadores y la Izquierda está plagada de delegados barriales de las organizaciones piqueteras, que con una inmensa jornada nacional vienen de arrancarle a Tolosa Paz la entrega de alimentos y un bono en el Potenciar Trabajo; y de referentes del sindicalismo clasista y combativo, como dirigentes del Sutna que fueron protagonistas de la enorme huelga que arrancó una paritaria encima de la inflación tras quebrar hasta la presiones del propio Massa, quien inclinó la cancha en favor de las patronales del neumático. No son candidatos con promesas de ocasión, sino quienes se plantaron ante los ajustadores que ahora pueblan las listas de los políticos capitalistas.
La penetración en las barriadas más populares de todo país, la lucha clasista y antiburocrática en los sindicatos, la participación y organización de los reclamos más sentidos, la presencia callejera y la capacidad de movilización son el distintivo de la boleta que lidera Solano, como se vio en el plenario de 20.000 activistas y luchadores del movimiento obrero, de los que pelean contra el hambre y por la vivienda, en defensa del ambiente y por los derechos de las mujeres y la diversidad sexual. La comisión de libertades democráticas mostró desde la propia composición la cantidad de activistas perseguidos judicialmente, pero también cómo se enfrenta esa criminalización de la protesta. Estuvieron presentes delegaciones de todo el país, incluyendo compañeros que estuvieron al frente del jujeñazo junto a la docencia y las comunidades originarias.
Fue una gran iniciativa que, además de votar a mano alzada la fórmula presidencial, sirve de preparación política de los trabajadores ante los choques sociales que se vienen. Importa por eso como método, basado en el debate colectivo y el frente único para impulsar resoluciones comunes.
Incluso ahora, en plena campaña, estudiantes y docentes de capital y todo el Gran Buenos Aires se encuentran realizando encuentros educativos en apoyo al Frente de Izquierda, con la participación destacada de referentes de Ademys y de la Multicolor que le disputa Suteba a la burocracia de Baradel. En CABA hubo además encuentros por la salud, con presencia de delegados del Hospital Garrahan en conflicto y residentes que con sus paros masivos pusieron contra las cuerdas a Larreta y le arrancaron un importante aumento salarial. Ahí está el personal para que las bancas de diputados, legisladores y concejales que conquiste la izquierda sean una herramienta de la lucha popular.
Este arraigo en la población trabajadora y sus peleas cotidianas es lo que permite no ceder a las presiones políticas de las fuerzas del régimen, que pretenden colocarnos frente a la encrucijada de posicionarse de un lado u otro de la grieta. La izquierda que carece de presencia e inserción en los barrios y sindicatos, como la que representan Bregman y Del Caño, queda presa de una tendencia a asimilarse a las posiciones que quiere escuchar el electorado progresista de clase media. Ejemplo particular de eso es haberse plegado a defender la inocencia de Cristina en los negociados durante sus gobiernos, incluso sumándose a la campaña sin futuro por una reforma judicial impulsada por el peronismo.
Para ser alternativa
No se trata de disputarle una base electoral al kirchnerismo desencantado mostrando una izquierda que sería consecuente con las “promesas incumplidas” del gobierno; sino de trabajar para que voten a la izquierda como manifestación de ruptura con el peronismo. Eso solo se puede pelear si se cuenta con una presencia propia en las barriadas más profundas del conurbano bonaerense, de las villas porteñas, de los pueblos postergados interior del país. Al contrario, si se carece de una base social propia solo queda una búsqueda oportunista por el voto de sectores que seguirán siendo peronistas. Sería dilapidar un proceso en curso en la subjetividad popular, como el que se expresa cuando en los barrios de La Matanza se abandonan los dedos en V y se levanta el puño izquierdo.
Insistimos en que lo que se juega en estas elecciones no es si el Frente de Izquierda logra algún diputado más, si no si la izquierda se prepara para jugar un papel de liderazgo para que los trabajadores derroten “en la calle” a los ajustadores, sean del color que sean, para construir sobre esa base una alternativa política para gobernar. Ese es el carácter que expresa la boleta liderada por Gabriel Solano, el de la izquierda que se planta.
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