Por un 1° de Mayo de clase, internacionalista, de lucha y desafiante de la polarización capitalista
Con el FIT Unidad a la cabeza.
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Acto 1° de mayo, 2017
El próximo 1° de Mayo se dará en un contexto nacional e internacional excepcional. La movilización popular ha ganado la calle acá y en el mundo en plena pandemia. Como expresión de la crisis capitalista mundial, se produjo la mayor rebelión de los explotados en el corazón del imperialismo en los últimos 50 años, en Estados Unidos. Atendiendo a este cuadro convulsivo internacional el FIT-Unidad convocó en el invierno de 2020 la Conferencia Latinoamericana y de los EE.UU. que congregó a 50 organizaciones de la izquierda revolucionaria mundial.
Este 1° de Mayo se combinará el carácter convulsivo de la situación política internacional y la posibilidad de movilizar masivamente, porque el movimiento de lucha en nuestro país ha ganado crecientemente las calles, en particular el movimiento piquetero, con movilizaciones de masas en todo el país. Esto se volvió a expresar el 24 de Marzo, donde el FIT-Unidad movilizó masivamente ante la desmovilización de las organizaciones de derechos humanos cooptadas por el gobierno de los Fernández.
Las tendencias a la intervención de las masas se han vuelto a expresar muy recientemente en la gran reacción popular ante el golpe en Myanmar, al igual que en Perú, en el paro general en Haití o en la rebelión en curso en Paraguay contra el gobierno de Mario Abdo Benítez. El proceso político latinoamericano es absolutamente dinámico, como lo ha expresado la reacción de la clase obrera y el campesinado boliviano ante el golpe en Bolivia que derivó a la postre en la derrota electoral aplastante de los golpistas. Por otro lado, la derrota de Trump en Estados Unidos ha debilitado a Bolsonaro en América Latina.
Al mismo tiempo, es muy claro que la centroizquierda y los nacionalismos que fueron desalojados del poder por la misma burguesía que los sostuvo en su década de oro como contención a los procesos de rebelión popular de principios de siglo y fines del siglo XX, vuelven al poder en variantes más conservadoras y derechistas para oficiar de último recurso ante las convulsiones de la lucha de clases y para el rescate fondomonetarista ante un nuevo período de deudas impagables, de las cuales el default argentino ha sido solo un adelantado. Es el papel de Arce en Bolivia, de Arauz en Ecuador, como lo es el gobierno de los Fernández y Massa en la Argentina. El reciente giro copernicano de la Justicia de Brasil, removiendo el proceso contra Lula para habilitar su candidatura de cara a 2022, es claramente una maniobra política de la misma burguesía que lo encarceló, para preparar una alternativa de recambio fondomonetarista ante el descalabro de la situación sanitaria, económica y social en el Brasil de Bolsonaro.
En este cuadro político, el Frente de Izquierda tiene la responsabilidad y la oportunidad política de tallar como alternativa política ante los bloques que se alternan el poder en la Argentina, corriendo el espectro político entero hacia la derecha, como reacción ante la magnitud de la crisis en presencia que la pandemia ha venido a agravar. El ascenso del FIT se dio, precisamente, durante el gobierno nacionalista en 2011 y su crecimiento electoral más importante fue en 2013, ante las maniobras de ajuste y endeudamiento del gobierno de Cristina y Kicillof -Club de París, indemnización a Repsol, Ciadi y otros.
Hoy, el pacto social de hecho que significa la estatización del movimiento obrero mediante la integración al gobierno de todas las alas de la burocracia sindical -desde Daer hasta Godoy pasando por Moyano, incluyendo el trío San Cayetano, integrado al gobierno con funcionarios y diputados- presenta un escenario político sin antecedentes para quienes fundamos en la clase obrera la construcción de una alternativa política y por lo mismo hemos hecho de la independencia política de clase el diferencial político del FIT a escala nacional e internacional.
El resultado es que las luchas obreras son criminalmente aisladas por la burocracia sindical, como lo están siendo hoy las grandes huelgas docentes y de la salud en Neuquén, Chaco, Mendoza y otras provincias, la ocupación de ArreBeef, de la Clínica San Andrés, de tercerizados ferroviarios o de Just, y lo fueron en el pasado reciente los grandes movimientos de salud en laCiudad de Buenos Aires, las batallas obreras en Siderar, Latam, Algodonera Avellaneda o las luchas salariales de aceiteros o el Sutna, por mencionar algunas de las más importantes. Al mismo tiempo, en cada una de esas luchas se destaca el apoyo de las corrientes que integramos el FIT y las iniciativas que en su momento desarrolló el Plenario del Sindicalismo Combativo que constituyeron los sindicatos, cuerpos de delegados recuperados de la burocracia sindical y delegados clasistas.
Por su parte, el movimiento piquetero nucleado en el Frente de Lucha que integra el Polo Obrero y otras organizaciones es la locomotora de un reagrupamiento que integra con la política del frente único, cada día más sectores que van rompiendo con el gobierno que se presentó como alternativa ante la catástrofe macrista. Al punto que con sus movilizaciones de masas contra el hambre y por trabajo han colocado en la agenda nacional la cuestión del salario mínimo equivalente a la canasta familiar, ante la completa debacle de la burocracia, asociada incluso al robo a los jubilados, una de las tareas sucias más profundas del gobierno en función del ajuste fondomonetarista que solo vino a seguir los pasos del macrismo que combatimos en primera fila en diciembre de 2017. No caben dudas que el movimiento piquetero es un aliciente a las luchas obreras para romper el cepo de la burocracia y constituye un punto de apoyo para el núcleo aún pequeño de sindicatos combativos recuperados a la burocracia sindical.
Ante un cuadro escalofriante de femicidios y un Estado completamente impotente, el kirchnerismo ha cancelado toda acción de masas de la mujer después de la conquista del aborto legal, es otro escenario donde el 8 de Marzo pasado mostró que el clasismo y la izquierda son quienes abordan integralmente los derechos de la mujer, canalizan su lucha y pueden brindar una perspectiva anticlerical y anticapitalista.
El Frente de Izquierda-Unidad es el único reagrupamiento político que expresa esas luchas y brinda un programa basado en el gobierno de los trabajadores como norte. La derecha se apoya en sus porciones de poder y en la parálisis que la burocracia sindical impone a la clase obrera, para ganar iniciativa política por temas en los que carecen de toda autoridad. Si un paro nacional hubiera sido la respuesta al robo jubilatorio o a los topes paritarios, otro sería el cantar. Juntos por el Cambio, dividido y responsable de la quiebra del gobierno macrista, sin diferencias estratégicas con el peronismo en torno de la deuda, al ajuste fondomonetarista, a la continuidad de las privatizaciones, a la política megaminera y, por lo tanto, a los tarifazos y naftazos, mantiene sin embargo la polarización política con el peronismo. Sea en torno de la disputa de la bandera anticorrupción, anticuarentena o a quién más represivo si Bullrich o Berni. En definitiva, sobre quién se adapta mejor para ser el representante de la clase capitalista en la etapa.
Cualquier especulación de capitalizar la crisis del gobierno mediante la adaptación a los planteos del nacionalismo nos debilita. No fuimos ni somos la “variante consecuente” de los nacionales y populares. En ese rol, las presentes maniobras demagógicas de contención desde el interior del nacionalismo fagocitan a la izquierda, como ocurrió en todas las etapas históricas. Tenemos que convocar al activismo a la ruptura, no “al voto castigo”. Conquistarlo con el accionar en todos los planos de la lucha de clases.
Para colocar al FIT-Unidad en el lugar desafiante de la polarización de los bloques de la burguesía es que impulsamos la campaña de actos en octubre/noviembre o frente a un diciembre de hambre y saqueo a los jubilados. Este 1° de Mayo, el Frente de Izquierda-Unidad tiene la oportunidad de levantar una tribuna obrera e internacionalista cuando el gobierno nacionalista suspende la IFE, la movilidad debuta robando otra vez a los jubilados frente a la inflación, y el pacto social se siente en paritarias adaptadas a una pauta del 29% que solo es un papel acordado con el FMI en el Presupuesto de ajuste. El desafío de colocarnos a su turno como tercera fuerza electoral cuando se avecinan las elecciones intermedias no es menor, será un terreno importante en la lucha por destacar a una vanguardia obrera en la ruptura con los bloques dominantes. La potencia de actos masivos en todo el país el 1° de Mayo contra el acuerdo con el FMI, contra el pacto social y asociando a la izquierda revolucionaria con el movimiento piquetero y las luchas, está a la vista. El rol jugado en el impulso al 24 de Marzo lo puso una vez más de manifiesto. Preparemos un día internacional de los trabajadores que gravite en la situación política del país en favor de los trabajadores.