Por un 2015 de los trabajadores y la izquierda
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En las vísperas del Congreso del movimiento obrero y la izquierda, la situación se caracteriza por una tregua precaria que tiene la vista puesta en un arreglo con los fondos buitre en el primer trimestre de 2015. Es, precisamente, esta expectativa la que lleva a muchos observadores a desechar la posibilidad de un defol aún más amplio en los próximos días, cuando el gobierno se vea de nuevo incapacitado para pagar los vencimientos de deuda -esta vez, los llamados bonos Par.
El interregno no congela, sin embargo, las tendencias fundamentales de la política oficial frente a la crisis económica. Es así que recurre a un mayor endeudamiento del Estado y a fuertes premios a los acreedores. Para ‘forzar’ a las compañías de seguro a que vendan sus bonos en dólares, con la finalidad de bajar el tipo de cambio, les entregó un nuevo bono que se ajusta por el dólar oficial, lo cual ha representado un negociado monumental para aquellas, que vendieron a 14 pesos en el mercado de valores y recompraron a 8,50 pesos la nueva emisión. Lo mismo ha hecho con las cerealeras, con las cuales negoció un adelantamiento del pago de las exportaciones futuras. Asistimos a un hipotecamiento creciente, cuya única finalidad es pagar intereses de la deuda pública, mientras se acumula, en forma adicional, otra deuda -que algunos calculan en 10 mil millones de dólares- con los importadores que financian las compras en el exterior con dinero que les adelantan los bancos o casas matrices. Un arreglo con los fondos buitre, que el gobierno pretende que abarque a la totalidad de los que quedaron afuera de las reestructuraciones de deuda, implicaría una nueva emisión de deuda -entre 20 y 30 mil millones de dólares- dada la imposibilidad de pagar en efectivo. La caída del precio internacional del petróleo ha afectado la capacidad de endeudamiento de YPF.
Este es el marco de la crisis industrial, que ha provocado un derrumbe de más del 3% del PBI. La retracción de la demanda de China y de Brasil deberá acentuarse todavía más, debido a los planes de ajuste que encaran los respectivos gobiernos. Todo esto explica las diatribas contra el oficialismo en el coloquio de Idea -que siempre ha sido un registro de la política capitalista. El planteo más relevante en el simposio no ocupó espacio en la prensa: el vocero de Techint advirtió al gobierno que estaba “cometiendo el mismo error de la convertibilidad”, en referencia al freno a la devaluación del peso -¡casi una amenaza! En efecto, el gobierno ‘aguanta’ la tregua con un dólar semifijo, cuando todo el mundo sabe que el levantamiento del cepo -la condición que impone el capital internacional para venir al rescate de los últimos días de los K- supone una gran devaluación de la moneda. En definitiva, el gobierno ha detenido la corrida contra el peso al costo de un agravamiento aún mayor de las condiciones que llevan a esa devaluación.
Crisis de conjunto
Las elecciones en Brasil y Uruguay (aunque también vale para Bolivia) han puesto de manifiesto que la oposición al llamado ‘populismo’ no reúne las condiciones para gobernar, precisamente como consecuencia del agravamiento de la crisis. En Argentina, este fenómeno es aún más manifiesto; de ahí la coincidencia de los ‘opositores’ en que deberán recurrir a un gobierno de coalición. Pasaríamos de un bonapartismo tardío que se desmorona a un gobierno cuasi parlamentario, de mercadeo y negociación permanente; del poder personal al gobierno indefinido. La burocracia de los sindicatos ha sido la primera en advertir los peligros de la sucesión, de ahí que haya comenzado a negociar una unificación para conseguir voz y voto en la sucesión. De acuerdo con lo que contó Clarín, Macri le pidió a la burocracia que se una detrás de su candidatura a cambio de la promesa de “parar a los troskos”. El ‘pibe’ la tiene clara. Por su lado, la aspiración del ‘cristinismo', que es asegurar su continuidad en las listas de Scioli (y en el copamiento de la burocracia del Estado), daría lugar a un gobierno incluso más débil. Una fracción entera de los K se opone a una sucesión a cargo de Scioli, lo cual adelanta que un sector del electorado oficial desplazará su voto hacia la izquierda en caso de que se imponga la preferencia de CFK por el ex motonauta. Lo mismo debería ocurrir con la desintegración de Unen.
Preparar un nuevo ascenso de la izquierda
Todos los esfuerzos del gobierno para contener la crisis apuntan a evitar una lucha generalizada del movimiento obrero, que en un agravamiento pasaría por encima de los aparatos de la burocracia. La burocracia ha aislado la resistencia de los trabajadores a las suspensiones y despidos, apelando incluso a la acción de las patotas, y a una presión mafiosa hacia el propio gobierno. La cuestión de la burocracia sindical ha vuelto a ocupar el lugar de una “cuestión de Estado” para la burguesía, lo cual disipa todas las ilusiones que se han tejido sobre la proyección hacia los sindicatos del “retorno a la democracia”. La Presidenta, como ocurrió cuando asesinaron a nuestro compañero Mariano Ferreyra, volvió a ocupar la tribuna política para condenar las luchas y a la izquierda.
Este cuadro potencialmente revolucionario (que une la bancarrota económica, la perspectiva de una lucha obrera generalizada como consecuencia de su agravamiento y la crisis de sucesión política) reclama un frente único de la izquierda y la vanguardia de la clase obrera, sobre la base de una estrategia política común. Es necesario aprender del fracaso de las ‘coordinaciones’ circunstanciales y superestructurales, y, por sobre todo, de querer valerse de ellas para diluir el ascenso político de la izquierda que se manifiesta en el Frente de Izquierda. Las derrotas parciales que han sufrido las luchas aisladas de los últimos meses no cambian la tendencia general caracterizada por el crecimiento del activismo combativo y el desarrollo político de la izquierda revolucionaria. Son las primeras escaramuzas que preparan una lucha de gran alcance en un período breve. En este marco se ha desarrollado una activa acción parlamentaria ligada a las luchas obreras y populares, así como la ofensiva contra nuestros parlamentarios en Salta, Mendoza, Córdoba y nuestros representantes nacionales. El acierto de llamar al conjunto de la izquierda y del activismo obrero y juvenil a convocar un Congreso del movimiento obrero y la izquierda consiste en haber traducido este desarrollo político. Es, de aquí en más, la vía más consecuente para la unión de la izquierda y el movimiento obrero.
Nuestra consigna es:
Por un 2015 de la IZQUIERDA y de los TRABAJADORES.