Políticas

21/3/2023

¿Qué comemos?

Una dieta saludable es cada vez más inaccesible a las familias trabajadoras.

Inflación en alimentos.

El Indec dio a conocer los datos de la canasta básica alimentaria, la cual percibió una variación del 11,7% mensual y de 115,1% interanual, ubicándose en $80,483 para el caso de una familia tipo. Entre los productos que más subieron se encuentran la carne, las frutas y las verduras, alimentos fundamentales para la dieta balanceada de cualquier persona. En el país de los alimentos, los trabajadores ven cada vez más restringida la posibilidad de acceder a una alimentación que cumpla con todos los requerimientos nutricionales.

En términos generales, una dieta rica en nutrientes debe contener, de manera diaria, un 60% de hidratos complejos (papa, arroz, batata, fideos, pan, fruta), un 30% de proteína (carne roja, pollo, pescado, queso, leche) y un 10% de grasas saludables (frutos secos, palta, aceite de oliva, etc.). A esto debemos sumar el consumo de verduras, las cuales deben ocupar por lo menos la mitad de cada plato de comida. Este tipo de alimentación logra que cada quien pueda afrontar sus actividades diarias, conservar la energía y mantenerse saludable.

Según el IPC, lo más aumentó en febrero fue el kilo de naranja, que pasó de $203,25 a $350,32 por kilo (72,4% de incremento), inmediatamente después le sigue la carne, cuyo precio aumento un 35% solo durante febrero. Entre ellos, el de mayor suba fue el kilo de carne picada común, que saltó de $750,61 a $1013,04. Luego aparecen el kilo de cuadril (34,3%), la paleta (33,5%), el kilo de nalga (32,8%) y el asado (28,6%).

También fue significativo el incremento registrado en el arroz blanco, cuyo precio avanzó de $198,02 a $226,87 (14,6% de aumento). Un poco más abajo figura la docena de huevos de gallina, cuya suba fue del 13,2% (subió de $432,85 a $490,16). Fue similar la suba porcentual del kilo de batata ($315,5 a $356,44). Las otras verduras que aparecen entre los diez alimentos de mayor ajuste en los últimos doce meses son la cebolla y el zapallo anco, que tuvieron aumentos de 226,1% y 208,3% respectivamente. Cerrando el top ten aparece el kilo de queso cremoso, costaba $1.454,26 en enero y pasó a venderse a $1.598,01 en febrero (9,9% de aumento).

En tanto, el poder adquisitivo de los trabajadores continúa cayendo en picada producto de la inflación y las paritarias a la baja, por la presión de las patronales y los techos fijados por el gobierno. Veamos, con estos números, para que un trabajador pueda alimentar a una familia tipo durante un día cumpliendo los requerimientos nutricionales necesarios, necesitaría alrededor de $5000 (comiendo los productos más baratos de cada rubro), lo que da la pauta de que una familia necesitaría alrededor de $150.000 a fin de mes para gastar solo en comida. Así se confirma que quienes más sufren la inflación son los trabajadores, que son quienes más gastan sus ingresos en alimentos y artículos esenciales.

Esos $150.000 más que duplican el ingreso promedio per cápita mensual de la población (tomado de la EPH del Indec). Esta brecha se verá agravada por el techo del 60% a las negociaciones paritarias que estipuló el gobierno. Esto hace que a un trabajador no le alcance con un sueldo para cubrir las necesidades nutricionales de una familia tipo.

Además, la Unidad Piquetera viene denunciando que el Estado recorta la asistencia alimentaria a los comedores, una política del ministerio que maneja Tolosa Paz pero que tiene funcionarios de organizaciones sociales integradas como el Movimiento Evita e incluso de La Cámpora. Los testimonios sostienen que el Estado les entrega a los comedores solo 7 alimentos de los 21 alimentos que corresponden a la canasta básica alimentaria, muchas veces también en mal estado, que no entregan ni carne ni frutas ni verduras ni alimentos frescos y que, de hecho, en las últimas entregas el 40% fue maíz Pisingallo para pochoclos, cuyo valor nutricional es bajísimo.

Esto sucede en el marco del ajuste fiscal que el gobierno promueve para cumplir con las metas del FMI, el cual además promete mayores recortes en asistencia social, además de tarifazos y devaluaciones que continúan pulverizando los ingresos de los trabajadores y las condiciones de vida de los que menos tienen.

En el país de los alimentos, los políticos capitalistas no pueden ni siquiera garantizar una alimentación nutricionalmente básica para su población. Esto genera enfermedades como, diabetes, obesidad (principal afección en niños pobres), hipercolesterolemia y osteoporosis, entre otras patologías originadas por la subalimentación. Además, la suplantación de los nutrientes por harinas (que son más baratas) promueven la desnutrición, algo que se puede ver también en la forma de los cuerpos de muchos niños mal alimentados: panza inflada con visualización de costillas.

Es necesario organizarnos para recomponer los salarios, luchando por un sueldo inicial de $253 mil y aumentos salariales indexados a la inflación. Además, que crezca el hambre en una país que exporta alimentos plantea la necesidad de una reorganización social de la producción, que debe partir de nacionalizar bajo control obrero el comercio exterior. Por el contrario, el gobierno favorece a las patronales agrarias con beneficios cambiarios, lo que continúa encareciendo el precio de los alimentos. Que al crisis la paguen los capitalistas y no los trabajadores.

https://prensaobrera.com/politicas/edesur-entre-la-bronca-popular-y-la-complicidad-gubernamental