Políticas

19/5/2005|900

Que el PTS venga al Frente de Izquierda


La semana pasada comenzó a circular un volante que está dirigido “A la Dirección Nacional del Partido Obrero”, que está firmado por el Comité Central del PTS. En apretada síntesis, el volante dice que la negativa de Izquierda Unida a la propuesta de un frente de izquierda por parte del Partido Obrero “obliga” al PTS a insistir en el planteo de un frente de izquierda, obrero y socialista para las elecciones de octubre que excluya al partido comunista.


La primera divergencia con este planteo es, obviamente, de método.


El volante propone un frente ideológico y hasta se podría decir (aunque no lo hace) trotskista. El planteo frentista, sin embargo, debe responder a una necesidad planteada por la lucha de clases y debe servir como instrumento de acción. En la situación política presente responde a la necesidad de agrupar en un mismo polo de lucha política a los movimientos populares que dan pelea cotidiana al gobierno y a las masas que sufren las consecuencias de la política oficial. Planteamos una polarización política con la burguesía nacional y sus partidos, y con el nacionalismo burgués.


La selección de los que integrarán el frente debe producirse como consecuencia de una lucha política por sus objetivos y de las contradicciones y posibilidades que suscite y desarrolle. Izquierda Unida forma parte del proceso de esas luchas y el partido comunista integra desde hace mucho tiempo Izquierda Unida. El planteo de un frente de izquierda expone los intereses de conjunto de la clase obrera y las masas en la presente etapa de la lucha de clases. IU y el partido comunista son organizaciones contradictorias que deberán hacer frente a esas contradicciones en el proceso político. El frente ideológico, en cambio, reúne intereses particulares y se arma sobre determinaciones unilaterales, o sea abstractas. Desde febrero de 1848, los socialistas revolucionarios nos negamos sistemáticamente a defender intereses particulares frente a los explotados en su conjunto.


La segunda divergencia es que la experiencia de los últimos años desmiente que el Partido Obrero y el PTS tengan una afinidad ideológica. La prueba más rotunda es la sistemática hostilidad del PTS hacia el movimiento piquetero, lo que no puede decirse en igual medida del partido comunista. Durante un largo período, los piqueteros del PC fueron un pilar de la lucha de clases; por ejemplo, en el acontecimiento decisivo de la masacre de Avellaneda. El PTS se encuentra aún hoy de espaldas al movimiento de lucha más importante del país y el que más ha influido en impulsar la lucha de otros sectores sociales, incluídos los sindicalizados. Una organización de desocupados que colabora con la lucha del movimiento obrero contra los despidos y la flexibilidad laboral es una construcción histórica sin precedentes del proletariado como clase. El PTS ha sido siempre un factor desorganizador del movimiento piquetero. Creemos firmemente que esta política lo llevó a entregar Brukman a la Pastoral Social comandada por el ‘crawmdownista’ Luis Caro.  


Tampoco es cierto lo que sostiene el volante cuando se refiere a documentos suscriptos en común, como el del 1º de Mayo pasado. Los representantes del PTS se opusieron a un documento de delimitación política y sostuvieron un planteo de exclusiva “coordinación de la lucha”, en la línea del documento leído a mediados del año pasado, en la Federación de Box, que le pedía al Estado “una política de empleo”. Celebramos que el volante distribuido por el PTS salude el documento del 1º de Mayo, pero hay que aclarar que no abreva en su línea política.


Donde concordamos menos todavía es con el planteo de que nos identifica la reivindicación de la democracia obrera. Si por democracia obrera se hace referencia a un régimen político de Estado, el PO ha reiterado en numerosas ocasiones que no hay que confundir la dictadura del proletariado (que es nuestra estrategia) con el parlamentarismo obrero, del cual se distingue porque la dictadura proletaria pone el acento en la quiebra despótica de la burguesía y en la expropiación del capital.


Si la democracia obrera se refiere a los métodos al interior de las organizaciones de masas también discrepamos; quizás sea la mayor de todas las discrepancias. La democracia obrera significa para el PO la soberanía de la asamblea y de las decisiones deliberativas desde abajo, por cierto, pero también la subordinación de la minoría a la mayoría. Para el PTS la democracia obrera encubre a la estudiantina, o sea que mandan a un grupo de estudiantes a hacer propagandismo pero en ningún caso a aceptar decisiones mayoritarias y los compromisos prácticos que se derivan de esas decisiones. La democracia obrera no es el libre albedrío ni mucho menos tirar manteca al techo, sino la disciplina del frente único proletario en la acción. Democracia obrera es por ejemplo la ANT y el PTS ha sido enemigo eterno de la ANT y de la democracia obrera que reina en ella.


En función de todos estos conceptos llamamos al PTS a que se una a la lucha por un frente de izquierda y de todos los movimiento de lucha.