Políticas

3/3/2005|889

¿Qué festeja,Señor Presidente?


Kirchner parece salido de un libro de Bucay o de Coelho.


 


Entrenado en las recetas del ‘new age’.


 


¿O no?


 


Tiene a medio gobierno con fuertes responsabilidades con una empresa aérea comprometida en el narcotráfico.


 


Acaba de perder una provincia gobernada por un Interventor del propio palo y donde el aparato peronista era imbatible.


 


Los familiares y amigos y el pueblo solidario vuelven a salir a la calle, en masa, para pedir que Ibarra, el amigo del Presidente, vaya a la cárcel por la masacre de Cromañón.


 


En gran parte del país los docentes han ido a la huelga porque no aceptan la estafa del ‘sueldo de bolsillo’ ni la aun mayor del 82% jubilatorio que se calcula sobre un básico de indigencia.


 


La provincia de Buenos Aires, manejada por sus aliados, se encuentra en un completo desgobierno, mientras, desde la Rosada, Kirchner palmea a Solá y sigue tejiendo la alianza con la mafia de Duhalde.


 


El yanqui Rumsfeld, del Pentágono, anuncia un viaje a la Argentina para obtener la radarización del espacio aéreo nacional como moneda de cambio por la vista gorda de Bush al narcotráfico.


 


De la estatización de Lafsa, para controlar al monopolio Aerolíneas, pasa a la privatización de la misma Lafsa, con vínculos con Aerolíneas.


 


¡El Presidente asiste impotente al desborde criminal de un obispo castrense que recibe el apoyo descarado e indecente del Vaticano!


 


Con este récord de fracasos, agachadas y manipulaciones, Kirchner se dio maña para ir al Congreso a anunciar que su gobierno era todo un éxito.


 


Un éxito porque salió del default.


 


Un éxito, entonces, porque los banqueros van a cobrar lo que todavía no cobraban.


 


Un éxito del Morgan, de Merrill Lynch y hasta del ricachón mexicano Slim, que acumularon, sólo ellos, 10.000 millones de dólares para el canje.


 


Un canje que crea una deuda en pesos que se ajusta por inflación y que crece, además, con la caída del dólar.


 


Repite así el método de Duhalde con los bonos que se entregaron a los bancos por la pesificación, en el 2002, y que al 2004 se encarecieron en casi ocho mil millones de dólares.


 


La ‘nueva’ deuda, sujeta a ajuste, tiene un valor impredecible.


 


En la última semana de 2001 el Congreso aplaudió el default, que permitió luego el negociado de la devaluación.


 


Ahora aplaude la salida del default, que les permite a banqueros e industriales hacer ganancias nunca vistas. Lo prueba la subida incesante de la Bolsa.


 


A los docentes, en cambio, Solá les impone un aumento de 86 pesos luego de transar con la corrompida burocracia de Suteba y de Ctera.


 


Kirchner festeja un nuevo negociado de los poderosos.