Políticas

19/12/1990|320

Qué hay detrás de la crisis impositiva

Desde el mes de abril, el gobierno venía haciendo alarde de obtener varios millones de dólares mensuales de superávit fiscal, lo que evidenciaba —según la palabra oficial— que el plan económico gozaba “de buena salud”.

Los proclamados superávits eran en realidad ficticios, por cuanto se obtenían sobre la base de interrumpir todo tipo de inversión y suspender el pago a los proveedores del Estado. Esto explica el aumento en  flecha de la deuda interna, que hoy ronda los 20.000 millones de dólares contra “los 3.500 millones de dólares adeudados por el Estado a fines del año pasado, cuando se decidió refinanciarla” (Clarín, 9/12).

En estos días, ha saltado a la luz todo este proceso encubierto: la crisis fiscal es apabullante, los “superávits” eran falsos, el gobierno no tiene fondos para pagar los sueldos y la recaudación impositiva se ha caído por el piso. Todo esto, agreguemos, después de incrementar los impuestos al pueblo, aplicar tarifazos y privatizar varias empresas públicas “deficitarias”. La deuda pública total (externa e interna) supera los 85.000 millones de dólares, cuando a principios de año rondaba los 70.000 millones.

Ahora el gobierno viene a descubrir que la evasión impositiva ha llegado a niveles del 70 u 80%. En las provincias el boicot impositivo es total, mientras los capitalistas reciben puntualmente créditos subsidiados de las bancas provinciales siguen asistidos por los beneficios de la promoción industrial.

Se ha llegado así a un punto en que la burguesía ha puesto el sistema impositivo al revés: no pone un austral y recibe créditos por millones de australes que sabe de antemano que no va a devolver Esto explica el debate en torno a la aplicación de nuevos impuestos y el “raje” del subsecretario de Finanzas Públicas. Este acusó “en la trastienda” a las empresas tabacaleras, las “promocionadas” y las exportadoras como causantes de la crisis fiscal, revelando que los protagonistas de la huelga impositiva son los que mandan y seguirán haciendo lo mismo.

“El año pasado había retenciones a las exportaciones industriales, hoy no las hay; había retenciones a la producción agropecuaria en una medida que hoy no las hay, había un siete por mil de impuesto a los débitos bancarios que hoy no existen, el impuesto a las ganancias era del 33% y hoy es del 20″, ¡se ha quejado el renunciante Cuello! ¡Pero la burguesía no paga ni siquiera los impuestos que le han quedado luego del colosal jubileo otorgado por el gobierno capitalista!

La crisis fiscal rampante es la prueba de que el proceso de “estabilización” es totalmente ficticio y marcha al derrumbe. El Estado tiene ahora un quebranto superior luego de las privatizaciones, de los despiadados tarifazos, de la “racionalización” y la “reducción del gasto público” propiciada por las leyes de emergencia económica y reforma del Estado. El gobierno que se queja por la evasión capitalista al mismo tiempo ha resuelto financiarle a la oligarquía terrateniente la caída internacional del precio del trigo, mediante las compras de la Junta Nacional de Granos.

El “lock-out” impositivo evidencia que a la burguesía le importa un pito el déficit fiscal. Su política es retener en sus bolsillos los impuestos que la población sí paga, para que el “ajuste fiscal” se obtenga profundizando aún más el proceso confiscatorio de las masas. Su política es imponer la Ley de Empleo, el despido en masa de trabajadores de la administración pública y las empresas estatales, la continuidad del regalo de activos industriales a cambio de papeles sin valor, la liquidación de la previsión social para asegurar el negocio de la jubilación privada.

Las privatizaciones al desnudo

El caos del servicio telefónico luego de su entrega a las privadas permite apreciar el colosal fiasco que representa el “logro mayor” del gobierno entreguista. Inmutable, el presidente de Telefónica de España, ha declarado que “la realidad del servicio no puede variar significativamente hasta dentro de dos años, como mínimo”, lo que no puede sorprender si se considera que las privatizaciones no responden a la mejora del servicio sino que son un proceso liso y llano de rescate de la deuda externa mediante la expropiación de los patrimonios personales del pueblo. Los consorcios que se han apoderado de ENTel no han entregado aún los títulos de la deuda pública que se comprometieron a aportar y cuya compra les exigiría un desembolso de 1.000 millones de dólares en billetes. La suma la aportarán los usuarios telefónicos y es esto lo que explica la demora de los pulpos. A razón de 250 millones de dólares por mes, que era la recaudación normal de la ex-ENTel — ahora acrecentada por los tarifazos y el mantenimiento de la paridad cambiaria— las privatizaciones redondearán a lo sumo en cuatro meses el monto comprometido en la operación de “compra”.

Este colosal desfalco capitalista recién comienza. Los bancos que tienen en su poder títulos de la deuda externa no quieren entregarlos porque está planteado el ingreso de la Argentina al Plan Brady y esto puede significar su re valorización. Para obtenerlos, los bancos que forman parte de los consorcios adjudicatarios de ENTel—City y Morgan— están ofreciendo acciones “preferidas” cuyos rendimientos deben ser más atractivos que los que surgen de aquella revalorización y que no pueden provenir sino del “tarifazo” permanente.

Toda la política de privatizaciones apunta a expropiar los patrimonios personales del pueblo, luego de haber reducido sus ingresos al nivel de miseria, para que un puñado de capitalistas puedan seguir acumulando beneficios que luego son sacados del país. La “iniciativa privada” ha logrado un régimen de “tarifazos” descomunales, un estatuto de “excepción” que la excluye de cualquier control de precios en condiciones de entrega total: sin aportar un sólo dólar.

Impasse capitalista

En tanto el gobierno declaraba la bancarrota fiscal, la burguesía exportadora agudizó su reclamo en pos de una devaluación. La respuesta oficial es aguardar una evolución “natural” de la paridad cambiaria por la vía de un acrecentamiento de las importaciones. Pero las importaciones son mínimas y lo seguirán siendo porque no hay financiamiento internacional y las pocas que se realizan lo hacen bajo riguroso contado.

La avalancha de medidas entreguistas de Menem no ha superado la impasse capitalista. Las privatizaciones han agravado y no atenuado la hipoteca de la deuda externa, la “apertura” ha acentuado la asfixia internacional del país de parte de los monopolios internacionales; la política “antiinflacionaria” no ha reducido la hipoteca del Estado sino que la ha llevado a niveles aún más exasperantes.

La ofensiva en marcha y los nuevos ataques que se avecinan frente al empantanamiento del gobierno, tienen el respaldo o la complicidad de la burocracia sindical que es natural comisionista del desfalco de las obras sociales y del “curro” de la jubilación privada. Miguel declarándose como “soldado de Menem” o Ubaldini reconociendo al gobierno porque “ha derrotado a la patria financiera” son un testimonio repetido y elocuente. La verdadera salida al caos capitalista pasa por poner fin al saqueo nacional, mediante la expropiación de los grandes grupos capitalistas y el control obrero de la producción. Para lograrlo la tarea política de la hora es poner claridad en la vanguardia de la clase obrera y orientarla firmemente hacia la organización del movimiento de masas en una perspectiva independiente.