Políticas

19/3/2009|1075

Qué pasa en Cuba

El desplazamiento del primer ministro Carlos Lage, del canciller Felipe Pérez Roque y de la plana mayor de los ministerios económicos (Comercio Exterior, Finanzas, Pesca, Sideromecánica y Trabajo) causó conmoción en Cuba y en el exterior. Después de dos semanas, sin embargo, las opiniones acerca de su significado siguen siendo divergentes.
Los reemplazados, en particular Lage y Pérez Roque, eran hombres de confianza de Fidel Castro. Los reemplazantes, en su mayoría militares, están ligados a Raúl Castro. Para algunos, el recambio indica un fortalecimiento político de Raúl. Fidel explicó su apoyo a los relevos (entrevista con el argentino Atilio Borón) para eliminar cualquier suspicacia de divergencias con su hermano.
Según algunos, Raúl Castro impulsa el llamado “modelo chino”, al que – según el editor de la venezolana Analítica-  “Fidel siempre se opuso” (Ambito Financiero, 9/3). La restauración capitalista en China avanzó por medio de la asociación entre el Estado y el capital extranjero, en la cual el Ejército juega un papel central. Al frente de los ministerios económicos cubanos han sido colocados militares “que ya atendían las áreas asignadas en lo militar” (El País, 12/3). El Ejército cubano es el mayor administrador empresario de Cuba; maneja más de 800 compañías, en todas las ramas, muchas de ellas en asociación con empresas extranjeras.
¿Pero por qué excluir a Lage y Rodríguez, si ellos promovieron la despenalización del dólar, los mercados agropecuarios, una nueva ley de inversiones externas y la reducción de la burocracia del Estado?
Según algunos, el recambio está determinado por las expectativas que despierta la asunción de Obama. Esto afectaría a Pérez Roque, que fue calificado de “talibán antinorteamericano”.
Otros observadores indican que Lage y Pérez Roque fueron desplazados por su condición de “chavistas”. Según esas fuentes, Raúl Castro buscaría reducir la dependencia económica respecto de Venezuela y afianzar los lazos con Brasil (y América Latina), China y Rusia. No se trata sólo de ‘preferencias’; la crisis mundial es una realidad objetiva. El presidente del Banco Central de Venezuela declaró recientemente: “El presidente Chávez no puede continuar su política exterior en lo que concierne a la ayuda a los países amigos”… (El Universal, 18/2).

Crisis económica e inmovilismo
El recambio debe probar su efectividad frente a la enorme crisis económica que enfrenta Cuba. El déficit comercial y la deuda externa están en ascenso, el precio del níquel (principal producto de exportación) cayó un 30%, el turismo está en retroceso, los salarios reales cayeron un 3% en 2008 y la factura de importaciones alimentarias aumentó un 30% el año pasado. El crecimiento de 2008 (4,3%) estuvo por debajo del año anterior; en algunas ramas – como las metálicas-  hubo una contracción del 30%. Este crecimiento, sin embargo, no registra las pérdidas provocadas por los huracanes, estimadas en 10.000 millones de dólares (el equivalente a la deuda externa); se perdieron 53.000 toneladas de alimentos y fueron dañadas 113.000 hectáreas de labranza. “Cuba casi quebró con los costos del huracán del año pasado” (Clarín, 8/3). La penuria alimentaria es grave. Una “fuente cubana” indicó al enviado de Clarín que “Raúl ha metido a sus generales a resolver el problema del campo, donde la mitad de las tierras están ociosas” (ídem). En los primeros meses de gobierno, Raúl entregó tierras en usufructo a particulares y a cooperativas.
Pero si no logra una salida a esta cuestión acuciante, “Raúl Castro se enfrenta al deterioro del apoyo de los cubanos (…) y al aumento del peligro de conmociones sociales”, dice el economista Oscar Espinosa (El País, 12/3).
La dirección cubana busca una asociación con Brasil, China y Rusia. Por medio de esta asociación se plantea la expectativa de una normalización gradual de las relaciones con Estados Unidos.
Pero es probable que Obama no tenga los recursos políticos necesarios para emprender el viraje que le reclama el republicano Richard Lugar, portavoz de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano, quien exige retirar el embargo a Cuba porque “no ha servido para nada” (La Nación, 5/3). La potencial debilidad de Obama eleva la figura de Lula a los ojos de la diplomacia norteamericana. En su entrevista con Obama, Lula le recomendó “acercarse a Cuba”. Brasil encabeza la ofensiva diplomática latinoamericana enderezada a “reintegrar a Cuba”. El primer paso fue la incorporación de La Habana al Grupo Río. Brasil es un fuerte inversor en Cuba, en particular por medio de Petrobras; estaría en condiciones de darle una salida a la reconversión de la industria azucarera para la producción de biocombustibles. Lula y Brasil son las bisagras entre Obama y Cuba.

Luis Oviedo