Políticas

16/9/1987|198

¿Qué significa este gabinete?

El movimiento obrero necesita un plan de lucha

A Alfonsín le llevó diez largos días y varias idas y vueltas, la formación del nuevo gabinete. Su gestación se procesó en medio de brutales presiones políticas, una inflación creciente, el virtual derrumbe del austral en el mercado de cambios y el desarrollo de dos grandes luchas, la de los docentes universitarios y de UTA. Las elecciones del 6 de septiembre desembocaron así en una seria crisis política y en un gabinete que para la mayoría de los comentaristas tiene fecha de vencimiento marcada —el fin de la primavera.

Quién sostiene a este régimen

Para el registro futuro de esta crisis política es necesario señalar que La Nación (12.9) ha presentado como información de primera mano que la variante más firme que barajó Alfonsín en las 24 horas siguientes a su derrota electoral, fue su renuncia y la del vicepresidente, la aplicación de la ley de acefalia y la convocatoria a elecciones en 90 días. Esto quiere decir simplemente que se apreció de una manera rotunda que el gobierno no. tenía ya las condiciones políticas para proseguir (y menos aún para profundizar) la política del FMI y para avanzar en los reclamos que formula la banca internacional. Pero precisamente porque una renuncia de Alfonsín significaba nada menos que el derrumbe del régimen democratizante y la apertura de una etapa de franca lucha antimperialista, todos los esfuerzos fueron enderezados a impedirla y a reclamarle una acción firme en defensa de la política en curso. Como resultado de estas presiones surgió la confirmación de Sourrouille.

Ya el martes 8, el diario La Voz del Interior informaba sobre los “telefonazos” que llegaban “desde Nueva York y otras plazas financieras internacionales (ante) el clima de nerviosismo centrado en la salida del equipo Sourrouille… Aparentemente —agregaba—, la ‘city’ está intentando presionar, con tanta conmoción, para que no se abandone el plan de ajustes, desregulación y privatización”. El diario cordobés se atrevía a ir aún más allá afirmando que la “city” presiona al gobierno para que éste la ‘tranquilice’, ratificando algunos puntos claves de la política económica, y ofrece como alternativa de cogobierno a los nueve diputados que aglutina la Ucedé y los partidos provinciales de centro-derecha”.

Al día siguiente La Nación vehiculizaba este planteo en primera página, con un titular que decía “Preocupación en el Tesoro” (suponiendo que los lectores sobreentenderían que se refería al Tesoro de los Estados Unidos). Dentro del texto se podía leer que “David Mulford, secretario adjunto del Tesoro, se habría mostrado interesado en particular sobre el posible alejamiento del equipo económico, que provoca una dosis importante de incertidumbre en el mundo financiero norteamericano”. Con relación a esto mismo, un comentarista del mismo diario añadía que “los observadores advirtieron una fuerte corriente política de sectores muy influyentes en los negocios económicos, a favor del mantenimiento del ministro Juan Vital Sourrouille, a quien el lunes determinadas fuentes radicales dieron ya como virtualmente relevado. Esos sectores no son solamente los empresarios locales más poderosos, sino también del exterior, donde los bancos acreedores han hecho señales de preocupación a solamente dos semanas de la firma de documentos para la virtual moratoria (sic) del sector estatal de la deuda externa”. Esta presión no solo culminó con la confirmación de Sourrouille, sino que el gobierno creyó conveniente enviar un télex al Comité de Bancos Acreedores, en Nueva York, donde en su último párrafo se dice: “El gobierno argentino está decidido a cumplir con los contratos firmados y a continuar en la búsqueda de una solución negociada para enfrentar el tema de la deuda externa”. (La Nación, 12.9): A esta “solución negociada” se limitaba, entonces, el alcance de la diatriba formulada dos días antes por Alfonsín contra las “recetas ridículas” del FMI.

Los ejes de la reorganización

De modo que el punto de partida de toda la “reorganización ministerial” fue establecido como consecuencia de las presiones de la banca internacional. Viceversa, la cuestión central para la banca internacional era impedir el naufragio del gobierno radical. Como en otras ocasiones, el embajador norteamericano, Gildred, tuvo una parte activa en la “defensa de la democracia”, presionando al cafierismo a pronunciarse con claridad. Es así que “El electo gobernador de Buenos Aires, Antonio Cafiero, llevó ayer tranquilidad a los operadores económicos al aseverar que su Partido Justicialista, triunfante en las elecciones del domingo pasado, no ha sido elegido para introducir cambios en la política nacional, cuya responsabilidad compete al presidente Raúl Alfonsín. Nosotros queremos que el gobierno controle y maneje la crisis y la pueda solucionar de la mejor manera para todos los argentinos”. (Ámbito Financiero, 10.9).

El otro eje del nuevo gabinete lo constituye otra de las confirmaciones, la de Horacio Jaunarena. “Existe consenso (en las FFAA) para sostener la continuidad del titular de defensa, Horacio Jaunarena”, informaba Ámbito Financiero (10.9) en vísperas de la reunión de los tres comandantes en jefe con Alfonsín. Dos días más tarde, La Nación opinaba “que Jaunarena transmite una Idea de imprescindible confiabilidad a los militares”. A partir de la ratificación de Jaunarena, “el presidente de la Nación, seguía el diario, se quedaba con la certeza de que el respaldo institucional de las Fuerzas Armadas a su comandante en jefe no podía imaginarse más amplio… Los jefes militares hablaron con tanta claridad… que esto se tradujo en una tonificación perceptible en el gobierno”. A partir de aquí se entiende que la Cámara de Córdoba hubiera desistido del juzgamiento de ochocientos implicados en asesinatos cometidos bajo la dictadura en Tucumán y remitiera los casos a la Corte Suprema para que ésta decida sobre la aplicación de la ley de obediencia debida (Clarín, 11.9).

El apoyo de la banca internacional, de un lado, y el apoyo de los militares afines al Pentágono norteamericano — éstos son los dos ejes fundamentales del nuevo gabinete. Pero es indudable, al mismo tiempo, que tanto Sourrouille como Jaunarena han sido confirmados paca asegurar la continuidad en’ una situación de crisis, otorgando las garantías necesarias al capital mundial. Ni Alfonsín ni Cafiero han querido colocar en el más mínimo riesgo la renegociación recientemente pactada con la banca internacional, la cual constituye hoy el estatuto jurídico del colonialismo financiero. El meollo de este caótico cambio de gabinete no es otro que el tema de siempre, la deuda externa, que sostiene por el cuello al régimen democratizante. Ha sido la banca internacional, y no la Constitución del ‘53, la que ha salvado al gobierno radical, y lo que explica que el país se encuentre gobernado por una minoría electoral y por un partido oficial mortalmente dividido.

Caputo

Varios diarios han dicho que el “inspirador» de este gabinete es el canciller Caputo, un hombre singularmente asociado a los dueños argentinos del National Central Bank, que fuera recientemente intervenido en Nueva York por contabilizaciones fraudulentas, y al que numerosas informaciones asocian con las “mesas de dinero” que operan en el mercado de cambios y que tienen la responsabilidad por la brutal desvalorización sufrida por el austral en el mercado negro. Pero estos hechos quizás sean los que mejor permiten entender fa “concepción” de Caputo.

Desde varias fuentes se coincide en afirmar que el canciller ha planteado reclamar a la banca internacional un fuerte apoyo financiero para pagar la deuda externa, concediendo a cambio una firme política de privatizaciones y, por sobre todo, de capitalización de la deuda externa. Estas son, por otro lado, las cuestiones que van a plantear los banqueros en la reunión internacional prevista para la semana próxima. Los tres reclamos de éstos serían: 1) Que los títulos de la deuda externa se puedan aplicar a la compra de empresas públicas y de acciones en la Bolsa; 2) Que los capitalistas argentinos puedan también capitalizar títulos de la deuda, lo que permitiría que se los compren a la banca internacional; 3) Que se produzca una devaluación masiva que mejore la rentabilidad de esos títulos en moneda argentina (Clarín 16.9).

La negociación de este paquete daría su sentido al nombramiento de Rodolfo Terragno en Obras Públicas, quien es un firme partidario de privatizar incorporando capitales extranjeros. El gran conflicto que podría plantearse aquí es que los monopolios nacionales de la construcción y del petróleo (la llamada “patria contratista”) pudieran oponerse a una privatización ¡limitada de empresas, ya que el negocio de estos pulpos es, precisamente, obtener contratos públicos con garantía del propio Estado. El tándem Caputo-Terragno pretende condicionar las negociaciones internacionales a cargo de Sourrouille y procura superar el incumplimiento del programa del FMI a través de grandes concesiones a la inversión extranjera realizada mediante la aplicación de los títulos de la deuda externa. Con esto ya se delinea una colisión entre Caputo y Sourrouille, así como entre distintas fracciones de los grandes monopolios.

El ministro de educación también es un hombre del elenco de Caputo, lo cual quiere decir mayor injerencia ‘privada’ en la educación, algo que fuera reclamado por et presidente de la UIA en el reciente aniversario de esa entidad. Según Clarín (16.9), el nombramiento de Sábato fue consultado con la Iglesia, la cual habría dado su asentimiento. Una de las primeras medidas que tomaría el nuevo ministro sería el “traspaso de las escuelas secundarias nacionales a las provincias (política iniciada por Martínez de Hoz), para lo cual habría obtenido un crédito de 350 millones de dólares del Banco Mundial” (ídem).

¿Un “gabinete de guerra”?

En este contexto, el nombramiento de Ideler Tonelli, asesor de la dictadura y el más firme partidario de la obediencia debida dentro del actual gobierno, para el ministerio de Trabajo, constituye, como él mismo lo dijo, la consecuencia natural de la confirmación de Sourrouille. Apenas insinuada la crisis ministerial, tanto Lorenzo Miguel y Ubaldini como Cavallieri se pronunciaron públicamente por el mantenimiento de Alderete (Clarín, 8.9), en el entendimiento de que podría prosperar la renuncia de Sourrouille. Pero ha sido precisamente la necesidad de dar garantías explícitas al capital mundial la que ha terminado, con toda seguridad provisionalmente, con la presencia de “los 15” en el gobierno. Este recambio anuncia la colisión a la que forzadamente marcha ya el gobierno con el movimiento obrero, como consecuencia de la inevitable política de tarifazos y congelamiento salarial decidida. El gobierno no abandonará su política de acuerdo con la burocracia que, inspirada por el nuevo ministro del Interior, «Cotí’ Nosiglia, es la base de la división sindical (como en CTERA) o de la regimentación de la mayor parte de los gremios, pero la consecuencia general de toda su orientación es el agravamiento del choque con el movimiento obrero. Juan Alemann (Ámbito Financiero, 15.9) acaba de plantear que el gobierno “debe salir de inmediato del pacto radical- sindical… y endurecer su acción frente a los sindicalistas… reclamando una inevitable polarización política que constituye el meollo de la lucha por el poder”.

El salto del mencionado “Cotí’ Nosiglia al gobierno en reemplazo de un hombre apreciado por todos les, sectores conservadores, como Tróccoli, parece contradictorio en este paisaje ministerial, pues se lo sabe crítico de Sourrouille y artífice de la alianza con “los 15”. Pero Nosiglia representa también al sector mayoritario del aparato del radicalismo y es conocido por sus lazos con un importante sector de los “capitanes de la industria”. Su nombramiento pretende evitar que esta etapa de crisis sea bombardeada desde afuera y asegurar el mayor frente político para manejar la situación. El nombramiento de Nosiglia puede significar un intento de movilizar al aparato de la Coordinadora contra las luchas populares, como ha ocurrido reiteradamente con la acción de Franja Morada contra los docentes. Las diferencias que Nosiglia puede tener con el resto del gabinete están condicionadas al fuerte oportunismo político que caracteriza a los dirigentes de la Coordinadora.

Crisis histórica

El proceso que ha llevado a la formación de este gabinete revela con toda claridad el completo empantanamiento del régimen democratizante. El gobierno ha fracasado en su propósito de aplicar los planes del FMI, como lo demuestra el hecho de que el superávit comercial apenas cubre el 20 % de los intereses que deben pagarse por la deuda; de que las reservas en divisas disponibles del Banco Central no pasan de los 600 millones de dólares (llegaron a  ser superiores a los 3.000 millones a fines de 1985); de que el dólar negro ha aumentado un 100 % en los últimos cinco meses; de que el costo de vida crece a un ritmo del 15-20 % mensual; etc. La pretensión de reducir la carga de deuda externa reemplazándola con bonos que paguen menor interés, también ha fracasado estrepitosamente, pues sólo fue recogida por dos bancos de poca cuantía (Jornal do Brasil, 9.9). El mismo diario brasileño informa que “en tanto que Brasil se apresta a salir de la moratoria, Argentina se está preparando para entrar. Según previsiones del ministerio de Hacienda en Brasilia, el gobierno de Raúl Alfonsín podrá suspender dentro de un mes el’ pago de los intereses de la deuda externa”. En previsión de esta situación los bancos acreedores postergaron el giro del primer tramo del. préstamo acordado cuando se renegoció la deuda externa (Clarín 15.9).

Es evidente que el flamante gabinete constituye un esfuerzo de composición de fuerzas de la burguesía y del partido radical, en una línea derechista y de sometimiento al imperialismo, pero que todavía no llega a tener la homogeneidad o la fuerza para convertirse en gabinete de guerra contra el movimiento obrero, en función de la “polarización” reclamada por Alemania. Es un gabinete de emergencia para pilotear la salida a una aguda crisis política y cuyo fracaso podría replantear la renuncia del gobierno y las elecciones anticipadas en 90 días.

Como hemos dicho en el P.O. de la semana pasada, al hacer el balance de las elecciones, éstas han marcado el agotamiento del régimen democratizante en sus posibilidades de desarrollo, y han dejado planteada la posibilidad de un giro nacionalista extremadamente limitado, cuyo alcance sólo podría ser superado por una intervención independiente de las masas y por su proyección latinoamericana. Todo lo cual quiere decir que la tarea de la hora es llamar a los trabajadores a una acción propia sin precedentes, porque fuera de ello está la ruina social y moral de las masas. Es el desarrollo de la crisis y esta intervención popular las que crearán las verdaderas alternativas a la situación histórica que vivimos.

*Salario y jubilación mínimo de ₳ 800

*Cese del pago de la deuda externa

*Expropiación de la banca

*Apertura de los libros empresarios y control obrero de la producción

*Paritarias libres ya