Políticas
3/10/2023
¿Qué son las Leliq y por qué ningún político capitalista dice cómo desactivar la bomba?
Lo que Massa, Milei y Bullrich callaron en el debate.
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Banco Central de la República Argentina.
En el debate presidencial la cuestión económica estuvo en el centro de la escena. Dentro de ella, un tema que generó polémica fueron las Leliq. Javier Milei le preguntó a Patricia Bullrich qué haría un eventual gobierno suyo con las Leliq. Sin embargo, la candidata de Juntos por el Cambio no quiso responder y prefirió hablar de déficit fiscal, algo que además Melconian salió a defender diciendo que fue “una pregunta fuera de lugar para un presidente”. Massa directamente no dijo nada sobre uno de los temas más importantes y urgentes de la economía del país. Pero ¿Qué son las Leliq y por qué ningún candidato capitalista sabe qué hacer con este problema?
Las Leliq son Letras de Liquidez en pesos que emite el Banco Central, cuyo stock va camino a representar alrededor del 12% de Producto Bruto Interno (PBI), dice Ámbito Financiero, y constituye el principal factor de emisión monetaria. Este número equivale a $21 billones (más de U$S 60.000 millones), lo que triplica las reservas y representa tres veces y media la base monetaria.
Algunas consultoras ya estiman que, para fin de año, el stock de pasivos remunerados podría crecer alrededor de unos $10 billones más (casi $31 billones), de modo que el costo para todo 2023 de los intereses superarían los $15 billones (un promedio de $1,2 billones por mes). Este récord histórico supera cualquier descripción posible del quebranto económico y financiero que atraviesa el país.
Para darse una idea de cuánta plata estamos hablando, pensemos que para los pagos de jubilaciones en todo el año la Anses destinará 9 billones pesos. Si a eso le sumamos las pensiones y los programas de ayuda social -ítems a los que los políticos capitalistas le adjudican la emisión monetaria-, aún no llega a equiparar los 15 billones de pesos que el Central les pagaría a los bancos en 2023 solo por tener la plata de los encajes puesta en estas letras.
Estas letras fueron creadas en enero de 2018 bajo el gobierno de Macri para reemplazar la bola de nieve fuera de control de las Lebac (que habían crecido porque, con un tipo de cambio planchado, era la bicicleta financiera más rentable del mundo). La diferencia entre estos dos tipos de letras es que la primera solo la pueden adquirir los bancos. Fue una de las condiciones del préstamo que pacto con el FMI.
El objetivo de estos títulos era absorber los pesos emitidos para ponerle un coto a la inflación. Pero el macrismo fracasó rotundamente, porque la suba de precios no es un problema que se limite a un desorden monetario. Así, el remedio fue peor que la enfermedad, porque el mecanismo terminó llevando a la virtual quiebra del Banco Central y se convirtió en el principal factor de emisión para el pago de intereses. Como esos pesos emitidos luego eran reabsorbidos con nuevas letras, se generó el efecto bola de nieve de deuda que sigue hasta hoy. Este negocio en manos de los bancos ni siquiera tuvo el efecto deseado de apaciguar las estampidas cambiarias, que siguen repitiéndose desde 2018.
El gobierno de Alberto Fernández no desarmó la bomba, como prometió durante toda la campaña electoral de 2019. Al contrario, la política de aumento permanente de tasas de interés (hoy en 209,4%), que también tenía como presunto objetivo combatir la inflación, hizo crecer exponencialmente la bola de nieve. La banca privada aprovechó este negociado utilizando el dinero que los ahorristas depositan en plazos fijos, lo que a su vez paralizó el crédito y agravó la recesión económica. Mientras tanto, la estampida inflacionaria continúa viento en popa pulverizando los salarios y las familias trabajadoras, ven cada vez más restringida su capacidad de consumo y su acceso al crédito por las elevadas tasas de interés.
Ahora, si el gobierno quisiera desactivar la bomba debería emitir montañas de pesos para pagar y cancelar el pasivo, lo cual redundaría en una hiperinflación y en una nueva corrida hacia el dólar. El riesgo de seguir dejando crecer el problema es que si finalmente el Banco Central blanquea su quebranto y suspende el pago de esas letras tendríamos comprometidos los ahorros de la población, decantando en un nuevo corralito y una corrida bancaria.
La otra vía, que promueve Milei aunque de manera vergonzante, es igualmente confiscatoria. Es la posibilidad de un nuevo Plan Bonex como el implementado en los primeros tiempos de Menem, cuando se estafó a los depositantes. Es lo que pasaría si, como parte de la liquidación del BCRA, las Leliq son trocadas por títulos de deuda pública con vencimientos a plazos más largos.
Con el Plan Bonex menemista (que hace poco justificó Emilio Ocampo, nombrado por Milei para presidir el Central) quien tenía colocados sus ahorros en una cuenta a 7 o 30 días recibió a cambio un bono con vencimiento 10 años. Como su cotización arrancó por el piso, quienes los vendieron para recuperar sus ahorros recibieron solo la cuarta parte de lo que tenían en el plazo fijo.
La situación actual tiene mucha similitudes con aquella época, y no solo por el descontrol inflacionario. Como pasa hoy con los intereses usurarios que paga a los bancos por las Leliq, entonces el BCRA no podía hacer frente a los encajes remunerados; y lo resolvió pagando con Bonex para que los bancos los entregaran a sus depositantes. Con esta estafa a gran escala se puso fin al principal factor de emisión monetaria y se allanó el camino a la convertibilidad que vino después. Es el antecedente lúgubre de la dolarización que ahora prometen los libertarios.
Igualmente, como vimos, ninguno de todos los políticos capitalistas propone una salida a este esquema usurario que no sea mediante el traslado de la factura a los laburantes, por eso Milei formula la pregunta, porque sabe la incomodidad que genera la respuesta, por eso Bullrich no contesta y Melconian se ofende. Ni hablar de Sergio Massa, que es hoy uno de los responsables de la bancarrota económica en beneficio de la banca y el capital financiero internacional.
Solo el Frente de Izquierda tiene entre sus principales planteos proteger a los ahorristas e impedir otra confiscación para rescatar a la banca. Para salir de la encerrona hay que hacer lo contrario: empezar a afectar a los que hicieron este negocio extraordinario todo este tiempo, nacionalizando el sistema financiero en una banca única bajo control obrero y dejando de pagar la deuda usuraria, lo cual sería un puntal para una reorganización económica sobre nuevas bases sociales.
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