Políticas

18/5/2019

¿Quién es Alberto Fernández?

El país todavía discute sorprendido la decisión anunciada hoy por Cristina Fernández de Kirchner de declinar de la candidatura presidencial para la cual la daban ganadora la mayoría de las encuestas tanto para primera vuelta como para un eventual ballotage. La decisión de proponerse como vicepresidente para una formula encabezada por Alberto Fernández ha colocado a periodistas, políticos, y muchísimos trabajadores que tratan de entender el proceso político a tratar de interpretar el significado de esa elección. Cabe entonces repasar el prontuario de este veterano operador político que CFK propone para la presidencia, ya que ella lo define en el video donde presentó esa decisión como un hombre de acuerdos y de negociación. ¿Qué acuerdos? Alberto Fernández es un tejedor de las relaciones entre el PJ y el gran capital que tiene más de 30 años de fojas de servicio.


Soldado de Menem y Cavallo


Si bien empezó su carrera de funcionario en el gobierno de Alfonsín, ejerciendo cargos de director en el Ministerio de Economía, fue con Menem que pegó un salto, siendo nombrado superintendente de seguros de la nación, bajo los ministerios de Néstor Rapanelli (del grupo Bunge & Born) y Domingo Cavallo. Desde allí aceitó negocios y relaciones con el capital financiero, en el boom de los años de la convertibilidad y la privatización del sistema de jubilaciones.



Soldado de Duhalde


Con la partida de Cavallo, Fernández debió buscar un nuevo jefe político. Lo encontró en Eduardo Duhalde, gobernador de la provincia de Buenos Aires, bajo cuyas órdenes transformó el Banco Provincia en el centro de un grupo de negocios asociado con bancos privados, como el Santander, en negocios de AFJP, ART, gerenciadoras de salud privada y otros seguros, además de muy variadas operaciones de negocios. Fernández fue vicepresidente del Grupo BaPro que se conformó entonces.


Durante la etapa de Duhalde y Carlos Ruckauf en la provincia y la gestión de Fernandez el BaPro otorgó sistemáticamente créditos incobrables a un grupo reducido de empresas que después eran beneficiarios de moratorias. Por lo menos $500 millones de dólares otorgados por el banco tenían este mecanismo fraudulento. Llevaron al banco provincial a una cesación de pagos que necesitó ser rescatado por el tesoro provincial. O sea que vaciaron el banco a favor de sus socios empresariales y le pasaron la factura a los trabajadores contribuyentes.



En 1998 Duhalde colocó a Fernández como tesorero a cargo de su campaña presidencial. Según denuncias periodísticas y una causa penal que se investigó desde la procuración de México, en esta etapa se habilitó el ingreso de un banco que era un frente del Cartel de drogas de Juárez, el Mercado Abierto Bank, a la provincia de Buenos Aires. Sus fondos, como los de las grandes contratistas beneficiadas por las maniobras del BaPro estuvieron entre los aportistas que consiguió Fernández.


En estos años fundan junto a Nestor y Cristina Kirchner el grupo Calafate, junto a otros dirigentes del PJ que se separaban de Menem hacia el final de su mandato. Lejos del tinte progre con el que retroactivamente se han querido pintar, es necesario desatacar que Fernandez seguía siendo un hombre ligado a Cavallo y la derecha “neo-liberal”. Fue encargado por Duhalde para negociar el apoyo de Cavallo a Carlos “mano dura” Ruckauf para la gobernación bonaerense en 1999 y fue electo legislador porteño, en el 2000, por la lista de Cavallo y Gustavo Beliz, que compartió con la admiradora de Jorge Rafael Videla, Elena Cruz.


Soldado de Néstor… y Magnetto


Repitió su función de recaudador de fondos para la campaña presidencial de Néstor Kirchner en 2003 y desde allí fue catapultado al lugar de Jefe de Gabinete, que ejerció del 2003 al 2008. En el libro biográfico de CFK escrito por Sandra Russo la ex-presidenta cataloga a Fernández como el delegado del grupo Clarín en el gobierno kirchnerista, propiciando la fusión de Cablevisión y Multicanal que dejó al grupo con una posición monopólica en la TV por cable y trabajando contra la candidatura de CFK de acuerdo a la presión de los Magnetto. Fernández se ha defendido de estas acusaciones señalando que la multimillonaria fusión cuenta con la firma del entonces Secretario de Comercio Guillermo Moreno y no la suya, y que a Hector Magnetto de Clarín lo conoció a través de los Kirchner, estrechos aliados de este en el primer tramo de su gobierno.



Lo cierto es que cuando el gobierno Kirchnerista chocó con el capital agrario que venía desarrollándose fuertemente bajo su égida, generando una verdadera ruptura entre la burguesía que se agrupaba en el apoyo a ese gobierno, incluido a Magnetto, Alberto Fernández, fue uno de los funcionarios que empezaron a dimitir para pasarse de bando, como el vicepresidente Julio Cobos, como su sucesor Sergio Massa, como el ministro de Economía Martín Lousteau y tantos más. Desde entonces, Fernández se desempeñó como consejero de Massa y luego de Florencio Randazzo, cuando este quería enfrentar a Cristina Kirchner en una interna.


Lobbysta se alquila


En 2015 Albertó Fernández declaró que votaba en blanco en el ballotage entre Scioli y Macri. Lejos de una crítica a izquierda a ambos, Fernández dijo que sobre un gobierno de Cambiemos “Me dio tranquilidad que estuviera Prat Gay pero no se qué lugar va a ocupar. (…)No lo voto a Scioli no por Scioli sino por lo que está representando, que son los excesos del gobierno nacional (de CFK)” (Perfil 27/10/2015).  La delimitación con Scioli y el FPV era por derecha.


En el llano Alberto Fernández se ha mantenido como un operador todoterreno, aunque no ocupó lugares de protagonismo político. Ha sido operador judicial del empresario preso por causas de corrupción Cristóbal López, en nombre de quien se ha reunido con diversos jueces de la corte suprema. Facturas por los servicios de Fernández como lobbysta fueron encontrados en allanamientos a la petrolera Oil de López.


Una columna reciente de Carlos Pagni en La Nación (16/5/2019) comenta que Fernández había cambiado el objeto de sus gestiones en la Corte por Cristóbal a el juicio inminente a CFK, con quien se ha reconciliado hace largos meses para tejer acuerdos con distintos sectores del PJ con los que había ido chocándose en el desenlace de su gobierno y tras su derrota en manos de Macri.


Lo cierto es que junto con todos sus dotes de operador, rosquero y financista, la nominación de Alberto Fernández a la presidencia es un mensaje sin ambigüedades al capital local e internacional. Sus intereses van a ser la prioridad para un eventual gobierno del PJ, como lo han sido a lo largo de toda la carrera de Alberto Fernández.