Radiografía de un presupuesto antiobrero
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La media sanción del presupuesto dejó algunas “perlas” que refuerzan nuestra caracterización: endeudamiento, superpoderes, más privatización, tarifazos, ajuste y asistencialismo, con el horizonte de que no se cumpla ninguna de sus pautas.
El descomunal déficit previsto de 450 mil millones de pesos, es completamente parasitario. 247 mil millones van para intereses de la deuda y 314 mil millones suman los “gastos tributarios”, el rubro que resume los subsidios y exenciones impositivas al capital, al menos en un 80%. La única gran inversión prevista, la del ferrocarril Belgrano, del corredor sojero, se basa en importaciones y no en industrialización ferroviaria.
La deuda a refinanciar es de 55 mil millones de dólares con nueva deuda por 26.500 millones. En cambio, se omiten los 645.000 mil millones en Letras (Lebac) que acumuló el Banco Central o los 40 mil millones de dólares equivalentes de deuda no prevista -si esas letras se transformaran en bonos del Tesoro.
Inflación
La pauta del 17% de inflación regirá sólo para seguir robando poder adquisitivo a salarios y jubilaciones, después de un 2016 que consagra una caída histórica de 10 a 15 puntos. El voto de los legisladores sindicales a semejante presupuesto es el complemento de la entrega que la CGT practica en la “Mesa de Concertación”.
A esto hay que agregar que la cuestión de ganancias en los salarios no llegó nunca a debate. Y cuando llegue, será bajo la extorsión de un presupuesto que marca un aumento del 27,9% en la recaudación de ese impuesto. ¿De dónde podría salir esa recaudación con una inflación del 17%? La respuesta es que no habrá reducción del impuesto al salario que ya pagan casi dos millones de personas.
El presupuesto es a la baja en educación, investigación y salud. Es mínimo en vivienda, cuando debería atender el enorme déficit habitacional y ser un factor reactivador.
Superpoderes
Deliberadamente, se ató el tratamiento de la “ley de leyes” a la prolongación de los superpoderes, para reasignar discrecionalmente el 7,5% del presupuesto -o sea, la friolera de 177 mil millones. Además, se votó en ese paquete la llamada ley de Participación Pública y Privada, que consagra la digitación de la obra pública, la subordinación a tribunales extranjeros y hasta su pago en divisas, con la frutilla del postre de que los adjudicatarios de obras viales podrán ser futuros concesionarios de las rutas (esquema Cacciatore), con tarifazo garantizado en los peajes.
Asistencialismo
El aumento del gasto asistencial (32%) que encandila al Vaticano y todos sus cohortes es indicativo de la conciencia de sus autores del agravamiento de la pobreza que traerá aparejado. Les preocupa que no se escape un movimiento piquetero independiente del Estado, como a fines de los ’90.
El papel del Frente Renovador y de múltiples alas del PJ -no solamente Bossio-, debe ser clarificado a los trabajadores, para mostrar el compromiso del peronismo y el kirchnerismo con esta política nefasta para la clase obrera. Doce diputados kirchneristas lo votaron, y, desde luego, pasará por el Senado de Pichetto y compañía. El reparto de cajas de 21 universidades pejotistas y otras transas con los gobernadores, garantizaron darle la espalda a los reclamos de la docencia universitaria, como de toda la docencia, en la medida que congela el Fonid por todo 2017.
Es un presupuesto que se encuadra en una política que descarga la crisis capitalista sobre los trabajadores. El movimiento obrero se tiene que poner de pie para barrer esta política y abrir un curso independiente a partir de sus reivindicaciones.