Políticas

8/11/2019

Ramal y su “rebelión” pejotista

Marcelo Ramal ha escrito una nota crítica de nuestro balance electoral que lo pinta de cuerpo entero, a él y al proto partido político que ha constituido con Altamira. El punto central es su crítica a la caracterización que hace el PO de que la burguesía domina el escenario político nacional como lo expresa que sacó entre sus distintas variantes el 98% de los votos. Para Ramal “acaba de morder el polvo una de las tentativas más osadas de reestructuración social contra la clase obrera, el macrismo que contó con el apoyo de Trump y de toda la burguesía continental”. ¿A manos de una rebelión popular? No, por supuesto, a manos del peronismo, o mejor dicho a manos de la coalición conservadora y en buena medida socia del macrismo que constituyeron los Fernández y Massa. Esta es la esencia de las divergencias que hemos tenido durante dos años de debate con el grupo que en las sombras preparó durante todo ese lapso, la ruptura del PO.


Entusiasmado con sus propias palabras va más lejos y nos dice “mal que les pese a los derrotistas, la burguesía ha perdido el control –la “iniciativa estratégica”- en la Argentina y en el continente, y busca a tientas una salida”. Créase o no, Ramal dice que la burguesía ha perdido el control en la Argentina y en el continente. Ramal separa abiertamente a Alberto Fernández de la burguesía. Su propejotismo es rampante, ha encontrado una “rebelión pejotista”. 


Para Ramal “Argentina es Chile” y critica que señalemos que Argentina en el marco de una crisis capitalista que raja las paredes no está protagonizando una rebelión popular como en Chile, sino un voto masivo a una variante de recambio que plantea gobernar con el FMI, repagar la deuda como Néstor y que llamó a abandonar la calle durante todo el proceso electoral en el que los trabajadores eran agraviados y agredidos todos los días con devaluaciones, tarifazos y despidos. Ponerse internacionalista para asimilar las rebeliones de Ecuador y Chile a la victoria pejotista no estaría clarificando a la vanguardia obrera argentina. Al contrario es la excusa para disimular el freno criminal de todas las variantes de la burocracia sindical, desde Daer hasta Godoy, que mantienen contenido al movimiento obrero frente a los ataques descomunales que sufre. Y aislando sus grandes luchas como Chubut.


Por eso le recomendamos al lector que haya leído a Ramal que revise y verá que no figuran las palabras “pacto social” en los más de 10000 espacios de la larga nota. Ninguna preparación para la rebelión que dicen pronosticar. Al contrario, en la previa de la victoria final de la coalición pejotista, el grupo altamirista atacó al Plenario de Ocupados y Desocupados de Pilar que promovió grandes movilizaciones obreras contra la tregua proelectoral del peronismo funcional al trabajo sucio ajustador de Macri. Lo hizo aliado al Espacio de Norte que, justamente o casualidad, no delimita del peronismo siguiendo la línea de otro pequeño grupo llamado Opinión Socialista que se caracteriza por sus permanentes capitulaciones frente a Baradel en el Suteba y por integrar la lista Verde de ATE. Ramal y Altamira protagonizan una política de adaptación al peronismo, desde afuera del peronismo, atacando a la izquierda de independencia política de todas las variantes patronales. Desde una secta que proclama la “huelga general”, sin la menor aproximación a cómo llegar a ella, las manos quedan libres para todo tipo de adaptación.


Ramal y Altamira caracterizaron a los grandes acampes del Polo Obrero y el resto del movimiento piquetero que colocaron en la agenda la cuestión del hambre y el trabajo, como “de aparato”. Lo mismo vale para las acciones que encabezaron el Sutna y los demás sindicatos clasistas que llegaron a organizar paros por sus reivindicaciones salariales, sean el propio Neumático, AGD, Ademys, los Sutebas Combativos, etc.,para Altamira y Ramal se trató de una política de “paros aislados”, como si su aislamiento no fuera responsabilidad de la burocracia. Es interesante, porque los adalides de la acción directa contra “el parlamentarismo” de quienes batallamos por el voto a la izquierda revolucionaria, se borraron hasta de solidarizarse frente a la represión que sufrieron los compañeros.


Pero esto tuvo un correlato político muy fuerte: Ramal explicó en una charla cuando debutó con toda fuerza la rebelión (realmente existente) de los docentes y estatales chubutenses, con fuerte apoyo popular y puebladas, que no correspondía la consigna “Fuera Arcioni”. Albertismo puro. En medio de los procesos electorales valía el “Fuera Macri”, en medio de la rebelión chubutense, no valía “Fuera Arcioni”. Por supuesto después giraron, como siempre.


El profesor Ramal, que evidentemente le ganó al militante, nos da clases sobre las jornadas del 14 y 18 de diciembre de 2017, del movimiento por el aborto legal y sobre las jornadas del 2×1. Pero olvida que mientras el PO preparó su combativa intervención en las jornadas de diciembre con las consignas adecuadas que lo tuvieron en primera fila política y no sólo física, Altamira escribió que “la crisis es por arriba” y después de los hechos se opuso tenazmente a la expresión de gran parte del CC del PO que caracterizaba un “punto de inflexión” referido a la pérdida de Macri de base política, algo que con ondulaciones caracterizó el proceso hasta su derrota final. Se olvida también que frente a las grandes movilizaciones del 2×1, Altamira defendió el “juicio político a la Corte” (Prensa Obrera  1457) que presentamos los diputados del PO, una iniciativa parlamentaria correcta para acompañar con la consigna “fuera la Corte reaccionaria” en las movilizaciones populares que enfrentaron y derrotaron el intento de liberar a los genocidas. Es decir, caracterizamos el alcance y los límites del movimiento y nos dimos las consignas adecuadas para profundizarlo. Y omite que frente al movimiento por el aborto legal, él mismo presentó en el XXV Congreso un documento de minoría que decía que ese movimiento en su choque con el Estado abriría una situación prerrevolucionaria en el país. Pues bien, también se equivocó porque la masa de la ola verde votó a Alberto Fernández, confirmando que el problema político de la disputa con el peronismo y con el kirchnerismo en particular, sería una disputa clave como lo caracterizó el Partido Obrero durante todo el período previo al proceso electoral, luego confirmado desde la primera elección provincial hasta las presidenciales. Salvo, claro, que el voto a Fernández constituya un hecho prerrevolucionario.


Ramal y Altamira han montado un operativo para embaucar giles, tal vez de otros lugares del mundo, acerca de que el PO se ha hecho “parlamentarista” (o sea un retroceso a la Segunda Internacional) y por toda prueba menciona el voto a la emergencia alimentaria que hemos criticado como maniobra política, pero votamos a favor por el significado práctico que tuvo para las organizaciones de lucha que, justamente, Ramal ni lo registra, salieron estos días a luchar por su cumplimiento. Ramal votó como legislador un sinnúmero de iniciativas que convenían a las masas, pero se olvidó su voto positivo a la cesión de un inmueble a la Casa Del Encuentro macrista, error craso que no discutió con el partido, aunque no por ello el PO se pasó al parlamentarismo. Y también se olvidó de su prólogo a mi libro La Fuerza de la Izquierda en el Congreso. Su deriva es impresentable.


Para finalizar -mi crítica (no sus dislates, que son muchos más)- Ramal caracteriza que “el gran activo de la burguesía es el electoralismo del FIT”. Otra vez veamos desde qué lugar pontifica. Su grupo faltó a todos los actos del FIT Unidad, al cierre de las PASO, a la gran puesta movilizadora del Obelisco y al acto combativo e internacionalista de cierre frente al consulado chileno, ya desatada la rebelión, algo de carácter netamente revolucionario. Pasadas las elecciones Altamira concede un reportaje a Télam para decretar el agotamiento del FIT, transformándose en un grupo de choque político contra la izquierda, cuando esta ha defendido las banderas anticapitalistas y de ruptura con el FMI que la conectan políticamente con el proceso latinoamericano de Ecuador, de Chile y antes de Nicaragua, Haití o Costa Rica.


La diferencia es que nosotros militamos para separar políticamente del nacionalismo a la vanguardia obrera y no charlataneamos sobre rebeliones populares. La rebelión no surge mecánicamente de la crisis capitalista, y la izquierda revolucionaria no crece mecánicamente por las rebeliones, si no miremos Haití, Nicaragua, Grecia y tantos lugares. Chile será otra prueba de fuego, porque sectores combativos plantean la huelga general y la Constituyente pero no el fuera Piñera en el que nos empeñamos nosotros en el debate con los compañeros. Ramal no tiene autoridad para aportarles nada porque insiste en este artículo en la Constituyente para todo el continente, ergo también para Argentina (recordemos que plantearon una Constituyente en todo momento incluso por provincias, por ejemplo para la Tucumán de Manzur y del 0,95% del FIT, y así sucesivamente). Y su grupo sigue planteando ahora mismo, en Salta, una Constituyente, regalo en bandeja para la derecha que domina el escenario de esa provincia.


Ramal critica que asociemos los resultados electorales a la lucha de clases. Pero, cómo disociar cierres de fábricas que no se pueden revertir, despidos de trabajadores y activistas, ajustes y planes flexibilizadores, de la batalla política de la izquierda revolucionaria entre las masas. Su relación no es mecánica, de ahí el valor de las grandes luchas que educan a una vanguardia, de la agitación política electoral y programática para preparar una reacción de conjunto y por sobre todo algo que Ramal y Altamira han abandonado, pero el PO no: desarrollar a la izquierda como factor en la lucha de clases.


El desatino de dar por muerto al FIT por un retroceso electoral “por detrás de hace 8 años” (en realidad, el mismo porcentaje, lo ha desarrollado muy bien Eduardo Salas en su artículo “El electoralismo de Altamira no se agota”). Pero le recuerdo a Ramal que no dimos por agotado al PO en algunas de sus elecciones a Jefe de Gobierno donde sacó un cuarto de los votos que obtuvo ahora Solano, y le recuerdo que Altamira también retrocedió en las generales de “hace ocho años” respecto de las Paso. La preparación política de la vanguardia obrera y juvenil, con la “campaña más radicalizada del FIT” que Ramal cita pero no refuta, bien vale un retroceso electoral, porque puede estar anticipando futuros saltos políticos. Por lo pronto la consigna del PO (que el FIT adoptó en las últimas tres semanas) “que la crisis la paguen los capitalistas” muestra su enorme vigencia a la luz no sólo de lo pasado, sino de lo que viene.


Al menos así lo entendieron los jóvenes del Nacional Buenos Aires o del centro de Humanidades del Comahue por estas horas. Seguiremos luchando para que el FIT esté a la altura de sus tareas para transformarse en un polo político en todos los ámbitos de la lucha de clases, porque así combatimos el electoralismo, no valiéndonos de la agencia oficial para hacer liquidacionismo de la izquierda revolucionaria. Viva el Partido Obrero, viva la izquierda obrera y socialista en la Argentina.