Políticas

20/5/2022

¿Reactivación? en marzo se siguió desacelerando la actividad económica

El pacto con el FMI es un factor de dislocamiento y recesión económica.

Se mantiene una tendencia a la desaceleración.

En el día de ayer se publicó el Estimador Mensual de la Actividad Económica del Indec. El mismo mostró una desaceleración en marzo del 0,7% con respecto a febrero, donde el indicador había trepado un 1,2% siendo prematuramente festejado por voceros oficialistas como algún signo de la mentada “reactivación económica”. De este modo, el primer trimestre del año cierra con un 1% desestacionalizado, marcando una tendencia al decrecimiento económico.

El Centro de Estudios de la UIA confirmó en su informe mensual que la actividad industrial “perdió dinamismo” en el primer trimestre del año. El informe del Indec detalla, en tanto, una desaceleración del 1,9% en marzo. Vale recordar que esto tiene correlato en cómo viene decayendo el uso de la capacidad industrial instalada en el país, que oscila un 65%.

El sector que más tensionó las estadísticas para arriba en la industria fue la automotriz, lo que se debe en primer lugar a un negocio de exportación, donde en el último año crecieron las ventas en el exterior y cayeron en los concesionarios locales. Esta industria funciona prácticamente como una armaduría de componentes mayormente extranjeros, en un cuadro en el cual el gobierno impone restricciones a las importaciones para contener la salida de dólares, por lo que los capitalistas del sector mantienen una pulseada alertando que de no revertirse esto último se vendría un parate en el rubro.

En tanto, la construcción se desaceleró en marzo hasta un 4,1%, y la agricultura decayó directamente en un plazo interanual hasta un 5,1%, demostrando que el récord exportador se vincula directamente a la suba de los precios de las commodities en el mercado internacional por el estallido de la guerra en Ucrania, pero no tiene ningún tipo de correlato en materia de inversión y desarrollo económico.

Lo que aquí queda expuesto es cómo el acuerdo con el FMI actúa como un factor de dislocamiento de la economía, e implica enormes características recesivas en todos los planos. Los tarifazos, que ocupan un lugar central en el pacto, encarecen el consumo de energía en la industria. Lo propio hacen las trabas a las importaciones para resguardar las divisas, o el aumento de la tasa de interés que encarece el crédito comercial, habiendo llegado el Banco Central a la quinta suba solo en lo que va del año.

Por todo esto el cuadro no pronostica mejorar, sino agravarse. Matías de Luca, de la consultora LCG, asegura “esperar una desaceleración para lo que queda del año”, aseverando también que el crecimiento no pasará de un 2% signado más que nada por “el arrastre del 2021”. Todo el programa económico fondomonetarista tenderá a agravar la recesión económica.

La Argentina del FMI es un laberinto en el que todos los caminos conducen a una crisis mayúscula. Hay que romper el acuerdo con el Fondo y con el pago de la deuda externa, que es el primer -y gran- paso necesario. El cometido final es reorganizar al país desde sus bases. Aquí vemos claro como el fracaso estridente es de todo un régimen social que nos condujo a esta bancarrota.