A las 17hs del 1° de marzo, el gobernador bonaerense Axel Kicillof iba a dar su discurso de apertura de las sesiones legislativas. Sin embargo, minutos antes comenzó el apagón masivo que afectó a gran parte del país y de la provincia. El corte generalizado de luz llegaba a unas pocas cuadras de la Legislatura, que no se vio afectada por la falta de energía.

La situación obligó a Kicillof a suspender su discurso, que, según trascendió, sería en los próximos días. Los voceros del gobierno aludieron la convocatoria de reuniones de emergencia para tratar el problema y qué hacer frente a “la contingencia”.

La cancelación del discurso debe ser entendida en dos sentidos. Por un lado, el gobernador no podía encontrarse dando un discurso mientras una gran parte de la provincia estaba a oscuras y sin electricidad en un día de alta temperatura. En otras palabras, hay que cuidar las apariencias.

Por el otro, Kicillof pensaba dar un mensaje en clave electoral, que quedaría en completo off-side producto de la realidad. ¿Cómo iba a hablar Kicillof del “derecho al futuro” si en el presente no pueden garantizarle los servicios básicos a la población? ¿Cómo iba a vender su relato de que estaríamos transitando el segundo año de recuperación económica en una provincia que tiene problemas tan profundos?

Todos los gobiernos son responsables de la desinversión y las fallas constantes en los servicios públicos, donde sin embargo, se siguen garantizando ganancias millonarias para las empresas. La “contingencia” que el gobierno “debió atender con reuniones de urgencia” no es algo fuera de lo normal. Los cortes de luz, las interrupciones en el servicio de agua (incluso y particularmente en días de calor extremo) son moneda corriente, solo que esta vez fue mayor la población afectada en simultáneo.

Como afirmó el diputado Guillermo Kane, del Partido Obrero en el Frente de Izquierda, “la realidad frustró el spot electoral de Kicillof”, donde el gobernador quería vender el relato de una provincia “en pleno crecimiento” para lanzar su campaña por la reelección. Ya veremos qué dice Kicillof cuando su discurso se reprograme, pero está claro que una vez más la realidad mató al relato.

 

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