Políticas

11/1/2022

Reducción de aislamientos: la UIA dirige la política sanitaria

El gobierno eliminó el confinamiento para contactos estrechos con vacunación completa por exigencia de las patronales de la industria.

El gobierno nacional dispuso un nuevo cambio en el protocolo sanitario frente a la pandemia de Coronavirus. A la previa reducción de los días de aislamiento y los cambios de criterios, ahora la ministra de Salud nacional, Carla Vizzotti, anunció que se eliminará completamente la reclusión preventiva para los contactos estrechos con vacunación completa. Esto se da pura y exclusivamente por pedido de las patronales, para suspender lo menos posible -o directamente ni suspender- la producción y la actividad económica ante los contagios en los lugares de trabajo. Prueba cabal de ello es que la ministra ensayó como justificativo una serie de argumentos presuntamente epidemiológicos tras reunirse con el Consejo Federal de Salud, en los que volvió a insistir con que los contagios se dan “en las reuniones sociales”, excluyendo por completo a los recintos laborales o al saturado transporte público.

Distintos sectores capitalistas, fundamentalmente los industriales, venían reclamando precisamente esto en los últimos días. La Unión Industrial Argentina (UIA) aduce que el margen de trabajadores aislados a razón del virus (tanto por contagios o aislamientos preventivos) es de un 20% al momento. Esto ya se venía discutiendo incluso desde el almuerzo entre el ministro de Economía, Martín Guzmán, la burocracia sindical de la CGT, las cámaras patronales y la propia Vizzotti, que fue al Palacio de Hacienda a garantizar a estas últimas que la actividad económica no se detendría bajo ningún punto de vista.

No obstante, la UIA, con Funes de Rioja a la cabeza, comenzó a pujar porque los contactos estrechos con esquema vacunatorio completo y que no presenten síntomas vayan a trabajar igual. Va en línea con el pedido de poder hisopar ellos mismos en los puestos de trabajo, en los precisos momentos en que el gobierno comenzó un camino de privatización de los testeos tras la inevitable saturación de las UFUs, los centros de hisopados y el machacado sistema sanitario en general, que ha sido para ellos un claro blanco de ajuste fiscal. Claro que la pretensión de los empresarios no es socorrer a un gobierno que se dedicó a desarticular por completo los limitados dispositivos y recursos para hacer frente a la pandemia durante la primera ola, sino poder continuar con la producción en marcha a cualquier precio. Incluso a costa de la salud de los trabajadores, lo que da una muestra fehaciente de cuál fue el telón de fondo durante todo este tiempo para el manejo de la pandemia en el país.

El gobierno finalmente accedió al pedido, y da un paso más en un sendero que ya tenía también como antecedente la no renovación del Coronavirus como “enfermedad laboral” ante las ART. Cristaliza enteramente el cinismo con el que defienden que los contagios se dan “en las reuniones”: los contactos estrechos con esquema completo, a partir del momento, deberán seguir yendo a trabajar cada día, pero el gobierno los insta a “minimizar las actividades sociales”. No obstante, el ejecutivo nacional presenta que es “una recomendación”, y que la decisión final la tendrán los mandatarios provinciales. Pero es en los hechos el blanqueo de toda una política de Estado: en Córdoba y la provincia de Buenos Aires, que son verdaderos epicentros de la pandemia, se viene avanzando en la retirada de los aislamientos por contactos estrechos. Y es también una política de Estado porque no se da solo en fábricas y empresas privadas, sino incluso en el sector público. El régimen político de conjunto está comprometido a flexibilizar cada vez más los protocolos sanitarios.

Hay un precepto absolutamente falso en todo esto y es que pueda lograrse la “inmunidad de rebaño” de la que habla el gobierno frente a una pandemia que contagia y vuelve a contagiar cuantas veces sea. La baja tasa de mortalidad no puede atenuar que estamos frente a un virus con un potencial absolutamente devastador, que acarrea otras gravísimas implicancias para la salud, como lo pueden ser las secuelas que deja a futuro. Y que el peor momento histórico tras su desembarco en el país se condice con el momento de mayor flexibilización de protocolos y resguardos al respecto. No hay argumento epidemiológico ni sanitario que respalde una decisión enteramente económica: el gobierno le garantiza a los capitalistas no perder ni un centavo aún con el Coronavirus batiendo récords cada día.

Tenemos que organizarnos en nuestros lugares de trabajo para defender nuestra salud y nuestras vidas frente a esta ofensiva del gobierno y las cámaras patronales. Inmediata restitución de los aislamientos preventivos por contacto estrecho con pleno goce de sueldo. Urgente reforzamiento del sistema de salud y aumento de las partidas presupuestarias para el área. Los sindicatos deben impulsar protocolos obreros para cuidar la salud de los trabajadores; los mismos no pueden estar en manos del empresariado que los flexibiliza para mantener la rentabilidad productiva. Es precisamente lo que hizo el Sutna clasista en la primera etapa de la pandemia, marcando un rumbo de acción muy lejos de los peces gordos cegetistas que se reúnen con los Funes de Rioja para entregarnos en bandeja a la desidia patronal.