Reducción de la jornada laboral: la impotencia del progresismo
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La comisión de Trabajo de Diputados discutió la reducción de la jornada laboral
La hiperactividad electoral de los diputados kirchneristas para darse un baño de progresismo volvió a ponerse en escena el 26 de setiembre en la reunión de la Comisión de Trabajo del Congreso Nacional para escuchar a expositores y a diputados de origen sindical que habían presentado proyectos de ley para reducir la jornada laboral. Todos han votado los acuerdos con el FMI y apoyan al ministro candidato del ajuste.
La jornada sirvió para recordar las heroicas luchas del naciente proletariado argentino que supo enfrentar a la oligarquía en su lucha por las 8 horas, de la que el kirchnerismo se pretende continuador.
El representante de la Unión Industrial abrió el debate rechazando toda injerencia estatal en las relaciones laborales, pero dejó abierta la puerta para negociar incentivos fiscales al plantear que alguien debía pagar la diferencia de la no reducción salarial.
Los representantes sindicales se empeñaron en demostrar que aunque la reducción no garantiza puestos de trabajo, sí genera beneficios a las patronales, las que no deberían temer por su rentabilidad, que se vería compensada con una mayor productividad generada por trabajadores más descansados y contentos, y por la disminución del ausentismo por accidentes de trabajo. Eso, sin contar las promesas de “incentivos”.
Se pudo escuchar al telefónico Marín, de Foetra, que explicó cómo los trabajadores de empresas de telefonía móvil habían conseguido reducir la jornada moviendo su horario de descanso al finalizar la misma. También explicó que la cuestión no es cuántas horas se trabaja sino cómo se puede incrementar la productividad por hora y con ello la rentabilidad.
Yasky desató una carcajada cuando avisó que estaba elaborando un proyecto para darle a los delegados poder de policía del trabajo en las empresas. No habló de su proyecto de reducción de la jornada (solo a 40 horas semanales) porque alguien podría preguntarle cómo es que siendo la jornada docente de cuatro horas y media los maestros se inclinan por el “sacerdocio” de trabajar nueve y hasta 13 horas diarias para sobrevivir. Ni hablar de las enfermeras que ya consiguieron las 6 horas, pero van del hospital público al sanatorio privado, pasando la noche en alguna casa cuidando ancianos.
¿Se puede proponer con toda liviandad una reducción de la jornada sin al mismo tiempo elevar el salario al valor de la canasta familiar para desalentar el pluriempleo y la realización de horas extras? Es de suponer que con salarios en blanco por debajo de la indigencia, con 6 horas se alentará el sobretrabajo. Los parches, como bien lo demostró la ley de Alquileres, terminan agravando la situación.
La desocupación no se vio modificada en los países europeos a partir de la implantación de las 30 horas y, como contrapartida, a la reducción de la jornada los capitalistas introdujeron la flexibilidad laboral, el uso del banco de horas, los objetivos por equipo, la multifunción y el incremento de los ritmos de trabajo, además de la robotización y otros adelantos tecnológicos que aumentan la plusvalía relativa. Es decir, utilizaron una aparente conquista para introducir en cada rama una reforma laboral. Lo mismo en Corea de Sur y otros países.
No es casual que toda la burocracia sindical vernácula, que mantiene paralizados a los trabajadores bajo un feroz ajuste, sea la que impulsa estos proyectos. El proyecto presentado por el PTS no escapa a esta lógica, solo menciona la cuestión del salario equivalente a la canasta familiar en sus fundamentos.
La escala móvil de horas de trabajo o reparto de las horas de trabajo disponibles que reivindicamos es inseparable de una reorganización económica bajo dirección de los trabajadores, algo que excede las vías parlamentarias. No hay salida sin un plan de conjunto, que garantice el blanqueo compulsivo y termine con el fraude laboral de contratados y monotributistas. Un plan que desarrolle obras públicas, empezando con los millones de viviendas populares que necesita la población trabajadora y la urbanización de las barriadas más sumergidas. Estas medidas, aún sin chocar con el sistema del salario, implican una transformación que altera completamente la relación entre las clases y por eso solo podrá ejecutarlo la clase obrera organizada como tal y ejerciendo su gobierno.
Lo demás es una adaptación a la tendencia mundial a la precarización y la flexibilidad laboral, a la “macdonaldización” que exprime a millones de jóvenes en jornadas reducidas. Lo que piden a gritos las empresas. Pero el show electoral de Massa está a pleno y el “debate” venía bien. La única lucha real por el tema es la del subte por el doble franco, ya conquistadas las seis horas por insalubridad en la histórica lucha en tiempos del Argentinazo. Apoyemos a los obreros del túnel y desnudemos la demagogia.
https://prensaobrera.com/politicas/el-reparto-de-las-horas-de-trabajo-o-los-proyectos-de-la-burocracia