Políticas

7/9/1988|240

Resolución política sobre el Frente de Izquierda

1. El Partido Obrero llama a la formación de un frente de izquierda al PC, al Mas, al PTS, y a otras organizaciones de la izquierda combativa y revolucionaria.

El frente de izquierda debe expresar la unidad de los diversos sectores de la vanguardia de la clase obrera independiente o socialista y de la vanguardia de la pequeña burguesía democrática que lucha de un modo real, combativo o incluso revolucionario, por la liberación nacional. Esto significa que el frente de izquierda se debe delimitar enérgicamente de los sectores reformistas y democratizantes, en especial de los originarios de la pequeña burguesía y de la burocracia obrera, que sostienen al régimen político y social actual, porque esto los convierte en efectiva o potencialmente contrarrevolucionarios.

De la necesidad de unir al conjunto de los oprimidos contra la dominación del imperialismo y por la liberación nacional, no se deduce de ninguna manera que haya que agrupar en un frente común a las representaciones políticas populares que, por su carácter de clase, siguen una línea de compromiso con el imperialismo, procuran paralizar la movilización independiente de los explotados o pretenden dar una solución parcial, mutilada y a veces reaccionaria a la cuestión de la opresión nacional y de la conquista real de la democracia.

2. El operativo montado para formar un frente autodenominado de “centro izquierda”, que estaría encabezado por políticos como Molinas Auyero o Víale, y por algunos escritores y periodistas que estuvieron firmemente comprometidos con el proyecto alfonsinista, tiene el confesado objetivo de atar a los sectores populares que rompen transitoria o definitivamente con los principales partidos patronales al campo del actual régimen político democratizante, cuya defensa los políticos y periodistas “centro Izquierdistas" colocan en primer lugar.

Apoyar un frente de centro-izquierda significaría, para decirlo con un lenguaje en boga, “acumular” en un campo potencialmente contrarrevolucionario, es decir, desintegrar a la vanguardia combativa como fuerza dirigente y preparar el terreno para nuevas derrotas de envergadura del pueblo argentino. El planteo de que hay que agrupar a los sectores más amplios del llamado “campo popular” y de que hay que evitar e incluso rechazar una llamada unidad “restringida” de la izquierda, porque esto aislaría a la izquierda de las masas, es un chantaje para que la izquierda renuncie a las posiciones revolucionarias y a su independencia política.

La unidad de la izquierda con el bloque centroizquierdista no sería nunca una sumatoria aritmética de fuerzas sino una sumatoria algebraica, es decir, contradictoria, de intereses, políticas y perspectivas rivales, con resultado negativo para el trabajo actual y los intereses históricos de la vanguardia obrera y combativa en general. Quienes desde la izquierda abogan por un frente encabezado por la pequeña burguesía democratizante, incluso integrada al clero y al Estado como Auyero y Molinas, formulan con este unitarismo sin fronteras una estrategia de completa capitulación ante los explotadores y su Estado. No se debe olvidaren ningún momento que los políticos centro-izquierdistas fueron artífices del “acta de compromiso democrático” que unió a todos los representantes políticos del orden actual detrás del Estado, del régimen político y del militarismo proimperialista, en oportunidad de la “crisis de semana santa”. Con esta clase de demócratas, la izquierda no tiene un terreno común para luchar por la democracia.

Los procesos políticos democratizantes o nacionalistas de contenido burgués o pequeño burgués tienen limitaciones insalvables para realizar las tareas de la liberación nacional. En la época de la máxima internacionalización de las fuerzas productivas de que es capaz el capitalismo, las luchas nacionales de los pueblos oprimidos sólo pueden encontrar una salida en la alianza con la clase obrera mundial y en la revolución socialista mundial.

3. La definición más importante que caracteriza a un frente de izquierda tiene que ver con el método de acción política que preside su programa de reivindicaciones sistemáticas. La metodología de lucha es también una reivindicación política, pues expresa la tendencia de las masas hacia su propia emancipación.

Por eso el frente de izquierda debe rechazar el electoralismo, que siempre es burocrático y de contenido burgués y que el Estado burgués ha integrado a su régimen de dominación. Es necesario plantear los métodos propios de intervención de las masas, que se resumen en la acción directa, es decir, en las huelgas (y principalmente la huelga general), en las ocupaciones de empresas y de tierras, en la manifestación de masas, en el control obrero general, en la formación de comités por la base, así como todas las formas de la acción y organización revolucionarias.

El frente de izquierda debe utilizar su participación en las instituciones del Estado burgués como un medio para desenmascarara la burguesía y preparar en todos los planos la acción independiente de los explotados. Esas instituciones no son sólo el parlamento sino también los tribunales, los consejos escolares y las fuerzas armadas. Esta participación tiene siempre un carácter condicional, que puede transformarse en boicot, pues está subordinada al objetivo de acelerar la ruptura de las masas con el Estado y preparar el camino para implantar su propio Estado. La participación en las elecciones tiene una enorme importancia política cuando las masas parecen seguir aún a los representantes de la burguesía nacionalista, precisamente para desenmascarar a los políticos burgueses y ayudar a los explotados a superar las ilusiones en las instituciones del régimen burgués. La posición de un frente de izquierda frente a las elecciones en tanto institución política del Estado burgués, define si es un instrumento político para la lucha por la emancipación nacional y social o si es un factor consciente de integración al Estado burgués.

4. La defensa principista de la acción directa de masas se transforma en pura demagogia si no se plantea la lucha por expulsar a la burocracia de los sindicatos y de cualquier organización de masas. La función política de la burocracia es vaciar de su contenido de clase a las organizaciones de masa e integrar a éstas al Estado. La burocracia tiene la función política de confiscar las luchas y la organización de los trabajadores a cuenta de los explotadores. El frente de izquierda debe plantear la lucha por la expulsión de la burocracia de los sindicatos y por la formación de una nueva dirección revolucionaria. En oposición a la burocracia y a la integración de las organizaciones de masas al Estado, el frente de izquierda debe propugnar la soberanía de las asambleas obreras o de trabajadores frente al aparato sindical y frente al Estado y sus disposiciones.

5. Un frente de izquierda plantea, por el mero hecho de constituirse, su propia candidatura al poder. Pero el frente de izquierda no puede plantear esa candidatura al poder de un modo burocrático, sino como vehículo de las masas explotadas que deberán destrozar el poder de la burguesía. Cuando en la izquierda se pretende negar que el frente es alternativa de poder de las masas que procura organizar, está claro que no pasa de ser una maniobra política o que pretende convertirse en alternativa dentro del Estado burgués y de su defensa. Estas últimas características definen por ejemplo al frente cardenista de Méjico, ala Izquierda Unida de Perú o al Frente Amplio de Uruguay - todos los cuales tienen como modelo común a la anterior Unidad Popular de Chile, que desarmó a los explotados frente al fascismo. Por su programa y sus métodos, el Frepu se asimila a estos frentes que sostienen la posibilidad de un régimen estatal común de los explotadores y de los explotados, y la posibilidad de combatí r al imperialismo sin desarmar a la burguesía y armar a los trabajadores.

El frente de izquierda debe declarar que su objetivo es un gobierno de los explotados que proceda a expulsar al imperialismo (es decir a confiscarlo); a poner las ramas principales de la industria y de la banca bajo la dirección estatal -expropiando a la gran burguesía; a establecer el control obrero colectivo y la gestión obrera nacional del conjunto de la producción; y, por sobre todo, a desarmar a la burguesía y armar a los trabajadores. Por sus consecuencias internacionales, un gobierno de los explotados significará la declaración de la guerra civil internacional al imperialismo mundial, la cual deberá ser librada mediante la unidad de los trabajadores de América Latina y la alianza de éstos con el proletariado de los países avanzados y de los Estados obreros, principalmente con la clase obrera de la Unión Soviética. La función internacionalista del frente de izquierda corresponde a la comprobada inviabilidad histórica de la lucha contra el imperialismo cuando se circunscribe a las fronteras nacionales.

6. El bloqueo a la formación de un frente de izquierda se debe a que existen en la izquierda planteos antagónicos con relación a su naturaleza y política. El PC y el MAS han buscado superar estas contradicciones, no mediante su clarificación, sino mediante maniobras que han fracasado miserablemente. La esencia de esas maniobras se reduce siempre a reemplazar la formación del frente de izquierda por una combinación episódica, naturalmente sin principios, de puro cuño electoralista. La formación del Frepu, que no fue un frente (ni tampoco del pueblo), fue una mera maniobra electoral que nada tuvo que ver con la estructuración política de un frente de izquierda. En las huellas del FP se inscribe el actual intento de frente centro- izquierdista, no en vano sus principios programáticos son coincidentes (“democracia con justicia social”). La aparición del frente centroizquierdista tiene la indudable ventaja de hacer más claras las diferencias entre un frente revolucionario y un frente democratizante.

Las ideas y vueltas entre el Fral y el Mas en la actualidad, repiten el mismo propósito de armar alguna clase de acuerdo electoral episódico, el cual choca aún más que en el pasado con la pugna por las candidaturas. El Mas comenzó a propugnar de nuevo este tipo de acuerdo electoral luego de caracterizar que la candidatura de Menem achicaba su “espacio electoral”. El congreso del Mas ni siquiera tuvo en cuenta el balance del Frepu.

La dirección del PC aboga por un frente con Molinas y con Auyero, pero se encuentra ante la contradicción de que la burguesía no quiere un acuerdo con ella porque desplazó a los viejos burócratas iscaristas y porque coquetea y establece acuerdos parciales con partidos que están a su izquierda. El lugar del PC en el frente centroizquierdista está condicionado a la lucha que aún prosigue sobre el futuro de la dirección de ese partido, lucha en la que participan el gobierno y el aparato stalinista internacional.

Los llamados a un acuerdo electoral mediante la realización de “Internas" para elegir los candidatos, forman parte de las maniobras episódicas para salvar el “contratiempo” de una participación minoritaria en los comicios de 1989. Pero aquí no hay ninguna clase de “internas", ni ninguna clase de democracia. Los partidos que proponen semejantes procedimientos, carecen de padrones internos que sirvan a los fines de una elección sujeta al escrutinio público. La propuesta de una “interna” abierta a todo el mundo (sic), significa entregar la designación de los candidatos a cualquier recién venido, a elementos extraños, a personas despolitizadas; en fin, entregar las decisiones al elemento más ubicado a la derecha. Semejantes propuestas ilustran el desvarío en que ha caído el electoralismo sin principios y el callejón sin salida que constituye la política democratizante. Nadie propone, con excepción del PO, procedimientos democráticos para discutir el programa.

7. El Partido Obrero rechaza los frentes políticos vacíos de contenido, truchos, recursos electorales inciertos, que más tarde o más temprano agotarán políticamente a sus protagonistas. A la confusión presente, el PO opone el debate claro con la participación de la militancia de los partidos de izquierda, de los sindicatos, del movimiento estudiantil, campesino y de los barrios. Sólo la movilización política de los militantes que construyen cotidianamente las organizaciones de izquierda y defienden a los sindicatos contra la burocracia podrá superar la incapacidad de la izquierda democratizante para construir o sumarse a un frente de izquierda.

El PO propone al conjunto de los partidos de izquierda y a sus militantes común un congreso que estructure política y organizativamente el frente. El llamado a asambleas y congresos deberá servir para atraer al frente a la multitud de activistas independientes que lucha en todos bs campos y para atraer hacia la izquierda a tos trabajadores que despierten a la vida política o que han entrado en una contradicción irrevocable con el nacionalismo burgués.

El Partido Obrero llama al PC, al Mas y al PTS a discutir las posiciones políticas; a abandonar la política de los hechos consumados; a terminar con la pretensión de fundar un frente sin debate; a verificar, precisamente mediante la discusión el alcance de las divergencias en presencia y las posibilidades de un acuerdo político.

4 de Setiembre de 1988