Respuesta a la carta del PTS
Publicamos, a continuación, la respuesta a la carta que el PTS le envió al XXIII Congreso del Partido Obrero. El texto ya fue girado a la Mesa del Frente de Izquierda para su debate
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Comité Ejecutivo del Partido Obrero
Foto: Ignacio Smith
Publicamos, a continuación, la respuesta a la carta que el PTS le envió al XXIII Congreso del Partido Obrero. El texto ya fue girado a la Mesa del Frente de Izquierda para su debate.
Compañeros:
La carta enviada por el PTS al Partido Obrero comete un error de método que no puede ser pasado por alto. Este consiste en proponer una serie de actividades prácticas para los próximos meses omitiendo el contenido estratégico que éstas deben tener. Se trata, sin embargo, de la cuestión crucial que debemos abordar como punto de partida para encarar una acción del Frente de Izquierda. Aunque este método es siempre el adecuado, más aún lo es cuando en el último período han emergido divergencias importantes al interior del FIT, en especial sobre cuál es la delimitación que debe desarrollar nuestro frente y la clase obrera con el kirchnerismo, es decir, con la corriente política que en Argentina pretende encarnar una alternativa de tipo nacionalista burguesa. El seguidismo que el PTS ha realizado al kirchnerismo en el último período pone en cuestión, justamente, “los acuerdos y el programa que nos une”, que son nada más y nada menos que la independencia de clase frente a todas las variantes patronales, incluido el nacionalismo burgués, que se caracteriza por buscar la cooptación del movimiento obrero y popular con una política de colaboración de clases. El Frente de Izquierda nació como la expresión de un sector del movimiento obrero que enfrentó al gobierno nacionalista, mostrando una tendencia incipiente a la independencia de clase. Toda iniciativa que desarrolle nuestro Frente de Izquierda debe tener como propósito estratégico el desarrollo de la independencia de clase, lo que significa denunciar al “frente antimacrista” con el kirchnerismo como una forma de colaboración de clases con la burguesía. Fue sobre esta base que le propusimos al Frente de Izquierda un acto independiente para rechazar el pacto con los fondos buitres en ocasión de la sesión inaugural del pasado 1º de marzo, pero que no prosperó por el rechazo de hecho del PTS e IS.
La política de frente único de clase ha sido desconocida por el PTS cuando, en varias oportunidades durante el último período, han resuelto acciones comunes con el kirchnerismo e incluso con el PJ –por caso, cuando marcharon por Milagro Sala junto a Agustín Rossi, Guillermo Moreno, La Cámpora y varios otros, para firmar luego documentos políticos en defensa de los principios de este Estado. Ninguno de los partidos del FIT pusimos en duda la necesidad de repudiar la detención de Sala como principio de criminalización de la protesta social. Muy diferente, en cambio, era servirse de ese principio para un apoyo a lo que Sala representa, como expresión aguda de cooptación del movimiento popular al Estado. El PTS no sólo acompañó aquella marcha, sino que se empeñó –hasta donde le fue posible- en bloquear una iniciativa independiente y de la izquierda por la cuestión de Sala, que finalmente impulsó Memoria, Verdad y Justicia a instancias nuestra y de otros compañeros que rechazaban vivamente actuar en esa crisis como furgón de cola del kirchnerismo.
Esta misma cuestión se expresó, si se quiere de forma todavía más aguda, cuando el PTS apoyó la “consulta popular” planteada por el kirchnerismo en la sesión donde se aprobó el acuerdo con los fondos buitre. En un descargo a nuestra crítica por ese voto, se señaló que la moción kirchnerista no aludía a su propia propuesta de pago a los buitres (o sea, lo mismo que cobraron los que adhirieron a los canjes de 2005 y 2010).
¡Pero en eso consistía la perfidia del plebiscito K! Un bloque históricamente partidario del “pago serial” aparecía con voluntad de plebiscitar la cuestión de la deuda, a sabiendas de que la moción no tendría lugar y –por lo tanto- sólo serviría para blanquear su papel en el hipotecamiento del país. Los partidarios de la “consulta”, por otra parte, conviven –y continúan conviviendo- en el mismo bloque con un conjunto de diputados que votaron el arreglo con los buitres. En esas condiciones, no cabía para el FIT otra conducta que el rechazo al plebiscito y la denuncia de su carácter demagógico y encubridor, como lo hizo Pitrola. El PTS votó a favor, rompiendo el frente único de clase, lo que explica su negativa a realizar un acto independiente del Frente de Izquierda para rechazar el pacto con los buitres, como consignamos más arriba.
La divergencia de fondo que debemos discutir vuelve a ponerse de manifiesto cuando el PTS cita la frase de Altamira que afirma correctamente que asistimos en América Latina al “tránsito entre gobiernos de contención de las masas a gobiernos cuyo propósito es desarrollar una iniciativa directa contra ellas”. Pero Altamira plantea que la clase obrera y la izquierda den cuenta de esta nueva situación reforzando su independencia de las formaciones políticas que encarnaron los “gobiernos de contención de las masas”, y no haciéndoles seguidismo político. Siempre volvemos a lo mismo: la necesidad de desarrollar al Frente de Izquierda como un frente único de lucha por la independencia de clase. Para nosotros, la actual transición abre un período que conducirá a situaciones prerrevolucionarias e incluso revolucionarias en el continente. Con el derrumbe de las experiencias nacionalistas o centroizquierdistas, se ha venido abajo una larga tentativa de sometimiento de la clase obrera y de estatización de sus organizaciones, ello, en el cuadro de las condiciones revulsivas que impone la bancarrota capitalista internacional –que ustedes omiten en su carta. Las variantes derechistas que pretenden actuar como relevo carecen aún de los recursos políticos y económicos para asegurar una salida a la crisis planteada. Sus planteos ajustadores ya han revelado sus límites brutales en términos de salida, como se reveló en las propias tentativas de ajuste que emprendieron los K o Dilma como intento final de sobrevivencia para sus regímenes. En esas condiciones, se abre un terreno de intervención excepcional para la izquierda revolucionaria, si encara la lucha contra los ajustadores como un desarrollo aún más agudo de la lucha de clases y, por lo tanto, de delimitación del nacionalismo burgués.
Esa lucha, más que nunca, debe ser una convocatoria a la clase obrera a desembarazarse del pasado, o sea, de los agentes políticos y sindicales del nacionalismo fracasado. Si, por el contrario, la diferenciación entre los gobiernos de contención y de “ataque directo a las masas” se convierte en el pretexto para una disolución tardía en el nacionalismo –en nombre de la lucha contra el ajuste o de un “frente antimacrista”- entonces habremos hipotecado, en primer lugar, la propia lucha contra el gobierno ajustador, que invariablemente será traicionada por los socios de Alicia Kirchner, Bertone y otros. Y en segundo lugar, habremos tirado por la borda las grandes conquistas que en términos de independencia de clase arrancamos en el período anterior, y que han tenido en el Frente de Izquierda a su mayor expresión.
Estas son las cuestiones de método y de programa fundamentales que debemos encarar como premisas de toda acción positiva del Frente de Izquierda. Si avanzamos en ese sentido se plantea la acción unificada en el parlamento, es decir, la constitución de bloques unificados del FIT en el Congreso y la Legislatura, que hasta ahora han sido fracturados por el PTS que decidió crear sus propios bloques. Pero ¿qué base hay para bloques separados si tenemos un acuerdo principista de programa y de método?
Proponemos encarar este debate para clarificar políticamente la posición de cada partido. Un primer desafío, sin duda, será la concreción del próximo Primero de Mayo. Nuestro Congreso ha resuelto, en ese plano, impulsar que el Frente de Izquierda convoque a un acto obrero, socialista e internacionalista, llamando a las organizaciones de izquierda que han apoyado al FIT y a los sindicatos, cuerpos de delegados e internas clasistas. Ese acto, por un lado, debe servir para reforzar una acción dirigida a los grandes sindicatos en pos de un paro nacional y un plan de lucha contra los despidos, el tarifazo, la abolición del impuesto al salario y por paritarias libres. Junto con ello, el llamamiento o convocatoria del FIT debería establecer, en términos políticos inequívocos, nuestra delimitación política del kirchnerismo, su caracterización como partido del ajuste y denunciar su impostura política, cuando pretende erigirse como líder de la oposición política al gobierno ajustador. En oposición a ello, debemos convocar a la clase obrera y al pueblo a desarrollar una alternativa obrera y socialista al gobierno de Macri, para que la clase obrera sea protagonista, no ya de los choques de fondo con los ajustadores, sino también la alternativa de poder a las crisis políticas que tendrán lugar en Argentina.
4 de Abril de 2016