RIO GALLEGOS | La Estatuyente municipal

La Reforma Constitucional provincial de 1994 modificó el régimen municipal y estableció una "autonomía" sin fondos. Para sancionar las cartas orgánicas correspondientes se necesitaba una mayoría especial de cuatro concejales (en Gallegos, cinco). De ese modo, el régimen K se aseguraba que ninguna carta orgánica fuera a aprobarse sin su consentimiento. Ninguna localidad la ha dictado hasta ahora.

Pero ocurrió lo inesperado después de las elecciones de 2007. En Río Gallegos, donde dos concejales justicialistas, que se despedían, votaron a favor de un proyecto para que nuestra capital tenga su tan mentada autonomía. Los tres concejales radicales, sin euforia pero presos de su propio discurso, la votaron.

Héctor Roquel, intendente radical, no se sintió muy cómodo tampoco, pero no tenía espacio para vetarla.

Así llegamos a una inminente convocatoria de la Convención Estatuyente, que va a dictar la carta orgánica municipal, sin que ninguno de los principales protagonistas políticos de la ciudad, muestre el menor entusiasmo por el asunto.

¿Qué hay en juego?

La "autonomía" está completamente condicionada, por los artículos de la Constitución de 1994.

El problema que preocupa al poder es la fijación de un régimen electoral, ante el desgaste popular de la Ley de Lemas.

La posibilidad de derogar la Ley de Lemas es un trago amargo para el poder K y para Peralta. Es su mecanismo predilecto porque permite obtener mayorías abusivas.

Pero es un trago amargo para el Intendente, cuyo partido ha presentado más sublemas que el PJ y que afronta de mala gana esta coyuntura. Es que todos han llegado con la ley de lemas…

Votemos al PO

El FUT-PO, que denunció la demagogia de la "autonomía municipal sin fondos" desde la banca de la propia constituyente del ’94, se va a presentar a la Estatuyente. En primer lugar, para asegurar que se anule la Ley de Lemas y en segundo lugar para llevar a debate los reclamos laborales, ambientales, democráticos, así como todas las reivindicaciones populares y las necesidades de los barrios humildes de nuestra ciudad.

Virginia Sutherland y Miguel Del Plá