Políticas

21/3/2022

Rogelio Pagano, Edelap y las privatizadas eléctricas la levantan con pala

El tarifazo de Kicillof y la “guerra contra la inflación”.

Axel Kicillof se subió al podio de la comitiva oficial

Axel Kicillof se subió al podio de la comitiva oficial que, por boca de Alberto Fernández, declaró la parodia de guerra a la inflación a partir del viernes 18 de marzo. El lugar privilegiado que le cupo al gobernador confirma su alineamiento con el albertismo y con Sergio Massa, quien opera con los gobernadores peronistas.  En un exceso de cinismo, el trío Fernández- Kicillof- Massa condicionó el parte de guerra a la ratificación del acuerdo con el FMI en la Cámara de Senadores, el que finalmente se aprobó con el voto dividido del Frente de Todos y el apoyo de Juntos por el Cambio. Kicillof quedó del lado de los pagadores seriales explícitos.

Llegado el día en que debían haber comenzado las “hostilidades” contra los especuladores, los nacionales y populares no anunciaron una sola medida para combatir la inflación. Eso sí, dieron tiempo extra a los capitalistas para que siguieran remarcando los precios desde la declaración de guerra trucha hasta el viernes 18 de marzo.  El escenario es devastador para los trabajadores y jubilados por el aumento del 7,5% en los alimentos en febrero, la inflación del 4,7%  y el costo de la canasta básica que trepa a los 83.000 pesos para no caer en la pobreza. La impostura de los Fernández- Kicillof- Massa, a la que se suman las burocracias de la CGT y de las CTAs, volverá a evidenciarse con los números inflacionarios de marzo que seguramente serán superiores  y demoledores por la caída de los salarios y las jubilaciones.

Tarifazo en la provincia de Buenos Aires  

Kicillof , ahora distanciado del kirchnerismo, sigue a pie juntillas el libreto del FMI. Su gobierno aprobó “los recálculos de los valores del cuadro tarifario” para las empresas Edelap, Edea, Eden, Edes, área Río de la Plata, Atlántica Norte y Sur con un incremento del 22% promedio en el precio del “servicio”. En paralelo con los aumentos de tarifas dispuestos por la secretaría de energía nacional, el gobernador Kicillof le puso el gancho al tarifazo a favor del Grupo DESA SA, propietario de las cuatro distribuidoras que abarcan a setenta localidades del interior de la provincia de Buenos Aires, incluida la capital provincial, La Plata.  Este tarifazo bonaerense pasó de largo sin que Cristina o Máximo levantaran la perdiz y, por lo tanto, con su silencio y consentimiento.

DESA SA, como dijimos, es propiedad de Rogelio Pagano quien controla un mercado eléctrico cautivo de cinco millones de bonaerenses. Un monopolio enorme que pagó las deudas contraídas por su compra con los tarifazos de María Eugenia Vidal. A este pulpo, que con Eden, Edesa, Edes y Edelap,  concentra casi el 60% de los usuarios de energía eléctrica y el 65,2% de la energía distribuida en la provincia de Buenos Aires, Kicillof y el  Frente de Todos lo mantuvo a la cabeza y en la cima del negocio.  Edelap, una de las empresas “estrella” de Pagano, tiene 366.000 usuarios platenses  y fue responsable del corte masivo  que dejó en el 2019  a más de  cien mil  usuarios de Villa Elisa, City Bell y Gorina  sin luz durante varios días.

El tarifazo de Kicillof es más impunidad.  El aumento de tarifas para Edelap complementa el tarifazo  con que se alzó la multinacional Enel, dueña de la concesión de Edesur. El tándem Edesur- Edenor regenteado por el grupo que forman  el ex diputado menemista José Luis Manzano, Mauro Filiberti el “rey del cloro” y   Daniel Vila del multimedios América , recibió un  aumento del 34% del precio regulado estacional de la energía -que constituye el principal componente de las facturas- con un impacto del 22% sobre los usurarios del Área Metropolitana Buenos Aires ( AMBA). La “reprogramación de verano” fue autorizada y firmada por el secretario de Energía , Darío Martínez, a pesar de los múltiples cortes del servicio y la nula  inversión, al menos desde el 2015. Las privatizadas se salieron con la suya, a sabiendas de que vendrán nuevos incrementos en las tarifas, como lo exigieron en  la Audiencia  Pública, para compensar los recortes en los subsidios previstos por el acuerdo con el FMI ( reducción del déficit fiscal para pagar la deuda externa). Jorge Lemos, gerente de Edesur adelantó sin anestesia la presión por mayores  tarifazos cuando intimó al gobierno a que  salde el “déficit operativo” con  aumentos de las tarifas, subsidios del  estado  o una combinación de ambos saqueos.

En la nada quedaron las bravatas de intervención estatal contra Edesur, a pesar de la continuada  huelga de inversiones en el sistema eléctrico, y el  lock out patronal para forzar los tarifazos . El reconvertido Kicillof se sumó al relato trucho del  gobierno nacional y de la Cámpora que anunciaron  con bombos y platillos multas millonarias a Edesur  por los cortes de luz de fines del 2021. En verdad estas  multas son un acumulado  por sanciones anteriores que se remontan a los tiempos de María Eugenia Vidal como gobernadora; igualmente, pese al dibujo  encubridor, del dicho  al hecho falta  un largo trecho, y que los sancionados paguen.

La crisis del kirchnerismo 

Kicillof se entusiasmó con las encuestas que lo colocan varios puntos por encima de Máximo Kirchner en una eventual disputa por la gobernación.  La declinación de Máximo y de la Cámpora viene de lejos en una guerra- esta sí de verdad- con los barones del conurbano y el aparato por el control del PJ bonaerense . El “presidente” del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires asumió en diciembre del 2021 después de un año de hacer banco y ya hay voces que le piden la renuncia por su enfrentamiento con el gobierno nacional. Los límites del choque parlamentario de un sector del kirchnerismo, encabezado por Máximo con los Fernández- Kicillof- Massa, tuvo un último episodio patético con el proyecto de un diputado nacional cristinista para que la deuda con el Fondo se pague con otro impuesto a la riqueza.

Kicillof defiende el acuerdo colonial. Aceptó sin investigar el desfalco de deuda de Vidal y antes de Scioli y quienes los precedieron. El gobernador saltó de bando en medio de la crisis política y la división del propio kirchnerismo. Como todo converso, Kicillof hace méritos por demás cuando falta una eternidad para el 2023 y la provincia que gobierna tiene un 40% de la población en la pobreza, un casi 20% en la indigencia e incluso esos porcentajes son mayores en el conurbano.  Mientras tanto, hace malabares para retener a Sergio Berni en franco choque con Alberto Fernández y el gobierno nacional, carro al que el gobernador se subió de apuro.  Tiene el  gabinete intervenido por Martín Insaurralde , el PJ, y como ministro de “seguridad” a  Berni quien trabaja por un ” panperonismo”  que se extienda a Pichetto y otros derechistas que hoy son parte de Juntos por el Cambio. Las posibilidades políticas de Kicillof chocan con las ambiciones de  Martín Insaurralde, quien  es el nexo y armador con los intendentes y el PJ bonaerense, y asumió como jefe de gabinete después de la derrota electoral en las elecciones legislativas.

La principal apoyatura de Axel  Kicillof siguen siendo, por ahora, las burocracias sindicales de las CTAS que se abstuvieron en el voto de apoyo al pacto ajustador mientras insistían en no querer que fracase el “acuerdo” con el FMI.  La integración de estas burocracias tendrá que pasar la prueba de fuerza de los salarios de pobreza, las paritarias en cuotas, a la baja y fundamentalmente el choque con la resistencia y lucha de los trabajadores contra el ajuste. Kicillof no termina conformando a nadie. Bajo la amenaza de un paro del “campo”  le  pide a las “entidades” sojeras y oligárquicas que se pongan en el lugar del gobernante ” para abastecer al mercado interno y a la vez favorecer las exportaciones”. La prioridad  del gobierno son los dólares para pagar la deuda externa. Las buenas maneras de Kicillof delatan su impotencia.

Para reorganizar la provincia de Buenos Aires sobre nuevas bases sociales, hay que terminar con los tarifazos que empujan la inflación y destruyen los salarios. Edelap y DESA SA deben pasar a manos del estado bajo el control de los trabajadores, al igual que Edesur y Edenor. Basta de tarifazos. Nacionalización del sistema eléctrico y de su distribución. No pago de la deuda externa.