Políticas

2/5/2002|752

Romero, un agente de los yanquis

Uno de los mitos mejor cuidados del nacionalismo criollo es que “el sentimiento de patria” se encuentra alojado en el interior del país. En especial en las “coloniales” Córdoba o Salta, distanciadas del “cosmopolitismo” porteño. A desmentir, otra vez más, esta fantasía, han venido Juan Carlos Romero y De la Sota, que fogonearon los 14 puntos elaborados por la embajada norteamericana como salida a la crisis desatada por la renuncia de Remes.


El gobernador de Salta se encontraba, una semana antes de la última crisis, en la ciudad de Seattle, Estados Unidos, con la finalidad de asegurar que “respetará y honrará la deuda que (la provincia) mantiene con empresas tenedoras de títulos con garantía hidrocarburífera” (Ambito Financiero, 23/4). Los ingresos por las regalías de gas y petróleo de Salta se encuentran prendados al capital financiero norteamericano, por créditos otorgados al clan Romero, que es el principal beneficiario de las obras públicas ejecutadas con ese financiamiento. Las negociaciones de Romero mejoran la cotización de la deuda externa de Salta, lo que representa un enorme negocio a sus tenedores, pues pueden venderla con una gran ganancia en dólares.


Mientras ocurre esto, los trabajadores de Salta se mueren literalmente de hambre y los servicios públicos y de salud se caen a pedazos. El columnista agropecuario de Clarín (27/4), se refería a esto, a pesar de que estaba bien lejos de sus intenciones, cuando interpretó que el enfrentamiento de los gobernadores con Duhalde obedecía a que “las provincias están vinculadas al mundo, en todos los casos con negocios viables y en expansión, basados en sus recursos naturales”. En el caso de Salta el petróleo y algunos citrus. Precisamente, gran parte del hambre que asola a las provincias se explica por la ruina de la economía capitalista media, dirigida al mercado interno, y una gran concentración de la propiedad de los capitales, del suelo y del subsuelo, que produce para el mercado mundial.


Se repite una historia que tiene por lo menos 150 años, ya que la república oligárquica en que se acabó transformando Argentina, fue en gran parte impuesta por las oligarquías del interior del país, durante las presidencias de Avellaneda y Roca.