El presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Horacio Rosatti, se plegó al llamado a la unidad nacional de Sergio Massa expresando el deseo de que el próximo gobierno “marque un camino de unidad y unión nacional”. Rosatti se suma al respaldo institucional a la candidatura de Massa, para fortalecer la variante patronal más estructurada de cara al balotaje de noviembre.

El apoyo implícito de Rosatti a Massa tuvo lugar en el marco del evento “170 años de la Constitución Nacional” en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, con la presencia de un massista de larga data, el rector Diego Molea y la decana María Fernanda Vázquez, quien además integra el Consejo de la Magistratura que controla Rosatti.

En la previa a las elecciones generales del pasado 22 de octubre Rosatti se había manifestado solapadamente en favor de la candidatura de Patricia Bullrich, en medio de las rencillas y los cabildeos de una Corte reducida pero no por eso menos conspirativa.

Esto se expresa en la respuesta de otro cortesano, Ricardo Lorenzetti, hombre del macrismo, quien acusa a Rosatti de “populismo judicial”, manifestando que “cambiar según sopla el viento es inapropiado como modelo judicial”: algo dudoso, ya que la Corte oscila en función de las necesidades capitalistas y sus diversas facciones, con un alto predominio del establishment imperialista. Además, no por casualidad, Lorenzetti se expresó el mismo día en que el macrismo manifestó su apoyo a Milei en el ballotage.

Con los primeros resultados del domingo Sergio Massa se comprometió a “convocar a un gobierno de unidad nacional como presidente, convocando a los mejores sin importar su fuerza política”.

Rosatti recogió el guante con sus declaraciones agregando que “el canto de las sirenas es muchas veces el canto de la desunión, el canto de la grieta, el canto del enfrentamiento, hay que aferrarse al mástil de la Constitución que es la prenda de la unidad nacional”, en clara referencia a la verborragia de Javier Milei y su lugar en la contienda.

Lo del “canto de sirenas” recoge los dichos del arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, quien pidió no dejar “el evangelio en la puerta del cuarto oscuro” e impulsar “la cultura del encuentro de la que habla el Papa Francisco”, en un claro mensaje difundido el mismo domingo de las elecciones, violentando la veda electoral para torcer el resultado electoral. La Iglesia jugó un papel fuerte en estas elecciones luego de las declaraciones de Javier Milei y su espacio contra el Papa.

En su intervención, Rosatti reivindicó el lugar de la reforma constitucional de 1994 como una “proclama humanista” en “la relación entre el Estado y el mercado”: otra indirecta al candidato “liberal”, que reivindica la Constitución de 1853.

“Capitalismo sí, propiedad privada sí, pero también en función social”, reclama un Rosatti preocupado por las consecuencias presentes y futuras de un ajuste que, “mal administrado”, podría suscitar un levantamiento popular que amenace los privilegios y negocios de los capitalistas.

El elogio de Rosatti al Pacto de Olivos da cuenta de un intento por reforzar un operativo de unidad nacional para avanzar en las reformas antiobreras que preparan los políticos capitalistas: algo también presente en la convocatoria a unidad nacional de Massa.

Que el respaldo a dicha política provenga del presidente de la CSJN revela la naturaleza de clase de la Justicia, ya que un “acuerdo nacional” de este tipo implicaría el visto bueno de la Corte a las reformas estructurales antiobreras que preparan los candidatos capitalistas.

Un acuerdo nacional de este tipo integraría a los trabajadores solo para aplastar sus derechos en beneficio de los capitalistas, lo que implica reforzar la independencia política de la clase obrera para enfrentar a los ajustadores y sus reformas reaccionarias.

https://prensaobrera.com/politicas/gracias-al-dolar-soja-se-importan-mas-porotos-de-los-que-se-exportan

https://prensaobrera.com/politicas/dolar-para-exportadores-massa-avanza-en-un-desdoblamiento-cambiario-que-pagamos-los-trabajadores