Políticas

25/2/2015|1352

San Marcos Sierra, Córdoba: el verdadero negocio de la droga no se toca

San Marcos Sierras


La Cámara Criminal y Correccional de Cruz del Eje declaró a Rubén “el Gordo” Bonaldi culpable de la muerte de Pablo Nieto, “Bandu”, (en diciembre de 2012) y le dio una pena de 14 años de prisión.


El “Gordo” llegó a San Marcos Sierras dos años antes desde Córdoba y rápidamente armó un negocio de venta de cocaína, algo que no deja de llamar la atención porque había estado preso por comerciar y con una causa por organización del negocio de la droga.


En los días posteriores al asesinato, Bonaldi trató de escaparse pero fue reconocido y denunciado, por lo cual la policía lo metió preso. Y los valientes testimonios de los vecinos en el juicio lograron esta condena.


Pero durante el juicio se intentó etiquetar a San Marcos Sierras como el “pueblo de la droga”, cuando Carlos Hairabedian, el abogado de Bonaldi, comparó al pueblo con Sodoma y Gomorra, y a él como el dios que venía a redimirlo (el dios bíblico destruyó a Sodoma y Gomorra y asesinó a todos sus habitantes).


También La Voz del Interior trata al pueblo de antro de la droga en una nota de la semana pasada cuando titula: “Condena por un crimen en San Marcos Sierras desnudó el submundo de la droga”. Tras la condena de 14 años a un hombre acusado de asesinato, el tribunal alertó sobre la venta de estupefacientes en esa zona.


En realidad detrás de estos dichos se oculta el verdadero negocio que mueve millones de pesos y es manejado desde el poder con complicidad policial, cuyas víctimas y clientes son casi siempre los jóvenes llevados a consumir y a delinquir para la policía en un círculo vicioso del cual la salida parece ser la muerte.


Y en este engranaje San Marcos Sierras no es más que uno de los pueblos de la denominada “ruta de la droga” (la 38), que llega hasta la cárcel de Cruz del Eje, donde hace poco salió a la luz el negocio de venta de droga entre los presos.


Un circuito por el cual un detenido, Jorge Reyna, fue encontrado muerto en la comisaría de Capilla del Monte el año pasado. Días antes, Reyna había denunciado que tenía dificultades para realizar el tratamiento de desintoxicación porque la policía lo presionaba para que siguiera delinquiendo. Y “el Bandu” es otra víctima.


Mientras tanto, La Voz del Interior oculta que se veía con frecuencia un patrullero en la puerta de la casa de Bonaldi.


En lugar de desmantelar el negocio de venta de cocaína y meter presos a quienes comercian, los operativos de la policía antidroga están dirigidos contra el pueblo porque allanan casas de vecinos para llevarse algunas plantitas de marihuana. O someten a los turistas a la revisión de sus equipajes con perros entrenados.