Sebastián, un pibe de 27 años, fue asesinado impunemente por una patota del intendente Zilochi, encabezada por su hijo.

El crimen fue reconocido por el mismísimo intendente, que pretendió comprar la vida de Sebastián con un par de pasajes para la madre.

Pero la patota de asesinos, que actuó con la impunidad de los que creen ser dueños y señores de San Miguel, estaba integrada no sólo por los matones a sueldo de Zilochi y Rico. Junto a ellos y al hijo de Zilochi, la banda la completa un grupo nutrido de “niños bien” de San Miguel, ellos también hijos de “poderosos”.

Estas son las bandas que “gobiernan” San Miguel, el San Miguel que viene.

Son las mismas bandas con las que Rico “ocupó” el Hospital Larcade, cuando declaró que el Hospital “era suyo”.

Son las bandas que esclavizan y trafican con mujeres —incluso niñas—, obligadas a ejercer la prostitución.

Ante aquel atropello del Hospital dijimos: “Fuera Rico del Hospital. Fuera Rico del Municipio”.

Cuántas penas, cuántos vejámenes, cuántos atropellos y cuántas vidas habríamos salvado si el pueblo de San Miguel se hubiera sacado esta losa en aquel momento.

Pero, ¿tenemos que esperar que se cobren otra vida para dar fin a esta situación?

El Partido Obrero se pone a disposición de los familiares de Sebastián, en su reclamo de justicia, pero plantea que ello se logrará colocando a los responsables físicos y políticos del asesinato de Sebastián tras las rejas.

Cárcel a los asesinos.

Cárcel a los cómplices.

Fuera Zilochi de San Miguel, que una Asamblea Constituyente Municipal tome en sus manos el manejo del Municipio.