Políticas

9/2/2023

Santa Fe: todos narcos

Claudio Brilloni, miembro retirado de Gendarmería, reemplazará al desplazado ministro de Seguridad.

Claudio Brilloni.

Claudio Brilloni asumió como nuevo ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe. Se trata del cuarto ministro de la cartera en lo que va de la gestión de Omar Perotti, luego de que el gobernador echara a Rimoldi, comisario retirado, después de que este mintiera descaradamente frente a la Legislatura provincial que lo había citado para que diera cuenta del asesinato de Lorenzo “Jimi” Altamirano, un joven artista callejero punk cuyo cuerpo fue usado como vehículo de un mensaje mafioso frente al estadio de Newells Old Boys, en un crimen que la fiscalía provincial calificó como “al boleo”. Lo interceptaron en la calle, lo balearon, y dejaron su cadáver con una nota dirigida a una interna criminal, cuyo trasfondo como siempre es ocultado por el poder.

En esa reunión, el máximo responsable del área de Seguridad de Santa Fe no tuvo empacho en informar frente a las y los diputados que “estaban en curso una serie de allanamientos y la detención de los responsables materiales”, lo que fue rápidamente desmentido por la Fiscalía provincial, dando cuenta del descalabro institucional, las zancadillas entre poderes y las maniobras alrededor de quién se hace cargo de los crímenes en Rosario, otras expresiones de la descomposición del narco Estado que domina Santa Fe.

A Patricia Bullrich le gusta esto

La designación de Claudio Brilloni, miembro retirado de Gendarmería, fue saludada por todo el arco político, de derecha a izquierda, con excepción del Frente de Izquierda. Un diario kirchnerista caracterizó que el capital del nuevo ministro “es que lo bancan oficialistas y opositores”, es decir que estamos frente a una designación netamente política que, adelantamos, consistirá en reforzar la campaña derechista en torno a la llamada “inseguridad”, vendiendo el plato recalentado de que esta se enfrenta con una saturación policial de las calles y mejoras en las “condiciones de trabajo” de la Policía.

Brilloni fue jefe de las fuerzas de seguridad nacionales instaladas en Santa Fe durante la gestión de Patricia Bullrich, cuando esta era la ministra de Seguridad de Macri, y así lo recordó en un tuit en el que saludó la designación del candidato a gobernador por los radicales de JxC, Maximiliano Pullaro, exministro de seguridad del Partido Socialista bajo la gestión de Lifschitz, que se pasea sin vergüenza por los medios nacionales pidiendo “mano dura”.

Brilloni también fue el responsable local del desembarco de Gendarmería en la provincia de la mano de Sergio Berni, en 2014, cuando el robocop kirchnerista hizo un despliegue escénico de 3.500 efectivos de esa fuerza con él a la cabeza.

El saldo de esta saturación de Gendarmería, que usaron como recurso el kichnerismo (con Néstor y Cristina), el macrismo y el “frentetodismo” (bajo la gestión primero de Frederic y luego de Aníbal Fernández), con el que hicieron 11 desembarcos de Gendarmería, está a la vista: Rosario es una de las ciudades con más homicidios de América Latina a manos de bandas narco.

La mayor incongruencia de este operativo clamor es que antes de ser designado como ministro Brilloni era secretario de Seguridad de Santa Fe, parte responsable del desastre que se llevó puesto a Rimoldi. Sin embargo, los grandes portales periodísticos ligados al poder han salido al unísono a sembrar esperanzas, destacando su formación en el FBI, en el comando de observación de la OEA en México, y en tareas ligadas al narcotráfico en Bolivia y Paraguay. Frente a la crisis de fondo con el narcotráfico, los poderes del Estado y sus amplificadores mediáticos apuntalan a una persona que representa la orientación de reforzamiento represivo, de la mano de una mayor injerencia del imperialismo norteamericano en Santa Fe. Se sumó llamativamente a este coro el diputado Carlos del Frade, del PCR, adjudicándole a Brilloni “tener un plan”, del cual no tenemos el menor registro, ni de palabra ni de acción como exsecretario de seguridad, más allá de sus declaraciones a favor de “fortalecimiento integral de la Policía”.

“Se corrió la raya”

Luego del asesinato de Jimi, los poderes del Estado quieren instalar la idea de que estamos frente a un punto de inflexión, que en realidad se rompió hace mucho tiempo. La idea de que los asesinatos a manos de bandas narco es un problema únicamente de los narcos es falsa y busca deslindar a los responsables políticos de que Rosario y Santa Fe hayan sido copadas por el narco. Uno de los máximos voceros de esta teoría es el máximo responsable del área, Aníbal Fernández, que vino a Rosario para decir que los crímenes no afectan a la población civil.

Lo desmienten el crimen de Luquitas, el nene de siete años baleado en el 7 de septiembre; de Claudia y Verónica, asesinadas mientras esperaban el colectivo en Tablada; de Ayelén González, asesinada por un pibe abandonado con un arma, que luego también fue fusilado; de Adrián Carrizo, nuestro compañero del Polo Obrero de Zona 0; y recientemente los crímenes de las hermanas Rodríguez, de 18 y 21 años, también del Polo Obrero, en Santa Lucía. Son solo algunos ejemplos de la masacre que atraviesa una ciudad y especialmente los barrios empobrecidos, donde la falta de urbanización, de transporte y de trabajo, los han convertido en ghettos invivibles, al ser zonas liberadas por el Estado para la instalación de bunkers.

El punto es que la principal fuerza que organiza el delito es la Policía de Santa Fe. No solo al permitir estos hechos, sino como organizadora activa, como lo demuestra la reciente condena contra toda la cúpula policial de la Comisaria 11. Este es solo un ejemplo de los muchos que dan cuenta de que no hay “manzanas podridas” sino una institución que utiliza el monopolio de la fuerza que le delega el Estado para ponerse a la cabeza de las bandas, otorgando “zonas liberadas”, armamento, logística de todo tipo (custodia de trenes de soja en San Lorenzo) y captando a los “soldaditos” en los barrios.

El Polo Obrero ha recibido amenazas en más de una oportunidad por constituir una barrera contra la cooptación de la juventud, que rechaza ser carne de cañón en los barrios gracias a tener un ingreso propio y al sentirse fuerte por estar organizada, mientras los verdaderos narcos lavan su dinero en casinos, bancos, en la especulación inmobiliaria y en la Bolsa de Comercio de Rosario.

Un programa

El recambio de nombres no cambiará nada, pero es claro que el tema de la “inseguridad” será el eje de la campaña electoral 2023. Primero, porque el tema es urgente, urticante, doloroso y asusta. Luego, porque le permite a los pseudoopositores, que comparten la agenda del ajuste del FMI que lleva adelante el gobierno peronista, diferenciarse a través de un eje con demagogia derechista. Pero está claro que ni peronistas, ni progresistas, ni macristas, ni radicales tienen ningún programa de salida frente a esta crisis, porque no piensan poner en discusión el tema de los puertos privatizados, que hacen de Santa Fe una “zona estratégica para el narcotráfico”, esto último reconocido por el flamante ministro.

Ninguno de ellos piensa estatizar los puertos y el comercio exterior, para ponerlos bajo control obrero y terminar con el colador que hoy son como plataforma de exportación de cocaína a Europa y Brasil. Tampoco piensan avanzar un poco en desmantelar a la narco policía, ni siquiera abrir los libros de las comisarías para poner bajo control popular la actuación de las fuerzas de seguridad en los barrios. Por el contrario, pretenden darle más poder de fuego.

No van a avanzar, pese a los discursos, en establecer que jueces y fiscales sean electos y puedan ser revocados por voto popular, una herramienta para que la población se saque de encima a una casta judicial venal. Ni siquiera han sido capaces de urbanizar los barrios, desmalezando, poniendo cloacas y abriendo calles, garantizando la luz y el agua, construyendo viviendas, y a partir de la obra pública dar trabajo genuino, el salvavidas que necesita una juventud asediada por el hambre y la desocupación.

Llamemos la atención de que los que se montan en el discurso derechista de la “mano dura” coinciden en atacar la lucha piquetera. La manipulación ideológica es inmensa, porque no hay mayor lucha contra el narcotráfico en los barrios que la organización independiente del Estado por el trabajo, el salario y la vivienda; contra los punteros, que también asumen la forma de narco punteros, que “trabajan” para los intendentes; contra la burocracia sindical y las barras bravas. Solo el Frente de Izquierda tiene un programa de salida, que encarna allí donde se organizan los barrios contra un régimen narco sojero, que solo puede ser desmantelado con la lucha de la clase trabajadora.

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