Según los partes de prensa, el gobernador de Córdoba recibió el fallo que condenó a perpetua al criminal Menéndez con un llanto. Pero se enjugó las lágrimas con mucha rapidez, porque enseguida la emprendió contra los trabajadores estatales que luchaban en defensa de las jubilaciones, para defender un régimen fiscal que favorece a los terratenientes y a los monopolios que explotan la provincia.

El llanto de Schiaretti ilustra, una vez más, la hipocresía de los demócratas burgueses. Pueden llegar, en circunstancias y bajo presiones excepcionales, a conceder a las aspiraciones populares, esto en cuanto no afecten al régimen de turno y, dentro de lo posible, si tienen que ver con el pasado lejano. Fuera de esto apelan al recurso de la represión en forma implacable, sin importarles que corresponda a la forma de gobernar por antonomasia de las dictaduras que le arrancan las lágrimas.