Políticas
17/1/2022
Se agrava la crisis hídrica en Neuquén
Fin de las concesiones, ¿abre un nuevo negociado?
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El gobierno nacional con el visto bueno del gobierno de Neuquén a través de la AIC (Administración Interjurisdiccional de Cuencas) ha decidido hacer producir a las turbinas de las centrales ubicadas sobre el río Limay, a pesar de la crisis hídrica que afecta los caudales de este río y los embalses de las presas.
Un signo de la gravedad de la situación lo evidencia la famosa laguna del Tromen (a 2.100 metros sobre el nivel del mar), en el norte neuquino, que hoy se ha reducido a 3 hectáreas de las 470 ha que tenía hace unos años.
Esta decisión del gobierno se debe a que el consumo eléctrico provocado por el rebote productivo respecto al año 2020 y por la ola de temperaturas récord en todo el país requiere una mayor producción de electricidad. El insumo para ellos, que puede ser gas, choca con las limitaciones de transporte en el caso de Vaca Muerta y de la negociación de menores volúmenes a importar desde Bolivia. Para cubrir la demanda para las centrales termoeléctricas, se está importando gasoil y fuel oil, que resultan no solo más contaminantes, sino más caros que otras fuentes de energía (esto choca con la exigencia del FMI de reducir el déficit fiscal).
Mientras una catástrofe ocurre en la zona donde se originan los arroyos y ríos que alimentan los lagos de los embalses, hoy se cubre la demanda de energía eléctrica utilizando un mecanismo que es una ruleta rusa porque en pleno verano y con una gran sequía, faltan meses para que las lluvias vuelvan a hacer crecer los embalses y ríos. Más falta para que llegue la primavera 2022 y el derretimiento de la nieve haga su aporte.
Situación de los embalses y generación
La presa y la central hidroeléctrica de Alicurá es la primera aguas arriba del río Limay. En lo que va del año 2022 la cota de su embalse estuvo siempre debajo de los niveles mínimos, y en los últimos cuatro días bajo por producir electricidad a full, unos cuatro metros. Al punto que se aproxima a un nivel donde deberá dejar de generar electricidad.
Si esto ocurre Cammesa deberá recurrir a una mayor generación (con la consiguiente erogación de agua desde los embalses) de otras centrales río abajo. Por ejemplo Piedra del Aguila. Su embalse viene perdiendo nivel desde inicios del año porque está turbinando 200 metros cúbicos por segundo más de lo que ingresa. Es decir, marcha a una situación límite como se encuentra Alicurá.
El otro embalse de gran magnitud aguas abajo que queda es El Chocón. Hoy la cota de su embalse se encuentra un metro debajo de la mínima normal. Por ahora es el único lago de las represas al cual ingresa más caudal que el que turbina. Pero también es cierto que es la última carta.
Hay que considerar que hasta el invierno no se producirán las lluvias que alimentan la cuenca, es decir, estamos a casi seis meses del alivio. Un período demasiado extenso para el nivel de agua turbinada por las centrales sobre el río Limay.
Las concesiones
El vencimiento desde el año 2023 y en los próximos de las concesiones hidroeléctricas sobre los ríos Limay y Neuquén otorgadas en el proceso de privatizaciones de la década del menemismo ha abierto un debate sobre el tema, en el preciso momento de la crisis hídrica.
Algunos holdings energéticos operan varias de estas centrales. Por caso Enel S.A., de capitales italianos, que opera El Chocón-Arroyito y Planicie Banderita (esta sobre el río Neuquén). Enel S.A. también participa en la distribuidora Edesur, Central Costanera y otras empresas del sector como Tesa y CTM que transportan electricidad. Es decir, produce, transporta y distribuye.
La central Alicurá está controlada por AES S.A. (una filial de AES corp de EE.UU.). La otra gran central es Piedra del Aguila controlada por Sadesa y Central Puerto S.A. de cuyo capital participan las familias Escasany y Caputo.
En centrales de menor capacidad de generación también hay otros capitales, como Pampa Energía en Pichi Picún Leufú.
En vista a la finalización de las concesiones, las empresas desde hace años que no realizan inversiones de modernización o mantenimiento de presas y centrales, y por el contrario tratan de generar todo lo posible y en forma no coordinada, arrastrando a la actual situación de estar jugando a la ruleta rusa con los niveles de embalses y caudales de ríos. Incluso hace años que pagan la mitad o menos de las regalías correspondientes.
La AIC, un ente estatal creado en 1985 (previo a las privatizaciones, a las que no se opuso) por las provincias y la Nación, que debería “administrar y controlar el uso, aprovechamiento y preservación” del recurso, lejos de cumplir ese papel, en realidad actúa como un taparrabos del negociado de las empresas.
Por lo que en el debate abierto por la proximidad de los vencimientos de las concesiones, los planteos de “recuperación de las hidroeléctricas” a manos de los mismos estados que primero las privatizaron, luego toleraron el saqueo hídrico y el negocio capitalista, es una maniobra de tinte “nac&pop” para ocultar un posible rescate capitalista ante un negocio en crisis y descapitalizado.
El diario LMN del 2 de enero informa que “las provincias de Neuquén y Río Negro ya formaron una comisión de análisis, para defender la potestad del recurso hídrico, de acuerdo a lo que establece el artículo 124 de la Constitución Nacional”.
Una estatización capitalista, si se produce, será un rescate oneroso para el fisco, lo cual se lleva de patadas con las pautas que exige el FMI para los próximos años.
Por lo tanto la estatización debe ser bajo control obrero y producto de la lucha y movilización obrera-popular de toda la cuenca, donde además las distintas organizaciones obreras y ambientales de las localidades ubicadas a las orillas de los ríos tengan voz y voto. Solo así se podría establecer una dirección única que planifique y unifique la operación de las centrales y el manejo de los embalses, y por lo tanto los caudales de los ríos en beneficio de las poblaciones y el cuidado del recurso y la naturaleza.
La crisis hídrica pone a debate una vez más el control obrero del recurso energético. Y vale no solo para las centrales hidroeléctricas, sino para la producción hidrocarburífera y toda la industria del sector.
https://prensaobrera.com/politicas/coronavirus-inflacion-cortes-de-luz-gobiernan-para-la-uia-y-el-fmi