Políticas
7/12/2023
Se concentra el negocio de las molineras, mientras falta el pan en las mesas del país
Morixe se expande a otros países y factura 100 millones de dólares anuales.
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La empresa harinera pertenece a Sociedad Comercial del Plata.
Mientras el 20,6% de los hogares del país presenta signos de inseguridad alimentaria, según el último informe de la UCA, los pulpos de la alimentación engrosan su fortuna a través de remarcar los precios y pagar salarios de pobreza. Tal es el caso de la empresa harinera Morixe, que acaba de comprar por U$S 4,5 millones la firma uruguaya Gibur S.A. -fabricante de aceitunas, pulpas de tomate, aderezos y jugos de frutas- para expandir su negocio.
Actualmente, Morixe Hermanos pertenece al grupo empresario Sociedad Comercial del Plata. Produce y comercializa harinas de trigo, pan rallado y rebozador, polenta, aceite de oliva, aceite de girasol, aceitunas en conserva, aceto balsámico, papas prefritas congeladas, puré de papas, harina de maíz, avenas, pastas secas, fécula de mandioca, galletitas y legumbres. La misma llegó a facturar U$S 100 millones en 2022 -doce veces más que en 2017. Por otro lado, las exportaciones representan el 25% de sus ventas y la reciente adquisición de la compañía uruguaya le permitirá una mayor penetración en el mercado regional. Vale aclarar que, en Uruguay, Gibur S.A. concentra el 15% de las ventas de tomatados y el 20% en el caso de las aceitunas.
Las harineras se han visto beneficiadas por las políticas del gobierno saliente. Además de acceder al trigo a precio subsidiado -a través del fideicomiso del trigo-, el oficialismo autorizó sucesivos aumentos en la bolsa de harina 000 de 25 kg, alcanzando un incremento del 107,8% interanual en noviembre. Este encarecimiento impactó en alimentos básicos como el pan y los fideos, afectando el bolsillo popular. A su vez, el precio minorista del kg de harina de trigo 000 trepó 11,7% en octubre, superando la inflación del mes que se ubicó en el 8,3%.
En contraste, el salario básico de los trabajadores nucleados en la Unión Obrera Molinera Argentina (Uoma) se halla en $320.018, por debajo de la línea de pobreza que en octubre se situó en $345.295. Molineras como Morixe consiguen multiplicar sus ganancias y ampliar los mercados hundiendo el salario de su mano de obra y remarcando precios a costa de los consumidores. El gobierno peronista, lejos de velar por los intereses de la población trabajadora, promovió paritarias a la baja, colmó de incentivos a las patronales como el dólar diferencial para las exportaciones, y preservó el secreto comercial impidiendo la posibilidad de evaluar los costos reales de aquellas empresas que incurren en aumentos. Javier Milei, por su parte, promete profundizar tanto los topes salariales como la suba de precios y los estímulos a los capitalistas.
Los trabajadores tenemos que salir a luchar para recomponer nuestro salario y defender su poder adquisitivo ante la ofensiva antiobrera en puertas. A su vez, urge poner fin a la disparidad inaceptable de que una empresa productora de alimentos facture U$S 100 millones al año mientras 4,2 millones de personas no llegan a cubrir la canasta alimentaria en Argentina. Para eso, hay que tirar abajo el régimen en el cual se asienta esta desigualdad y construir otro donde el plato de comida de las mayorías ocupe el centro de las prioridades.
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