Políticas

28/1/2022

Se esperan menos ingresos por retenciones tras el fin del récord exportador

Las metas de reducción del déficit fiscal pactadas con el FMI se lograrán con más ajuste.

Luego de un 2021 donde el saldo comercial de Argentina arrojó un superávit de USD 14.750 millones, fruto del auge exportador apalancado por los altos precios internacionales de las commodities del agro, para el 2022 se espera una merma en la liquidación de divisas provenientes de las ventas al exterior como resultado de múltiples factores. Esto significa menos recaudación vía retenciones, lo que condicionará la magnitud del ajuste exigido por el FMI.

Para empezar, en lo que va del mes, el campo liquidó alrededor de USD 2.000 millones, cuando los pronósticos de diciembre auguraban que se llegaría a los USD 3.500 millones. A su vez, proyecciones de la fundación Mediterránea indican que en el 2022 la balanza comercial caerá entre USD 6 y USD 7 mil millones respecto al 2021. En esa línea, la consultora Abeceb prevé para este año una reducción del 4% en las exportaciones, y, asimismo, un aumento del 5,1% de las importaciones.

Los motivos por los que se esperan menos ingresos por exportación son varios. Por un lado, Estados Unidos ya anunció que en marzo subirá la tasa de interés de la Reserva Federal, disminuyendo así la liquidez mundial, lo cual se traducirá en un descenso de los precios internacionales de las commodities. Al mismo tiempo, la medida trae aparejado el fortalecimiento del dólar, algo que podría desatar una ola de devaluaciones en el mundo, acentuando la guerra comercial.

En segundo lugar, el FMI  estima que el crecimiento de Brasil durante este este año será prácticamente nulo (0,3%) y el de China se verá disminuido (4,8%). Ambos países son los principales receptores de las exportaciones criollas -en 2021 concentraron el 23% de la demanda externa-, con lo que el retroceso en sus respectivas economías afecta a Argentina muy directamente.

A su turno, la sequía en curso impactará de lleno en el volumen de las exportaciones del agro. En ese sentido, la Bolsa de Comercio de Rosario analizó la magnitud de la caída en las exportaciones de soja y maíz que se espera para 2022 producto de este fenómeno climático. Las mismas representarán “USD 35.169 millones, USD 2.322 millones menos que en la estimación de diciembre y USD 2.683 millones menos que lo exportado en el año que finalizó” (Ámbito, 28/1).

Relacionado a lo anterior, todos los pronósticos coinciden en afirmar que se extenderá por algunos meses la bajante que azota al Río Paraná y lleva a que aumenten los costos de logística del complejo agroexportador a la hora de embarcar los granos. Desde los puertos del Gran Rosario sostienen que en el 2021 dicha problemática les generó una pérdida de USD 620 millones (La Nación, 28/1).

Sí viene en alza el precio internacional del trigo a raíz del conflicto que envuelve a Rusia y Ucrania, dos grandes productores de dicho cereal, lo que podría significar un aliciente para que ingresen más dólares en Argentina. Sin embargo, este efecto se ve contrarrestado con el salto del 150% producido en el precio internacional del gas que debemos importar para suplir el déficit energético.

Otro aspecto insoslayable que atenta contra las expectativas exportadoras del gobierno es la profundización de la brecha cambiaria que tuvo lugar en el último tiempo, como consecuencia de la corrida. Todo indica que, en este escenario, el capital agrario incurrirá en un mayor acopio de granos a la espera de una devaluación y así liquidar su cosecha a un dólar oficial más alto.

Como mencionamos anteriormente, la caída de las ventas al exterior redundará en un menor ingreso a través de los derechos de exportación -el cual había tenido un aumento del 69% real durante el 2021- ocasionando un retroceso en la recaudación tributaria 2022. Frente a este cuadro respecto a las retenciones, al gobierno solo le resta incrementar el ajuste  en el gasto público y agravar la carga impositiva sobre los trabajadores si quiere alcanzar las metas de equilibrio fiscal que acaba de pactar con el FMI. Finalmente, queda en evidencia la farsa del discurso oficial, que intenta convencernos de que el acuerdo discutido con el Fondo será indoloro para el pueblo.

Sin reparar en este horizonte desventajoso en materia de exportación, Alberto Fernández, como parte de la hoja de ruta trazada por el FMI, se dispone a acentuar la primarización de la economía del país, dando curso a emprendimientos extractivistas que suponen un grave daño al ambiente y reafirman el papel semicolonial de Argentina en el mercado mundial. A todas luces, un rumbo de mayor atraso y sujeción al imperialismo.

Es justamente la política sistemática al servicio de la fuga de capitales y el rescate de deuda la que pulverizó el superávit comercial récord del año pasado, dejando en rojo las reservas líquidas del Banco Central. Por lo tanto, se vuelve necesario terminar con este régimen de saqueo, nacionalizando bajo control obrero la banca y el comercio exterior y repudiando la deuda usuraria, de modo tal que el ahorro del país tenga como destino el desarrollo nacional y la satisfacción de las necesidades populares. Derrotemos en las calles el pacto con el FMI.